Los días 22 y 23 de octubre de 1882 el rey Alfonso XII asistió a dos actos de protocolo relacionados con el ferrocarril en Aragón, donde se encontraba de visita oficial desde el día 19. El primero de ellos tuvo lugar el día 22 y consistió en la puesta de la primera piedra de la Estación de Canfranc. El segundo se celebró el día siguiente, en las obras de la línea de ferrocarril del Val de Zafán, que uniría La Puebla de Híjar con San Carlos de la Rápita. De ambos actos da cuenta La Ilustración Española y Americana en dos de sus números XL y XLI de octubre y noviembre del citado año.
Fueron dos actos muy similares y cuyo resultado fue igual de espectacular, siendo uno de ellos planificado con antelación y el otro improvisado en unas pocas horas. Hay que reconocer así la labor de los responsables de protocolo y organización de eventos de aquel entonces -cuya denominación no era esta, por supuesto- por su eficacia y buena gestión tanto por el montaje de un gran evento como por la improvisación exitosa de otro de pequeño tamaño.
Primera piedra en Canfranc, el éxito de la preparación
La Ilustración Española y Americana dice de este acto que fue: solemne “severo, de carácter verdaderamente oficial” y su éxito no sorprendió “porque había sido preparado con tiempo y espacio”.
Localización y acondicionamiento del lugar
Poner una primera piedra es un acto que requiere una gran tarea de acondicionamiento del lugar en el que se va a realizar el acto. Es, por así decirlo, la primera obra de las futuras obras, ya tiene lugar sobre el terreno en el que en su día se alzará lo proyectado. En este caso era el lugar donde se emplazaría la estación de ferrocarril que uniría España con Francia, estación que Alfonso XIII inaguraría casi 50 años más tarde.
El lugar elegido, un rectángulo de una superficie de 1.800 m2 (60×30 m) se señalizó “con valla de madera y vistosos gallardetes”. En uno de sus lados se instaló el “magnífico pabellón regio (…) adornado con lujo, elegancia y feliz acierto en los detalles artísticos” y ornamentación floral con “plantas bellísimas de subido precio”. Alrededor de la valla se situaron los espectadores (que la Ilustración contaba por miles) y una banda de música.
Secuencia del acto
- Llegada de S.M. el Rey y la comitiva real al pabellón regio.
- Bendición de la primera piedra por el arzobispo de Zaragoza y los Obispos de Huesca y Jaca.
- Palabras del presidente de la Sociedad de Accionistas del ferrocarril concesionaria de la línea.
- Palabras de S.M. el Rey.
- Fin de la ceremonia.
Etiqueta de las comisiones municipales
Llamó la atención del corresponsal de La Ilustración la indumentaria que lucían “las comisiones municipales de Canfranc, Hecho y Ansó” en la recepción al monarca en la estación de Huesca. Los representantes de Ansó “vestían amplia dalmática de paño burdo, montera encarnada con ribetes negros, calzón pardo ajustado y gruesas abarcas, y empuñaban fuerte y nudoso garrote”. Para descripciones como estas ¡qué bueno sería que La Ilustración fuese a todo color!
Primera piedra en la estación de Puebla de Híjar, el éxito de la improvisación
De esta ceremonia puesta de primera piedra dice La Ilustración que fue “espontánea y entusiasta” y sorprendió porque “fue improvisada, dispuesta en breves horas” razón por la que “tuvo los encantos de lo desconocido, de lo nuevo, casi diríamos de lo familiar”.
