El pasado jueves tuve el privilegio de visitar -invitada por la Biblioteca Nacional– la biblioteca del Museo Lázaro Galdiano. Había ido al Museo pero nunca a su biblioteca así que con otros 20 afortunados, allí acudí, a ver qué tesoros hay en sus anaqueles.
El primer libro que pude ver de cerca (a menos de 50 cm.) fue el del «Ceremonial de la Coronación de los Reyes de Aragón» (fue de chiripa, no era una visita de protocolo ni nada parecido). A este siguieron: un incunable de Colonna – Hyperotonomachia Poliphili– y la Biblia políglota del Cardenal Cisneros. No faltaron libros de horas, o una primera edición de la segunda parte de «El Quijote», la Biblia Regia e incluso un Corán. Las explicaciones corrieron a cargo del Director de la Biblioteca, Juan Antonio Yebes, sus grandes conocimientos, entusiasmo y amor a su profesión enseguida conquistaron a la concurrencia, fue magnífico.
Algo que llamó mi atención fue un Album de Amigos, uno de esos álbumes románticos de mediados del siglo XIX en el que las damas aristocráticas iban coleccionando: dedicatorias, poesías, partituras, dibujos e incluso fotografías. El que hojeó para nosotros el director de la biblioteca era el de María de los Dolores Perinat y Ochoa, y en él había firmas de lo más granado de la cultura y la política de la época, e incluso un autógrafo de Víctor Hugo.
Pasando sus páginas descubrimos que nuestro anfitrión era un experto en este tipo de manuscritos, incluso uno de ellos, el de Paulina Contreras de Alarcón, forma parte de una de sus publicaciones.
Un anaquel lleno de joyas el de esta biblioteca, alguna de las cuales se podía contemplar en una exposición: «Documentos en pinturas: Diplomacia, Historia y Arte«.
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