Reinterpreto el título de un documental de 2013 que he visto hace poco: “A veinte pasos de la fama” (Twenty feet from stardom). El documental habla del éxito y lo difícil que es conseguirlo, para ello hace un recorrido por las voces en la sombra de los cantantes famosos, voces maravillosas que se han quedado a veinte pasos de alcanzar la fama. Son profesionales cuyas voces son fundamentales para que aquellos a los que hacen los coros, y que sí han llegado a la fama, brillen en los conciertos. Sin ese apoyo extra, los conciertos multitudinarios de algunas estrellas del rock, no serían lo que son.
A veinte pasos del momento foto va también de profesionales, de unos que nos son más cercanos: los de protocolo. Esos profesionales de los que autores como Vilarrubias o Urbina alababan su discreción, su saber ser y saber estar y cuya labor tiene como resultado que otros destaquen.
Profesionales a veinte pasos de la foto
Los veinte pasos hacen referencia al segundo plano en el que desarrollan su trabajo los «de protocolo«. Estos profesionales van siempre un paso por delante cuando están preparando la organización de un acto, para que todo salga bien, y veinte por detrás de su jefe o jefa durante el acto, porque tienen muy claro que ellos organizan para que otros salgan en la foto.
Así son las cosas, ese discreto segundo plano en el que se planifica, organiza y produce el acto destinado a que se luzca su jefe, es el que ocupa el profesional del protocolo. De modo y manera que, cuando el acto termina, y los invitados felicitan al jefe diciendo: “qué bien organizado ha estado todo”, se dirigen a él por ser la cara visible, el anfitrión, el que sale en la foto. Será tarea del anfitrión transmitirle las felicitaciones al profesional del protocolo y a su equipo.
Profesionales que salen en la foto
Estos días se ha comentado bastante la apariencia y profesionalidad de la jefa de protocolo de la presidencia de Chile, al lucir una indumentaria ceremonial Rapa-Nui en la toma de posesión del presidente (su jefe) y cometer una serie de errores de protocolo sobre los que no voy a incidir. En su caso, sus opciones de indumentaria y su ademán, la situaron directamente en primera línea, salió en la foto. No se situó en ese espacio en el que pasa desapercibida la persona y brilla su buen hacer, pasó literalmente como un rodillo sobre el verdadero protagonista del acto ceremonial: el Sr. Boric.
Perdió los papeles en el atuendo, olvidando que iba allí “a trabajar” no a reivindicar a su etnia, a la que flaco favor hizo con el modelo que lucía ya que era “una interpretación” de la indumentaria ceremonial (incluía tacones y bolso). Uno puede reivindicar su procedencia y sus raíces todos los días, pero hay formas más discretas de hacerlo, eso seguro.
Podríamos pensar que ese acto no lo organizó ella e iba como invitada, pero si era así ¿qué hacía entrando al espacio en el que se celebraba la toma de posesión en la posición en que lo hizo? ¿y por qué daba instrucciones de “ordeno y mando” o acompañaba a los jefes de Estado presentes?
Olvidó su puesto a veinte pasos de la fama (o del momento foto como reza el título de esta entrada), para pasar a ocupar un efímero puesto en primera línea y conseguir que los focos se centrasen en ella y no en el protagonista, que recordemos es el jefe del Estado chileno. Aunque, de cara al futuro, no la imagino yendo a trabajar así a diario, supongo que optará por un perfil más comedido, porque si los medios van a estar más pendientes de ella que de su jefe, la cosa pinta mal, porque su jefe es la máxima representación del país y el protocolo que rodea a la presidencia ha de ser de un discreto +.
Por otro lado, no pongo en duda de que sea la «bomba» como profesional del protocolo, el no va más, lo mejor de lo inmejorable, pero, si ese saber hacer no lleva aparejado el saber estar, mal vamos.
Reivindicando la labor desde el discreto segundo plano
Yo soy de la vieja escuela (por edad y formación), prefiero el trabajo discreto y callado de quien se queda a veinte pasos de la foto. Si hay alguien que personifica esas cualidades es, sin duda, mi amiga María de la Serna. Ella se mueve como pez en el agua en ese segundo plano: un paso delante cuando va de “avanzada” o está planificando el acto; pero en un segundo plano cuando el acto se ejecuta o acompaña a su autoridad. Ella permanece en esa segunda línea que requiere, a veces, quedarse tras la columna, como vemos en la imagen destacada de esta entrada. Desde esa posición controla que todo se desarrolle como ella lo ha planificado. No es el momento de estar en primera línea, las fotos son para los protagonistas de los actos, no para el técnico que ha organizado el evento.
Aún así, a veces, la pillamos de refilón en la tele. Reconozco que, siempre que hay un acto de los suyos que sale en los medios, lo sigo con atención, buscando a Wally y, a veces, la pillo. Siempre en la parte de atrás, de espaldas, con su inseparable mochila (que es, como el jersey a rayas de Wally, su símbolo de identidad). En su mochila cabe desde una plancha de viaje a una cinta métrica, pasando por rotuladores, grapadora, lápices, sacapuntas ¿Quién usa ya un sacapuntas? Y todo objeto de papelería que se pueda necesitar.
No la imagino vestida de Águeda, reivindicando a las segovianas, haciendo los 17 km. de FITUR, salvo que le dé un pasmo.
Se que, como María, hay un montón de profesionales que realizan una impecable labor desde esa posición discreta en el segundo plano, a veinte pasos de la foto, afortunadamente son la inmensa mayoría. Casualmente muchas de ellas son mujeres, a las cuales conozco y admiro. ¡¡Va por ustedes!!
Imagen destacada: María de la Serna
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