Este verano, en la Feria del Libro Viejo de Santander -la FLVS- encontré un Compendio del Manual de Carreño que vino directo al Anaquel y hoy utilizaré para esta entrada. Es este manual un libro viajero: editado en México en 1945, se vendió en la librería Mundial de Bogotá y, previo paso por la capital de Cantabria, ha llegado a Madrid. Se lo de Bogotá por el ex libris de la librería y porque su dueño, G.R.H., incluyó a lápiz su nombre y teléfono en la mencionada ciudad y estas palabras:
“Este libro, como puede comprender, no es oro, ni plata, ni cosa de comer. Es de un pobre estudiante que quiere aprender”.
De pequeño formato, 16×11, desarrolla su contenido en 120 páginas, y dos grandes temas: los deberes morales del hombre y la urbanidad (siendo esta la que ocupa mayor número de páginas, 23 a 120). Es en el tema de urbanidad donde encontramos la precisión terminológica a la que se refiere el título y que ayuda tanto a reconocer las diferencias entre urbanidad, modales y etiqueta, como la relación que las une.
La urbanidad y sus reglas
Indica Carreño que la urbanidad es “el conjunto de reglas que tenemos que observar para comunicar dignidad, decoro y elegancia a nuestras acciones y palabras, y para manifestar a los demás la benevolencia, atención y respeto que les son debidos”; y sus prescripciones tienden a “la conservación del orden y de la buena armonía que debe reinar entre los hombres, y a estrechar los lazos que los unen por medio de impresiones agradables que producen los unos sobre los otros”.
Las reglas de urbanidad nos ayudan a:
- Obrar con orden en el cumplimiento de nuestros deberes sociales.
- No afligir ni molestar a los otros.
- Tolerar los caprichos y debilidades de nuestros semejantes.
- Ser corteses, amables y atentos con los demás.
- Cuidar del aseo propio y de lo que nos rodea, tanto para mejorar la autoestima como para ser merecedores de la que nos dispensan.
Todo ello en aras de “adquirir el tacto fino y delicado que nos hace capaces de apreciar en sociedad todas las circunstancias, y proceder de acuerdo a lo que cada uno exige”.
Los buenos modales o buenas maneras
Los buenos modales o buenas maneras son para Carreño un resultado del estudio de las reglas de urbanidad y el contacto con personas educadas y cultas. Estas buenas maneras no son otra cosa que “la decencia, moderación y oportunidad en nuestras acciones y palabras, y aquella delicadeza y gallardía que aparecen en todos nuestros movimientos exteriores, revelando la suavidad de las costumbres y la cultura del entendimiento”.
La etiqueta, urbanidad en actos solemnes
Sitúa Carreño a la etiqueta en un nivel superior. Es una parte de la urbanidad pero en otro escenario, el de los actos públicos solemnes. Con etiqueta se refiere al “ceremonial de los usos, estilos y costumbres que se observan en las reuniones de carácter elevado y serio, y en aquellos actos cuya solemnidad excluye todos los grados de familiaridad y confianza”.
Aunque a renglón seguido dice que no es exclusiva de los actos solemnes ya que, por extensión, hay que considerar también etiqueta al “conjunto de cumplidos y ceremonial que debemos emplear con todas las personas y en todas las circunstancias de la vida” para que no se relajen “los resortes de la estimación y del respeto, base indispensable de todas las relaciones sociales”. Es, por tanto, aplicable a todas nuestras relaciones sociales ya sean de familia y amigos como las que mantenemos con extraños de mucha, poca o ninguna confianza.
Etiqueta, modales y urbanidad: allí dónde fueres, haz lo que vieres
No conviene exagerar la etiqueta, porque puede convertirse en “ridícula afectación”, conviene adaptarla a la situación y a las personas que nos rodean. Para ello Carreño da unos consejos:
“Someternos a los usos de etiqueta que encontremos establecidos en los diferentes pueblos que visitemos, y aún en los diferentes círculos dentro de un mismo pueblo donde se observan prácticas que les sean peculiares”
Si ignoramos la forma de actuar en determinados supuestos, lo mejor es “seguir el ejemplo de las personas cultas que entre ellas se encuentren”.
Trato desigual a los desiguales, rango y autoridad
Incluye Carreño una precisión relativa al trato desigual que merecen personas con rango y autoridad. “Las atenciones y miramientos que debemos a los demás, no pueden darse de una manera igual con todas las personas (…) obliga a dar preferencia a unas personas sobre otras según su edad, el predicamento que gozan, el rango que ocupan, la autoridad que ejercen y el carácter de que están investidas”.
Y advierte de que ese trato desigual a los desiguales no significa “faltar a las reglas más generales (…) de respeto a las personas que, por algún motivo, creamos indignas de nuestra consideración y amistad” porque la vida en sociedad requiere respetar a todas “las demás personas que la componen”.
Modales, urbanidad y etiqueta, términos relacionados que indican cómo comportarnos en sociedad. Un comportamiento en el que el respeto, la cortesía y las atenciones que prestamos a y recibimos de los demás ayudan a que reine la armonía en las relaciones sociales. Es algo que llevan recomendándonos los Manuales de Urbanidad -como este de Carreño– desde hace mucho, mucho tiempo.
Fuente de la Imagen destacada: Composición propia con ilustraciones de Le Pêle-Mêle de 5 y 19 de julio y 9 de agosto de 1903. Disponibles en la Hemeroteca Digital.
2 comentarios
Gracias por esta interesante actualización de un escrito que es referente de estas artes para Latinoamérica. Definitivamente, es necesario variar el lenguaje clásico de Carreño a un lenguaje más claro que sirva a las generaciones modernas.
Hola Claudia:
Muchísimas gracias por sus palabras.
Un saludo