Como todos los años los jornaleros protocoleros hemos celebrado nuestra reunión anual, este año ha tocado visitar Murcia. Del 7 al 9 de junio hemos disfrutado del arte, cultura y gastronomía de la ciudad de la mano de nuestras anfitrionas: Margarita Martínez -Mechó y Pilar Sánchez Dalac.
En mi caso siempre había bordeado Murcia de camino a Almería pero nunca había caminado por sus calles en busca de sus leyendas, descubierto sus magníficos edificios, ni probado su oferta gastronómica. Esa prueba la he superado este fin de semana. Murcia ha sido toda una sorpresa. Su imponente Catedral, el Ayuntamiento, el Teatro Romea y ese edificio maravilloso que es el Casino. Nos ha quedado mucho por ver, así que amenazamos con volver.
Me gustó la Murcia oculta, la del misterio, las ánimas, los fantasmas y las leyendas por la que paseamos la primera noche. Allí supimos del final de un campanero a quien la juerga le gustaba bastante; de la bella Perla y su triste destino (fue la última ajusticiada en público); del ama de cría que, sin saberlo, vivía en una casa en la que mucho después de su muerte, se encontró una olla llena de monedas de oro que hubieran remediado su extrema pobreza.
El sábado fue el día grande para las jornaleras protocoleras, el jornalero protocolero, los jornaleros protoconsortes y la protomascota. Un día de visitas a edificios históricos emblemáticos de la ciudad. La Catedral con su capilla de las ánimas y la capilla de los Vélez. Esta última es una magnífica capilla gótica, situada en el ábside y rodeada de una gigantesca cadena de piedra en su perímetro exterior. La cadena sirvió en el momento de su construcción, para «incluir» el exceso de cabida de la capilla en el territorio sagrado de la catedral.
Visitamos también los dos edificios del Ayuntamiento, el histórico, con su espléndido salón de plenos y el de Moneo, con unas vistas espectaculares de la catedral.
¿Qué les puedo decir del Real Casino? Una maravilla modernista en pleno centro de la ciudad, al lado de la Catedral. El patio árabe, la biblioteca inglesa, el Congresillo (donde se tramaba) y el Salón de Baile, donde se forjó más de un matrimonio. Si impresionantes son sus salas, no le van a la zaga sus techos. En esta visita también hubo momento para el misterio, el techo del tocador de señoras está decorado con ángeles alados cual mariposas pero la figura que destaca es la de una mujer con cabellos de fuego. A mí me recordó a una de las Erinias (Alecto, Megera y Tisífone), las Furias que personificaban la venganza y perseguían a los culpables de crímenes. Su mirada nos seguía mientras deambulábamos por la sala y yo estuve a punto de declararme culpable de cualquier delito con tal de no sentir su mirada vengativa.
El último edificio que visitamos fue el Teatro Romea. Julián Romea dejó de ser la calle del CEU en Madrid, para personificarse. No sabía que Julián Romea fuese actor y mucho menos que fuera originario de Murcia. ¡¡Lo que se aprende en las #JornProtocolo!! Un teatro que fue inaugurado tres veces y sobre el que pesa una maldición, de ahí su butaca tapizada de negro que nadie ocupa y, a modo de talismán, protege al teatro de su destrucción.
No se agobien, no crean ustedes que las visitas fueron de carrerilla. Ni mucho menos, todas ellas contaron con parada técnica reposada bien para café, refrescos variados, cerveza muy fría siempre acompañada de marineras o bicicletas, etc. Todo estaba previsto por las anfitrionas, en ningún lugar como en esa ciudad hay que cuidar bien la hidratación.
En la tarde noche del sábado tuvimos nuestro momento protocolario, la ceremonia del traspaso del abanico. El abanico es nuestro símbolo y con el traspaso se abre el año de preparación para las/-os siguientes anfitrionas/-es. El 2025 nos vemos en Zaragoza.
No me olvido de lo mejor: el homenaje gastronómico. A las marineras y bicicletas añadimos zarangollo, michirones, pimientos asados a la leña, tomates que sabían a tomate, tallos, longaniza chorizada, costilla de chato, sobrasada, morcilla, arroces huertanos …. mejor no sigo que salgo rodando.
Y el homenaje a la compañía a quien dedico este post, esa tropa protocolera que siempre está dispuesta a quedar en cualquier parte de España para pasar unas horas de diversión y buen rollito y que, si hace falta, se sube a un escenario. ¡Sois lo «pior»! (protomascota incluida) y esta entrada va por y para vosotros.
Termino con unas palabras de agradecimiento a nuestras anfitrionas. Nos vendieron muy bien su ciudad, así que con la excusa de que aún nos quedan muchas cosas por ver en Murcia y muchas delicias de la huerta que degustar, habrá que volver.