Embajadores extraordinarios enviados por el rey de Annam (hoy parte de Vietnam) llegaron a España de visita en 1878 y fueron recibidos en Audiencia Pública por SS.MM. los Reyes en el Salón del Trono del Palacio Real. Esta visita fue recogida en La Ilustración Española y Americana de 22 de mayo y en su relato encontramos apuntes de interculturalidad.
Embajadores extraordinarios: audiencia y regalos
Los embajadores extraordinarios acudieron a Palacio en «coches de la Real Casa, acompañándolos el primer introductor de embajadores y (…) un teniente de navío de la Armada Nacional«. Hay que señalar que en el siglo XIX se daba el nombre de embajadores extraordinarios a los embajadores no residentes con una misión temporal (en este caso era «estrechar los lazos de amistad» con España)
Estos embajadores traían una carta autógrafa del Rey de Annam y varios regalos que fueron gustosamente aceptados por el Rey, quien asimismo expresó palabras de agradecimiento hacia quien se los enviaba y entregaba. Los regalos estaban en una sala contigua al Salón del Trono, a la que entraron SS.MM. los Reyes, los embajadores extraordinarios, los Ministros y los altos dignatarios de la Corte que iban a asistir a la Audiencia Pública. Los regalos que estos personajes entregaron al Rey Alfonso XII, en nombre del rey de Annam, según detalla La Ilustración fueron los siguientes: «dos colmillos de elegante, dos cajas con ricas telas de seda, medallas de oro y finísima canela en rama, y dos cajas más (…) de ébano con incrustaciones de marfil«.
Rango de los embajadores extraordinarios
Los embajadores extraordinarios eran: «Tres personajes principales» que según cuenta el semanario tenían el siguiente rango, de mayor a menor: el primer embajador que era «el primer asesor del Ministerio del Interior en Annam». El segundo embajador era «miembro de la familia real de Annam y mandarín superior del Ministerio de los Ritos«. El tercer miembro de esta embajada extraordinaria era «consejero del Ministerio de Obras Públicas de Annam«.
Venían acompañados de: un Secretario-intérprete, que era «católico, presbítero de la Congregación de las Misiones extranjeras y mandarín superior (…) dignidad civil que posee con la autorización de la Santa Sede«; dos letrados, «uno de los cuales ejerce el cargo de cronista« y algunos criados.
Embajadores extraordinarios: etiqueta
La Ilustración se detiene en la explicación de la etiqueta que vestían los embajadores extraordinarios (debió ser muy vistosa y digna de contemplar por quienes asistieron a la Audiencia Pública). Los tres personajes principales iban vestidos con «anchas túnicas de seda de colores, con bordados en oro (…) sujetas con un (…) cinturón, cuyos extremos salen por los lados a manera de alas; cubren su cabeza con un gorro (…) [con] bordados de oro, y que tiene en la parte posterior una especie de broche; al cual están adheridas (…) dos largas palas que figuran abanicos transparentes; calzan los pies con gruesas zapatillas coloradas».
Un apunte de interculturalidad
Los embajadores llevaban en la mano izquierda una plegadera «a la cual están mirando constantemente mientras dirigen la palabra a un superior a fin de no distraerse, porque cualquier distracción sería castigada severamente con arreglo a las leyes del país [Annam]».
Terminada la audiencia, pasaron a ofrecer sus respetos a S.A.R. la Princesa de Asturias, tras lo cual «se retiraron a su alojamiento en los mismos carruajes que los habían conducido al real Palacio y con los honores de costumbre«; dejando Madrid el 25 de mayo, rumbo a su país.
Toda una lección de protocolo, etiqueta, y usos y costumbres internacionales en un pequeño artículo comentando un grabado de La Ilustración Española y Americana, que recoge a los embajadores extraordinarios en el momento de abandonar el Salón del Trono para dirigirse a cumplimentar a la princesa de Asturias.
1 comentario
Felicidades por acercarnos a este episodio. Un cordial saludo desde México