El vestido de boda es un monólogo que Emilia Pardo Bazán escribió para Balbina Valverde y se estrenó el 1 de febrero de 1898. Celebrar una boda requiere un ceremonial en el que la etiqueta es muy importante, al menos para los novios, incluso para los que siendo originales se casen en un globo aerostático. Este es el motivo para buscar en el anaquel algo sobre el particular, y aquí les presento este relato, muy corto, pero en el que cabe de todo: imagen, estilo, moda, boda, comunicación y atención al cliente. Les recomiendo su lectura.
Paula Castañar vs Palmyre Lacastagne
Paula Castañar, tras perder a su progenitor y ver como su familia se queda sin medios de subsistencia, decide transformarse en Palmyre Lacastagne. Esa no es una decisión que tome de un día para otro, lleva un proceso que requiere entrar en un taller de costura y aprender el oficio de modista. Recursos no le faltaban pues según ella misma nos dice en el texto: “recordé que cuando éramos ricos y felices me alababan el chiste y el garabato que tenía para inventar hechuras y adornos”.
Una vez aprendido el oficio decide montar su propio taller, para lo cual necesita algo de apoyo económico, que encontrará recorriendo “una a por una las casas de sus ex amigos” con el objetivo de que le prestasen “unas cuantas pesetas” para emprender el negocio.
Como Paula no es tonta, conoce bien la sociedad de la época y recursos, como vemos, no le faltaban, decide transformarse en Madame Palmyre Lacastagne “una eminencia en el arte de los pingos”, porque sabía que las señoras que tenían dinero “no incurrirían en la vulgaridad de tener una modista española”.
Si te anuncias, vendes
La transformación de Paula en Palmyre requería un buen anuncio – si te anuncias, vendes– que indicase claramente su oficio, estamos a finales del siglo XIX, eso se hacía con un cartel, y el suyo apareció en un piso de la calle Montera:
“Madame Palmyre Lacastagne. Robes et costumes”
De este cartel dice Paula-Palmyre que actuó como un auténtico reclamo para sus clientas. Al cartel había que añadir su cambio de imagen y de lenguaje corporal, todo hay que decirlo, que consistió en: “chapurrear algo de francés” ponerse “un peluquín zanahoria” y adoptar “unos modos muy insolentes y despreciativos”. Esto la convirtió, según sus propias palabras “en la modista francesa perfecta”.
Si vendes caro, vendes más
Una modista francesa para estar bien cotizada requería el establecimiento de una política de precios ajustada a su imagen y al bolsillo de las clases acomodadas, porque según reflexión de la propia Paula: si Madame Lacastagne “cobrase una miseria”, carecería de verosimilitud. Así que adoptó el lema: “Si vendes caro, vendes más” que sus beneficios le aportó.
Aunque ella afirma que “no abusaba” en exceso en los precios, lo cierto es que el taller le dio para: “accioncitas en el Banco”, una casa con jardín, casarse y casar bien a sus hermanas, dar una buena educación a su hija y que a su viuda madre no le faltase de nada.
Sobre los precios de sus trajes no tenemos feedback de la opinión de las clientas pero si la del marido de alguna de ellas, que modificó ligeramente el cartel de anuncio de la tienda, traduciéndolo libremente de esta forma:
“Madame Palmyre Lacastagne. Robes et costumes” “Roba por costumbre”
Buen vestido y mejor boda
Paula-Palmyre se casó y tuvo una hija a la que educó “por todo lo alto” ya que no era su intención verla de sucesora de Madame Lacastagne, porque si algo he aprendido de Palmyre en lo poco que la conozco, es que fue una mujer muy inteligente (y una comercial nata). Paula-Palmyre era consciente de que la hija de una modista -en la España de finales del XIX- no iba a ser pretendida ni desposada por un diputado, por lo tanto, nuestra modista de referencia ocultó su identidad a todos y obró en consecuencia en la educación de su hija, le dio la mejor. Muy bien debió ocultar su doble vida a todos pues su hija, y para su boda, le pidió lo siguiente: «Me gustaría que mi vestido de boda lo hiciese madame Lacastagne … ¡dicen que hace maravillas!”
La creación de madame Palmyre (que permanecía durante el monólogo en una caja blanca, grande, forrada “de las que usan las modistas para llevar la obra”) la describe ella misma con estas palabras: “¡Qué nítida blancura, que mezcla de reflejos de luz y tonos mates, qué orlas de nieve y espumas (…) que llegue la novia cuanto antes y admire el traje simbólico, adornado con los azahares de su inocencia!”.
El vestido de boda, una obra con mucha ironía que es una gran lección de comunicación.
Ilustación: La Moda Elegante que pueden encontrar en la Hemeroteca Digital.
El texto de Emilia Pardo Bazán lo pueden encontrar digitalizado en la Biblioteca Digital Hispánica.
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