He encontrado este artículo titulado “La emotividad femenina” en la revista Alrededor del Mundo de 24 de febrero de 1919, en la sección “Rarezas y Curiosidades”. Cuando te pasas el día entre publicaciones antiguas buscando algo para publicar en el blog, a veces das con una perla como esta, que justo viene como anillo al dedo en un día como hoy que celebramos a la mujer.
Miro hacia atrás sin ira pero con curiosidad. Leo el artículo, no para criticar a la sociedad machista de la época, si no para celebrar la evolución y las condiciones de que goza la mujer hoy en día y, por supuesto, seguir reivindicando. Se que aún queda mucho camino por recorrer, un camino que veo -y es una apreciación personal- focalizado en el lenguaje, cuando debería estar centrado en la educación y en lograr un cambio de actitud a todos los niveles, empezando por el más básico. De nada vale que un chaval diga “Es una actividad en la que participamos todos y todas los niños y las niñas de la clase” si a renglón seguido dice “Pero en deporte chicos somos siempre mejores que las chicas”, por poner un ejemplo light.
Volvamos a 1919. El articulista hablaba de diversos estudios sobre la emotividad femenina y de cómo las emociones invadían y condicionaban todas sus actividades, incluida la laboral, ya que la mujer carecía de voluntad para dominarlas. Eso la hacía poco productiva en profesiones “masculinas” ya que perdía concentración (he suavizado los términos). Ponía como ejemplo a mujeres que trabajaban en una oficina y al oír un ruido en la calle, corrían a balcones y ventanas para ver qué pasaba, cosa que los hombres no hacían. Eso sucedía porque, según el articulista y los estudios que manejaba, la mujer era más impresionable que el hombre.
Todo ello le llevaba a señalar que “el utilizar a la mujer en profesiones masculinas la acarrea graves desórdenes fisiológicos y morales; y si ahora no se hace que las mujeres, que por falta de hombres han desempeñado funciones que repugnan a su sexo, cesen en estos trabajos, los pueblos tendrán que soportar sus tristes consecuencias”. ¡Qué contradicción! Lo que estuvo bien durante la gran guerra, ahora que había terminado ya no estaba tan bien y las mujeres debían volver a casa sin rechistar (este es comentario propio, pero es que el propio articulista se contradice a sí mismo).
Enumeraba una serie de conclusiones a las que los estudios que manejaba habían llegado:
1ª Como la mujer tiene una potencia física como la mitad que el hombre, no deben jamás ser empleadas en ocupaciones que requieran fuerza.
2ª Tampoco pueden soportar un esfuerzo cerebral continuo. Su atención, su voluntad, su memoria son débiles, por lo que es difícil haya buenas oradoras ni grandes caudillos femeninos.
3ª Su sistema nervioso reacciona vivamente a la menor emoción, lo que acarrea desgaste y menor resistencia los gérmenes infecciosos.
4ª La emotividad de la mujer resulta del sentimiento de su debilidad física, del miedo, por herencia orgánica; carácter que se manifiesta siempre por desórdenes respiratorios y síntomas de asfixia.
5ª Ha de evitárseles todas las circunstancias en las que el esfuerzo y la emoción puedan producirse, y no emplear mujeres sino después de un examen detenido de sus condiciones fisiológicas y psicológicas.
Alrededor del mundo, Madrid 24 de febrero de 1919. Hemeroteca Digital.
Aquí lo dejo. Hoy es un día para celebra y reflexionar. Para mirar atrás y ver el camino recorrido y mirar al frente y ver lo que queda por recorrer. Pero no lo hagamos solo hoy, que el año tiene 365 días (o 366 como este).
Fuente: Alrededor del Mundo, 24 de febrero de 1919, disponible en la Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional.
Fuente de la imagen: VOLLEX, Marcha 8 de marzo, Pixabay