Unas vacaciones como las de antaño, en las que se cerraba una casa y se abría otra en San Sebastián, Santander, Gijón o A Coruña. Eran unas vacaciones que requerían tiempo para preparar los baúles con la ropa de temporada, ventilar la casa que se abría, retirar guardapolvos, encerar muebles, etc. En las que se coincidía con las amistades, se organizaban fiestas o se paseaba por la playa con sombrilla, solo para sentir la brisa fresca en la piel (como las señoras que vemos en esta ilustración)… esas son las que a mí me gustaría tener, para que voy a engañarles. Afortunadamente aún me las puedo permitir gracias al cine y la literatura, por cierto.
Volviendo a la realidad, se termina junio y todos empezamos a hablar de vacaciones. El periodo estival invita al descanso y eso es lo que vamos a hacer en Protocolo con Corsé, tomarnos «un merecido descanso» (como dicen las revistas del corazón cuando hablan de las vacaciones de las famosas). Aunque el descanso no va a ser del todo real, porque la sección #refraneroprotocolero seguirá publicándose, si dejaremos descansar a nuestros personajes habituales y las ceremonias en las que participaron, a las palabras y a los libros que seguirán en el anaquel esperando a que termine el verano para volver a la vida.
Como aquellos viajeros (que no turistas) de finales del XIX y principios del XX volveremos tras el verano, con los baúles cargados de historias sobre protocolo y eventos en el pasado, para hablar de ellas en este blog y compartirlas con todos ustedes.
¡Feliz Verano y Feliz Descanso!
Ilustración: Revista «La última moda» 05/07/1918. Disponible en Hemeroteca Digital. Biblioteca Nacional
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