La semana pasada estaba tan melosa la red que me he propuesto cambiar de paradigma -que dicen los modernos- y hablar de banquetes y peines, y con lo de peine no me refiero ni al utensilio para desenredar el pelo, ni a la recomendación de ir peinado a un banquete, que eso lo doy por hecho (aunque hay algunos estilismos que dejan bastante que desear, por cierto), ni tan siquiera a algo «tan de protocolo» como peinar las listas de invitados. De lo que vamos a hablar es de mesas de banquete en peine, tan vistosas como complicadas de numerar. A veces pienso que el que inventó la mesa en peine lo hizo solo para fastidiar a los de protocolo –“para pillar”, como dicen mis sobrinos cuando comentan las preguntas de un examen- con el único objetivo de que la numeración de los puestos les quite el sueño y les de dolor de cabeza.
Bromas aparte, que levante la mano el/la que cuando le piden una mesa en peine no se pone a sudar tinta (o jurar en arameo) porque el tema de la numeración, al no ser un formato habitual, se las trae.
Por cierto, la mesa en peine no es un invento de finales del siglo XX, la que les traigo aquí y comentaré en el primer epígrafe es de principios de 1878. Tendemos a pensar que antaño no se utilizaban estas producciones tan sofisticadas y erramos.
Mesa en peine de antaño: un banquete de agradecimiento
La mesa que aparece en la imagen destacada de esta entrada se utilizó para un banquete celebrado un 4 de febrero de 1878. El acto fue organizado por el propietario del periódico “La Correspondencia de España” para agradecer a artistas, industriales y fabricantes de España su contribución para un regalo de boda a la reina María de las Mercedes. Por cierto, el antedicho regalo estaba formado íntegramente por objetos de fabricación española.
El banquete lo recogió en detalle el periódico del anfitrión del día siguiente, pero para las ilustraciones y algún detalle más, recurriremos a La Ilustración Española y Americana.
Objetivo del acto
Los actos no se organizan “porque sí” siempre hay un objetivo, el “para qué” y este acto también tuvo el suyo: “Estrechar los lazos de unión, afecto y apoyo mutuo que deben existir entre los trabajadores de un país, y a la vez demostrar su gratitud a los artistas, industriales, fabricantes, etc. que han contribuido al Regalo de boda a S.M. la Reina”.
Algunos detalles técnicos: invitados, hora y lugar
Al banquete asistieron 315 invitados que empezaron a llegar a las 19:00 horas y entraron en el salón a las 20:00, momento en el que empezó la cena. Los invitados eran todos hombres, las señoras estaban en los palcos siguiendo el banquete y apreciando “lo animadísimo de la reunión”, para ellas era como ir a la representación teatral de un banquete.
El banquete terminó a las 22:00 horas y tras él el anfitrión pronunció un brindis que fue respondido por algunos miembros de la presidencia, cerrando el ministro con su intervención. A continuación en anfitrión dio las gracias a los asistentes y a los intervinientes, concluyendo el acto con “ardientes aclamaciones de aplauso y entusiasmo (…) vivas al rey y a la reina”.
El lugar elegido fue el Teatro Alhambra (1) que “ofrecía un golpe de vista magnífico, y la profusión de luces hacía resaltar con mayor belleza la artística restauración que ha mejorado el local notablemente. La sala se prolongaba hasta el fondo del escenario donde lucía una decoración árabe del mejor gusto y en armonía completa con los adornos de todo el teatro” (La Correspondencia).
Presidencia e invitados
Anfitrión y comité organizador tomaron “asiento en una mesa colocada en el punto más elevado del escenario, ocupando la presidencia [el anfitrión] y sentándose a su derecha el ministro de Fomento y a su izquierda el gobernador de Madrid” (de aquí sacamos una conclusión inmediata: el anfitrión no cedió su puesto).