Localización y acondicionamiento del lugar
El espacio en el que se puso la primera piedra estaba a la salida de la estación de Puebla de Híjar, en el espacio destinado al empalme de la línea del Val de Zafán. Era un área circular de unos 300 metros que se rodeó “de mástiles adornados de follaje, banderas, escudos e inscripciones alegóricas” y allí se situaron “el pabellón Real, sobre alta plataforma, elegantísimo, formado por cortinaje y toldos de terciopelo granate con franjas y flecos de oro”. El pabellón tenía a su izquierda una capilla, “donde ofició de pontifical el metropolitano de Zaragoza” que tenía en su centro un altar “decorado con floreros y candelabros (…) [y] la hermosísima imagen de Nuestra Señora del Pilar”. A la derecha del pabellón Real se situaba otro, destinado a albergar el banquete tras la ceremonia. El pabellón del banquete estaba “adornado con amplios cortinajes de seda y damasco, escudos y trofeos” y su pavimento se había cubierto con una alfombra. En él había dos mesas “una pequeña y otra grande, semicircular”. Frente a este pabellón se alzaba el destinado a “las comisiones y ayuntamientos de los pueblos”.
Secuencia del acto
- Llegada de S.M. el Rey y la comitiva real al pabellón regio.
- Bendición de la primera piedra por el arzobispo de Zaragoza asistido por un deán y dos canónigos.
- Palabras del representante de la Sociedad de Obras Públicas concesionaria de la línea de ferrocarril.
- Palabras de S.M. el Rey.
- Fin de la ceremonia
- Banquete inaugural “que se celebró enseguida (…) fue espléndido y digno de los comensales”.
Manifestaciones de afecto al monarca
Destaca La Ilustración las manifestaciones de afecto al monarca que se produjeron tras las palabras de cierre de su discurso. Dijo el rey: “Si la adversa fortuna amenaza vuestra independencia o esteriliza vuestros campos, aquí me tendréis; que cuando otra cosa no pudiera ofreceros, siempre hallaréis un corazón aragonés más a vuestro lado”. Palabras que produjeron “en la multitud, en los leales aragoneses que rodeaban al rey, emoción indescriptible” que manifestaron mediante aclamaciones, algunos “se precipitaban a sus pies [y] le pedían la mano para besarla”. Concluye el corresponsal su crónica indicando que “este augusto Soberano se ha conquistado en Aragón, en las dos horas de Val de Zafán, más simpatías personales que en los siete años de su reinado”.
Como vemos dos actos idénticos, organizados con tiempo uno y con poca antelación el otro, pero cuyo resultado consiguió el objetivo de sus organizadores. Ambos dan cuenta del trabajo de los responsables de protocolo y organización de eventos, que pocas veces se improvisa y, si se hace, es porque hay detrás conocimientos y amplia experiencia. Porque la «improvisación» de la que habla La Ilustración se refiere al hecho de que no estaba previsto realizar ese acto, pero la presencia del monarca en la región lo hizo posible.
Crónica desde el futuro ¿qué fué de aquellas infraestructuras?
La estación de Canfranc y la línea transfronteriza se inauguraron en 1928, casi 50 años más tarde de aquel acto de primera piedra. La circulación de trenes estuvo interrumpida 12 años, los que duró la Guerra Civil Española y la II Guerra Mundial. Se reabrió en 1948 y dejó de usarse en 1970, por el hundimiento del puente de L’Estanguet.
En el año 2013 el Gobierno de Aragón adquirió el edificio principal y 27 de junio de 2018 se puso la primera piedra de las obras para la rehabilitación integral del edificio histórico de la Estación Internacional de Canfranc y los edificios complementarios.
La línea del Val de Zafán unió La Puebla de Híjar con Tortosa, pero nunca se completó hasta San Carlos de la Rápita. Las obras para las que se puso la primera piedra en 1882 se retrasaron muchos años; las dificultades económicas llevaron a la sociedad concesionaria a la quiebra, la obra se abandonó e incluso se clausuró. En los años 20 del siglo pasado se reanudaron las obras en la línea de las que en 1930 se había completado el 60%. Tras la guerra civil se terminó el trazado hasta Tortosa, que entró en servicio en 1942 y estuvo operativo hasta 1973, año en el que se clausuró de forma definitiva por el hundimiento de un túnel. Hoy es una vía verde.
Fuente del texto y las ilustraciones: La Ilustración Española y Americana de 8 de noviembre de 1882, disponible en la Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional