Hablábamos en un post anterior del cortejo fúnebre y su significado en el siglo XVII y lo hacíamos en sentido general. Hoy hablamos del cortejo fúnebre de un rey, la ceremonia compleja en la que hay un gran despliegue de ceremonial y protocolo. Es una ceremonia que tiene la calle como escenario y la noche como hora de celebración. Los actores vuelven a ser los mismos que estuvieron con él en la Capilla Ardiente, esta vez ordenados según su estricto rango protocolario y los espectadores el pueblo que ve pasar el cortejo ante sus ojos.
El espectáculo que contemplaban los espectadores era a la vez vistoso y sobrecogedor. Vistoso por la cantidad y calidad de quienes acompañaban (vestidos de luto riguroso) al rey difunto en su último viaje desde el Alcázar hasta el panteón real en San Lorenzo de el Escorial; y sobrecogedor por la hora en que tenía lugar. El traslado se hacía al anochecer para llegar a destino al amanecer, lo que requería un gran despliegue de luminaria, en medio de la oscura noche del XVII. Subraya Varela (1990) como este horario se ajusta –metafóricamente- a “los pasos del recorrido ultramundado del rey: cuerpo y alma, muerte y resurrección” que además –y de una forma ritual- indican que un astro se oculta –el rey muerto- y otro renace, su sucesor.
Esa traslación nocturna guarda relación con los traslados de las reliquias de Santos que desde distintos lugares de la cristiandad, habían llegado a España para su veneración. “El traslado de reliquias, es una liturgia funeraria, pero triunfal, como triunfal era también la comitiva fúnebre de los reyes haciendo su entrada en la morada final. (…) en este sentido, los soberanos fueron tratados a la manera de reliquias (…)”(Soto Caba,1992). No podemos olvidar que el cortejo paraba en cada iglesia, santuario, ermita o capilla del camino para que se le rezara un responso; lo mismo que había pasado con las reliquias.
Ese cortejo, en el que se desfilaba en filas paralelas ofrecía una composición como la que podemos ver –muy esquematizada- en el croquis siguiente, que se ha elaborado siguiendo las explicaciones que sobre el particular nos da Rodríguez Vila:
FUENTES:
- RODRIGUEZ VILLA, A. (1915): Etiquetas de la Casa de Austria. Madrid. Jaime Ratés
- SOTO CABA, V. (2002): Los catafalcos reales del barroco español. Madrid. UNED.
- VARELA, J. (1990): La muerte del rey. El ceremonial funerario de la monarquía española (1500-1885). Madrid. Turner.
IMÁGENES en galería. «Cortejo fúnebre de Carlos V» Capturas de pantalla en:
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