Dirán ustedes que se me ha ido la pinza – y a lo mejor aciertan- y que de protocolo no tengo ni idea -ahí a lo mejor yerran- pero he encontrado una relación entre protocolo y espiritismo, de lo cual voy a intentar convencerles si siguen leyendo esta entrada.
Para empezar y por poner seriedad al tema, no es que vea espíritus que me hablen de protocolo, o se me aparezca el espíritu de un maestro de ceremonias de la corte en la que no se ponía el sol y me cuente sus cuitas, no va por ahí la cosa, el tema es mundano y protocolero.
Lo que da de sí una visita privada a un gabinete espiritista
El martes pasado asistí a una visita privada organizada por los amigos del Museo del Romanticismo para ver dos cuadros de El Hispaleto (Manuel García Martínez, 1836-1898) de reciente adquisición y hablar de la moda del espiritismo en el siglo XIX. Los cuadros, de pequeño tamaño, cuelgan a ambos lados de la pared en una pequeña sala de paso que se ha ambientado como un gabinete espiritista de la época. Ni que decir tiene que la temática de los cuadros gira en torno al espiritismo, tema del que confieso mi absoluta ignorancia, pero que me pareció curioso.
Fue una visita muy productiva, no solo porque de ella salió la idea para la entrada de hoy, sino también porque en los apenas 45’ que duró, aprendí un montón de cosas que ignoraba completamente, como era la moda espiritista que corrió por Europa a mediados del XIX procedente de Estados Unidos. La moda recaló en España causando furor entre todas las clases, especialmente las acomodadas, y aparecieron los médiums, las sociedades espiritistas, y los periódicos espiritistas. De todo esto fue dando cuenta el historiador que nos acompañó en la visita, cuyos conocimientos y la forma de conectarlos con objetos y sujetos, fueron fundamentales para mantener nuestro interés y, en mi caso, para seguir informándome del particular tras la visita.
Allí se habló de mesas parlantes, mesas giratorias, magnetismo, psicógrafos y formas comunes de transmitir mensajes desde el más allá. También de cómo dieron cuenta los periódicos y las publicaciones médicas serias de esa fiebre espiritista. Y, como no, de fraudes y bromas a cuenta de este tipo de prácticas, como el fotógrafo que limpiaba mal los vidrios del daguerrotipo y al hacer una nueva fotografía aparecía un espíritu tras el retratado.
Al hilo de sus explicaciones y para mostrar el interés que había en España por el tema, nuestro historiador-guía mencionó una sesión de espiritismo en Aranjuez celebrada en mayo de 1853 y ahí encontré el hilo de donde tirar para esta entrada.
El momento y lugar en el que se cruzan protocolo y espiritismo
Ni que decir tiene que me puse a buscar aquella sesión espiritista del 8 de mayo de 1853 y la del día 9, que es la interesante desde el punto de vista del protocolo. La primera de ellas aparece recogida en La España el día 10 de mayo, en El Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia, el día 15 y en La Ilustración del 21 del mismo mes. De la del día 9 la cita que tengo es de referencia, a través de un artículo en el que recoge la publicación aparecida en El Heraldo Médico, de 19 de mayo de 1853:
«Habiéndose hecho con tanta felicidad, en la noche del 8 [de mayo], por una familia residente hoy en Aranjuez, los experimentos magnéticos (…) S.M. la Reina Isabel, que supo a los pocos momentos su buen éxito, quiso presenciar su repetición al día siguiente, 9. En ese día por la mañana ya las mismas personas del 8 habían descubierto la aplicación feliz a otros muchos objetos además de las mesas y principalmente al cuerpo humano. Para presenciar todo esto, S.M. la Reina Isabel, S.M. el Rey y S.A.R. la Serenísima Señor a Princesa de Asturias, con sus respectivas servidumbres, fueron a las 5 de la tarde a la casa de recreo, llamada del Labrador, adonde concurrió también, por invitación de su augusta hija, S.M. la Reina Madre, acompañada de sus dos hijas mayores y del Dr. Rubio. Por altos miramientos y precaución prudentísima no tomaron parte alguna, ni la más mínima, en estos experimentos, ni S.M. la Reina Isabel, ni el ama de cría de la augusta Princesa. Todo se hizo por los demás circunstantes, teniendo S.M. la dignación de llamar a su presencia a los caballerizos de campo y oficiales de las escoltas para que viesen lo que nunca habían visto o experimentasen en sí mismos los efectos de la cadena magnética que sobre ellos hacían sus compañeros. La marcha de progresión en ambos rumbos, como el girar de las mesas, como la aplicación de la cadena al cuerpo humano y, en suma, cuantas tentativas se hicieron tuvieron el éxito más completo. SS.MM. se retiraron a su real palacio agradablemente sorprendidos ya bien entrada la noche”.
