¿Quién no ha usado disculpas, excusas o pretextos para no hacer algo? ¡Lo suponía!. Estamos tan habituados a utilizarlos que ya forman parte de nuestra vida de relación social y el que no sabe hacerlo es mirado como un bicho raro: “Pero ¿vas a ir? Yo que tú le habría dicho que mi abuelo/a enfermo/a”.
Disculpas y excusas son gestos de cortesía que muestran el respeto que tenemos hacia quien nos ha invitado y hay que anular ese compromiso social, o disculpar nuestra asistencia al mismo; también cuando llegamos tarde o incluso se nos olvida que hemos quedado y no acudimos a la cita. Son situaciones que ponen a prueba nuestra cortesía en el trato social y salir airosos de las mismas es fácil si somos honestos y decimos la verdad. Porque la disculpa ha de ser sincera. Mediante ella justificamos nuestro comportamiento, dando explicaciones por lo que ha sucedido, intentando buscar la comprensión de nuestro interlocutor.
Partimos de la base de que nos invitan y vamos a decir que no. No vamos a tocar el supuesto de que nos han invitado, hemos dicho que sí, pero nos lo hemos pensado mejor -o nos ha surgido otra cosa más apetecible- y nos inventamos algo para decir que no vamos. Es decir un: «donde dije «digo» digo «Diego«. ¡El número 1 de la gente descortés!.
¿Cómo pedir disculpas?
Por cualquiera de los distintos canales de comunicación a nuestra disposición: correo electrónico, correo ordinario, teléfono, whatsapp, Facebook, etc. aunque lo mejor es pedir disculpas cara a cara, sin duda la fórmula más efectiva por la cercanía que transmite nuestra presencia.
¿Cómo excuso mi asistencia a un evento?
Partimos de la base de que siempre hay que manifestarse, tanto para decir que se asiste como para lo contrario. El modo en que lo hagamos dependerá del tipo de invitación que nos hayan enviado. A menudo las invitaciones incluyen una pequeña tarjeta en la que señalamos si tenemos previsto asistir o no; otras veces un teléfono para confirmar asistencia, en ambos la situación es fácil de resolver. No hay dar más explicaciones, con un “agradezco la invitación pero no puedo asistir/tengo un compromiso previo”, es suficiente. El problema surge cuando nos entregan la invitación en mano y nos dicen que esperan que vayamos.
Cuando alguien nos invita de esta forma lo importante es no precipitarse en la respuesta; agradece a invitación y tómate un tiempo para pensarlo. Si dices “Si” y luego no puedes, quedas fatal. Conviene meditar sobre el tipo de evento al que te han invitado (personal o profesional; habitual o extraordinario), la persona que lo ha hecho (amigo, familiar, jefe) y las consecuencias de tu no asistencia (tanto a nivel personal como profesional).
Si te invitan a algo que no te gusta, dilo claramente: “Muchas gracias por la invitación, pero no me gusta el fútbol”, por ejemplo. Si tu interlocutor te conoce bien, ya sabrá lo del fútbol y no te invitará, pero si no lo sabe, ese es el momento en el que se enterará, y hará bien en no insistir, ya que nadie puede pretender que a todo el mundo le guste lo que a él le gusta.
Cuando te inviten a algo y la respuesta vaya a ser “no”, hazlo siempre en forma positiva. ¿Cómo se hace una negativa positiva?, mostrando interés por el evento. Por ejemplo “Estaría encantado en asistir si hubiera sido a las 19.00, pero al empezar a las 18.00 me resulta imposible porque no he salido de mi trabajo a esa hora”, “Si hubiera sido el viernes había asistido encantada, tengo toda la tarde libre”. Nunca digas “Si me lo hubieras dicho antes no me habría comprometido con…” (intentando pasarle la responsabilidad de tu negativa a tu interlocutor).
¿Me han invitado a una boda y no sé cómo rechazar la invitación? Como en el supuesto anterior, lo suyo sería ser sincero y decir un “no” lo más cortés posible. Si no tienes mucha confianza con quien te ha invitado o la tienes y no quieres herir sus sentimientos (estos son los dos primeros pretextos que dan seguridad a un “mentirosillo” de que al rechazar la invitación está haciendo lo correcto) te inventas un pretexto –al que llamas “mentirijilla”- y sales del paso: “Esa semana estoy fuera por trabajo”.
El pretexto
El pretexto es según la RAE “el motivo o causa simulada o aparente que se alega para hacer algo o excusarse de no haberlo ejecutado”. El pretexto lo empleamos a todas horas para explicar nuestras acciones u omisiones; habitualmente recurrimos a la mentira o a algo que no es totalmente cierto para argumentar el pretexto, a la “mentirijilla”.
Los pretextos más recurrentes son los que tienen base en los quehaceres diarios: el trabajo, la casa, las responsabilidades familiares, la salud, etc. Sin darnos cuenta tendemos a usar siempre el mismo pretexto o somos tan creativos en la elaboración del mismo, que es increíble desde que abrimos la boca.
La próxima vez que te inviten y no tengas intención de ir, piensa bien antes de inventarte un pretexto, se honesto y excusa tu asistencia correctamente. Disculparte no te hace impopular, pero si te pillan mintiendo haces el ridículo y eso sucede porque Murphy existe y es especialista en pillar a quien circula habitualmente por la delgada línea que separa la verdad de la mentira. El refrán “Se coge antes a un mentiroso que a un cojo” es la verdad más verdadera que conozco.
Fuente de la imagen: Imagen de Gerd Altmann en Pixabay
Este post es una revisión del publicado por su autora en Protocol Bloggers Point el 10/02/2016