Un menú para llevar el “táper”
El menú fue contundente, para ser una cena, de los que hoy diríamos aquello de “me llevo el táper” (palabra recogida en el diccionario de la Lengua, por cierto). La Correspondencia incluye el listado de platos que se sirvieron (no su orden): paella a la valenciana; frito a la española; bacalao a la vizcaína; pavo en pepitoria; cordero asado; jamón en dulce. Para el postre un variado de: arroz con leche; manguitos; sorbetes; quesos; postres y café; se sirvió además un “plato colosal de nata que los dueños del establecimiento Flor y Nata de Madrid, regalaron para este banquete”.
Todo ello se regó abundantemente con vinos del país: Valdepeñas; Priorato; espumoso de Reus y sidra de Gijón.
La mesa en peine
El detalle gráfico de la mesa lo vemos en La Ilustración Española y Americana de 15 de febrero de 1878. Es una mesa en peine a la que le falta una púa (o diente), una quinta mesa rectangular, y cuyo espacio se ha destinado al servicio de los comensales.
Gracias a la ilustración de Comba podemos distinguir con nitidez los puestos centrales de la presidencia y cómo se hace destacar la misma en el momento de ofrecer el brindis por parte del anfitrión. También podemos ver a las señoras ocupando la zona de palcos.
Mesa en peine de hogaño: la importancia de una correcta numeración de puestos
Recuerdo que, cuando era estudiante, me costó bastante comprender el tema de la numeración de una mesa en peine. He de decir que nunca memorizo nada que no sea indispensable, prefiero comprender el cómo y tener localizado el dónde (dónde buscar información, se entiende). Una vez comprendido el cómo me hice con un libro -el dónde- que desde entonces es mi manual de cabecera para estos asuntos: El arte de invitar de José Antonio de Urbina.
Mesas en peine: la clave está en la numeración
Ofrece José Antonio de Urbina dos esquemas para la numeración de puestos de mesas en peine -con mesa presidencial integrada o separada de las mesas que lo componen- con una advertencia: la banda interior de la mesa presidencial no debe ocuparse nunca, ya que si se ocupase, esos puestos estarían dando la espalda a los invitados del resto de mesas.
Una vez numerados los puestos comienza la tarea de situar en su lugar a cada uno de nuestros invitados, no solo a los que componen la mesa de la presidencia. Hay ocasiones en que solo se protocoliza la mesa de la presidencia y el resto se deja semi o sin protocolizar; pero en otras -la mayoría- hay que protocolizar todas la mesas, y ahí empiezan los dolores de cabeza. Dolores relacionados con: peinar las listas de invitados; no saltarse los rangos; que hablen un idioma común; que no sean enemigos irreconciliables; etc., etc., etc. A lo que hay que añadir ¿y si me fallan 34 y 56? (y sus respectivos acompañantes).
A modo de conclusión
Los banquetes y sus mesas, antaño y hogaño, muestran todo un despliegue de creatividad en su montaje. El objetivo final (además del general-expreso que se proponga para cada acto, como hemos visto ut supra para este de 1878) es el de agasajar y que los invitados se vayan con un buen recuerdo de esa cena en la que se sirvió un exquisito menú. Los de protocolo y organización de eventos lidian con el montaje del puzzle, la numeración de puestos y la distribución de los invitados en las mesas, que tiene que contribuir a la consecución del objetivo general y expreso, y también el final. Para los de protocolo siempre será mucho más importante el objetivo final, ya que es el que da cuenta de su saber hacer.
- (1) El teatro Alhambra, hoy desaparecido, estaba situado en la calle de la Libertad esquina a la de San Marcos (en el barrio de Chueca). A finales del siglo XIX pasó a denominarse Teatro Moderno. Como todas las salas teatrales de la época albergaba todo tipo de espectáculos, y se utilizaba también para banquetes, bailes de máscaras, mítines, convenciones, etc.
Fuentes de texto e imagen destacada: los medios mencionados en el texto disponibles en la Hemeroteca Digital Hispánica.
José A. de Urbina, El Arte de Invitar, Ed. Temas de Hoy, 2000