El Heraldo Médico, 19 de mayo de 1853, en González de Pablo, A., «Sobre los inicios del Espiritismo en España«. Asclepio, 2006, vol. LVIII, nº2, julio diciembre, 63-69.
Et voilà, aquí está la relación, en ese momento se produjo el encuentro entre protocolo y espiritismo. La real familia necesitó un cortejo para acudir a la casa del Labrador. La “servidumbre” -que no son los sirvientes- “caballerizos y oficiales de las escoltas”, la componían los nobles al servicio de la reina, y que la acompañaban en todos sus desplazamientos. Este cortejo requería un estricto orden marcado por el protocolo. Me dirán que está cogido con alfileres, pero yo no lo veo así.
¿Qué tipo de sesión espiritista presenciaron Isabel II y su familia?
Seguramente la misma que la celebrada el día 8 cuyo detalle encontramos en La España el día 10 y que de manera gráfica recoge La Ilustración en la imagen destacada de esta entrada:
“Se hizo uso de una mesa redonda de cuatro patas, de pino pintado, y cuyo tablero tiene una vara de diámetro. Seis personas hicieron sobre ella la cadena y a los diez minutos empezó a girar de izquierda a derecha con tal rapidez, que era muy difícil seguirla. El movimiento continuaba mientras no se rompía la cadena. Otra mesa redonda, de caoba, mayor que esta, también giró con el mismo número de personas formando cadena, pero tardando algo más en ponerse en movimiento. La cadena se rompió algunas veces para explicar el júbilo con el palmoteo”.
La España, 10 de mayo de 1853. Hemeroteca Digital.
La “cadena” que menciona el artículo era el ritual necesario para que el espiritismo funcionase. Para formarla se situaban todos alrededor de la mesa y tomando una serie de precauciones:
“Los vestidos de cada uno no deben tocar a los que tiene al lado. Las sillas deben estar a cierta, aunque indeterminada distancia unas de otras. Las personas sentadas, ni deben tocarse con los pies, ni tocar a los pies de la mesa, ni los circunstantes deben tocar a los operadores ni a sus sillas. Dichas personas no han de estar en comunicación con la mesa más que por la cadena, que se forma poniendo cada uno sus manos ligeramente sobre la mesa, y tocando únicamente con sus dedos meñiques las manos de sus vecinos, de tal suerte que, el dedo pequeño de la mano derecha se apoye sobre el dedo pequeño de la mano izquierda del vecino de su derecha”.
La España, 10 de mayo de 1853. Hemeroteca Digital
A modo de conclusión
Entre ustedes y yo, lo de que la reina no participase, no me lo creo. Como dice mi amigo Miguel del Amo: “¡Menuda era mi amiga!”. Por cierto, a Miguel le dedico esta entrada ya que, si hay un conocedor del Museo del Romanticismo. ese es él. Cada sala, jarrón, cuadro, alfombra, vestido o silla pasa por su escáner visual, siendo capaz de encontrar y apreciar el mínimo y fino detalle que conecta al objeto con su propietario. Con esta entrada a lo mejor le sorprendo.
Fuentes:
La España 10 de mayo 1853; El Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia, 15 de mayo de 1853 y La Ilustración, 21 de mayo de 1853. Disponibles en la Hemeroteca Digital.
González de Pablo, A. (2006) «Sobre los inicios del espiritismo en España«. Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, 2006, vol LVIII, nº2, julio-diciembre, págs. 63-96.