No sé por qué al encontrar la imagen destacada de este post me he acordado de aquella película de aventuras de Richard Thorpe “Todos los hermanos fueron valientes” (All the brothers were valiant) y he parafraseado la primera parte del título de esta entrada (¿los espíritus de la mesa giratoria de la semana pasada?). De antemano les digo que los protagonistas no tienen nada que ver con Robert Taylor o Stewart Granger y que no es una película lo que aquí les voy a contar, aunque el tema haya dado y seguirá dando para películas y series. Todo ocurrió de verdad (al menos en parte, porque me he permitido añadir algo de mi propia cosecha, o de producción propia, que se dice en moderno).
Les voy a hablar de Napoleón y de su familia. Una familia muy real o llena de royals, que diríamos hoy. No hay nada para afianzarse como rey que rodearse de realeza, y si los reyes que tienes alrededor no te tragan, los nombras tú y sanseacabó. Eso le pasó a Napoleón, todos sus hermanos fueron reyes, salvo uno, sus hermanas princesas y alguna reina, la casada con el “cuñao” (que quieren que les diga, cuando hablo de compadreo prefiero decirlo así). Eso sí, todos ellos son lo que denominaríamos brand new kings, es decir, puestos a dedo por el patriarca.
De todos ellos el que mejor parado salió fue Jean Baptiste Bernadotte, que fue designado rey de Suecia -aunque no por su concuñado Napoleón- y ahí siguen sus descendientes, luciendo coronas, diademas, joyas y brilli-brilli de la misma Josefina Beauharnais (como la de los Camafeos). Por cierto, una de las nietas de Josefina fue reina de aquel país por matrimonio con Oscar de Suecia en 1823. ¡Todo quedaba en casa!.
Nepotismo o Napotismo
El diccionario de la lengua española define el nepotismo como “la utilización de un cargo para designar a familiares o amigos en determinados empleos o concederles otros tipos de favores, al margen del principio de mérito y capacidad” y ofrece como sinónimos de nepotismo entre otros: amiguismo, favoritismo, enchufe.
Que levante la mano el que no conozca casos de nepotismo, favoritismo y enchufe. Esos puestos de trabajo copados por familiares y amigos; cargos y ocupaciones para los que no están preparados y de los que hacen alarde para desesperación de funcionarios con su oposición aprobada (en el caso de puestos en la administración pública), o compañeros de trabajo (en el caso de empresas), que curran de sol a sol para sacar los temas adelante.
Napoleón bordó el término nepotismo, tal es así que he decidido cambiarlo por napotismo. Creó su propia Casa Real y colocó a toda su parentela. Y la parentela, tanto la propia como la de Josefina, comenzó a casarse entre ella … un culebrón. En lo de los casamientos, también metió la mano el amigo Napoleón; si no le gustaba una cuñada, obligaba al hermano a divorciarse y a casarse con otra que incorporase un mayor beneficio a la dinastía.
Los royals de Napoleón y el protocolo
He tenido que hacer una tabla de Excel, para aclararme porque la cosa tiene su aquel.
Luis Napoleón Bonaparte | Luis I de Holanda | 1806-1810 |
José Bonaparte | José I de España | 1808-1813 |
Jerónimo Bonaparte | Jerónimo I de Westfalia | 1807-1813 |
Joachim Murat | Joaquín I de Nápoles | 1808-1815 |
Murat estaba casado con Carolina Bonaparte, hermana de Napoleón, con lo que en este caso tenía un dos por uno, rey amiguete y hermana reina.
Las otras hermanas tampoco quedaron mal colocadas, Elisa entre otros títulos podía presumir del de Princesa de Luca y Piombino y Paulina el de Princesa de Borghese, aparte del de princesas de Francia que ya de por sí ostentaban.
El hermano Luciano no fue agraciado con ningún reino, no se llevaba bien con el emperador, pero fue nombrado Príncipe de Canino por Pío VII y de Musignano por León XII, títulos que le fueron otorgados por ambos Papas en recompensa por los servicios prestados.
¿Cómo sería una comida familiar con tanta realeza?
Comenté al principio que una parte era de producción propia pues he aquí el fruto de mi cosecha.
Imaginemos una comida familiar en casa de Napoleón (digo casa y ustedes ya me entienden), pongamos en 1809, un año en el que todos ellos lucían corona y el emperador aún estaba casado con Josefina. No quiero ni pensar en los dolores de cabeza del “compañero de protocolo” (fina ironía) que tuviera que montar la mesa y poner a cada uno en su puesto.
Tendría como mínimo estas tareas:
Primera: hacer un listado de monarcas por antigüedad en el trono y en caso de coincidencia le darían mayor precedencia al “cuñao” (por el doble vínculo, esto me lo he inventado, pero queda muy sesudo). No nos olvidemos de las consortes, mujeres con suerte por haber emparentado con tan buona-parte (que en el fondo es lo que significa el apellido de esta familia). Suerte en algún caso efímera, pero suerte mientras duró.
Segunda: listado de príncipes, princesas y sus consortes.
Tercera: elegir el tipo de mesa y de presidencia (francesa, por supuesto), y sistema de ordenación de invitados, procurando alternancia de sexos y que los matrimonios no quedasen ni juntos, ni enfrentados ni en la misma banda. ¿Cómo se llama eso? Ah si, la famosa “ley del descanso matrimonial” (a mí que me expliquen en qué código aparece y en ese momento incluiré la expresión tan cursi en mi vocabulario).
No se ustedes pero yo los imagino allí sentados, a ellos con sus casacas llenas de medallas y a ellas con sus vestidos imperio, diademas, joyas grandes y brillantes.
Aunque a los postres, ya un poquito achispados todos (salvo Pepe que era abstemio) serían como cualquier familia en la que hay que convivir entre “cuñaos” como buenamente se puede. Los imagino ya sin casacas, remangados, alguno con la diadema de su señora en la cabeza, contando batallitas, en fin, que el glamour y el lujo habrían desaparecido. Seguro que en la mesa se oirían comentarios de este tipo:
“Anda que el Murat, menudo pelo. Si parece un perrito de aguas. ¿Se peinará con un peine o con un rastrillo?”
“Calla, Pepe, que te va a oír y te va a llamar bombilla. Bueno bombilla no, que todavía no se ha inventado”
“Napo, en el cuadro de la Consagración ¿no te pintan media vara más alto de lo que eres? Deja que te mida con el metro[1] que trae la costurera de mi señora en el bolso”
“Josefina, querida, se te ha caído un camafeo en la crème brûlée”.
Real como la vida misma.
A modo de conclusión
Bromas aparte, es muy interesante la forma en la que Napoleón planeó controlar toda Europa mediante reyes-títere a los que poder manejar a su antojo. Llevó la estrategia del campo de batalla a la geopolítica, desafortunadamente para él no salió como pensaba. Aunque su dinastía sigue ahí con un príncipe Napoleón descendiente de Jerónimo Bonaparte como jefe de la Casa Real, que se dedica a las finanzas (donde, por cierto, se libran grandes batallas).
[1] El sistema métrico data de la Revolución Francesa.
Los datos reales de la familia Bonaparte los he encontrado en Biografía de Familia Bonaparte (biografiasyvidas.com)
La imagen destacada del blog: Caricatura satírica de la Casa Bonaparte titulada «El juego de las cuatro esquinas o de los cinco hermanos» (1807). Digital Bodleian.