Que me gustan los libros antiguos, a estas alturas cuando ya hay siete que he compartido con ustedes, creo que está fuera de toda duda. Hace algún tiempo, comprando un mapa antiguo en una librería anticuaria, pregunté -como hago siempre- por libros de urbanidad, buenas maneras, etc. y el librero me regaló un pequeño librito, en el que el había insertado la publicidad de su librería que llevaba por título «Premio de Urbanidad». En la contraportada aparecía el título real del libro «Nociones de moral civil, o reglas de buena crianza para instrucción de los niños«, pero no su autor, al llegar a casa busqué en Google y lo encontré (Ezequiel Torrecilla, 1856), para mi sorpresa el libro estaba digitalizado en el enlace que he compartido con ustedes.
¿Qué son esas reglas de buena crianza o de civilidad? el autor comienza diciendo lo que no son «un simple convenio ni una etiqueta inútil«, bien al contrario son leyes nacidas de la necesidad de la vida en común y con base en un solo principio «haz a los demás lo que tú quieras que a tí te hagan«. Según el autor estas leyes fueron establecidas por hombres doctos y bien criados «en los países cultos […] con el fin de hacer agradable el trato recíproco de los hombres que tanto favorece sus intereses, su reposo y sus placeres en toda sociedad«; y una forma de aprender esas leyes es mediante la observación atenta de «las personas instruidas y bien criadas en su ejemplar porte y trato, para hacer lo que ellas hacen«.
La regla básica es no desagradar porque solo siendo agradables podremos tener el trato que favorece la vida en sociedad. Para ello son primordiales conceptos como: limpieza y aseo (se huye de quien está desarreglado y sucio); postura que no manifieste orgullo o vanidad; y ser optimista (se huye del ceñudo y del extremadamente jovial).
Para no desagradar, además, hay que evitar «toda acción indecente, liviana o deshonesta y las que manifiestan demasiada curiosidad«, además los niños deberían evitar «ir corriendo, gritando, cantando o silbando a uso de payos o de gente agreste y sin crianza«.
Ilustración «Pig in a Wig» (1893) Arthur Hughes