Pues si, mañana es San Isidro día grande en la ciudad de Madrid y día grande también para los agricultores, no nos olvidemos. La fiesta de San Isidro se lleva celebrando en Madrid desde tiempo inmemorial y la celebración se ha ido adaptando a los tiempos, aunque el poso ahí queda. En esta entrada voy a compartir unas impresiones sobre dicha fiesta que aparecen publicadas en La Ilustración Española y Americana de 25 de mayo de 1870, firmadas por C. Frontaura. Me he permitido poner un titular a los párrafos de la crónica y hacer un comentario mínimo porque, salvando las distancias espacio temporales, reflejan aspectos de actualidad.
La fiesta de San Isidro, que nadie la toque
Comentaba el periodista que la romería de San Isidro «es, como si dijéramos la fiesta mayor de Madrid, fiesta que subsistirá en medio de todos los sistemas políticos, y que no podrían quitarle al pueblo de Madrid los mismísimos ateos (…) Si le quitaran al pueblo de Madrid su fiesta de San Isidro, entonces si que se vería un levantamiento espontáneo y unánime, comparados con el cual parecerían motincillos sin importancia todos los pronunciamientos habidos en España, que ya no hay quien no haya perdido la cuenta de cuántos son«.
«Por muy mal humor que tenga Madrid, y no puede tenerlo muy bueno, gracias a las cosas políticas, el día de San Isidro es un día de tregua en el que no es permitido tener mal humor, y así como que parece que el madrileño indiferente a la alegría general, no es un buen hijo de Madrid, no es un buen ahijado de San Isidro Labrador«.
Para romerías, las de antaño
Continúa el periodista haciendo una comparativa nostálgica con las romerías de antaño y señala «la romería ha perdido mucho; antes no faltaba nadie a la romería, desde la más empingorotada dama, hasta el menestral más aburrido (…) nobles y plebeyos, ricos y pobres se confundían en la bulliciosa romería, y el alto funcionario iba con su familia a comer en San Isidro, no en la fonda, sino sobre el mullido césped, ni más ni menos que con la honrada familia del maestro carpintero de enfrente. Hoy, que dicen que somos tan democráticos, dejamos al pueblo sencillo la función, y en lugar de comer sentados en el suelo, comemos en la fonda, y en vez de las sabrosas chuletas o el escabeche con pimientos y tomates, vamos a comer a los restaurants de San Isidro pavo trufé y a beber champagne frappé. La aristocracia, todo lo más que se permite es dar una vuelta en coche. La expansión, la alegría, son para el pueblo soberano. La clase medida, con sus pretensiones de igualarse con la clase elevada, y ésta con sus preocupaciones de política, de negocios, de deudas, etc., etc., no están en la misma buena disposición de ánimo que la gente del estado llano para divertirse en San Isidro«.
Que no falte el vino y alguna reyerta
«¡El vino! Gran número de carros llenos de pellejos de vino, vamos al decir, se consume en la romería de San Isidro; desde algunos días antes de la apertura del buffet van llegando al sitio tirados por seis u ocho mulas que con trabajo pueden mover aquella enormidad de pellejos de vino destinado a dar animación y calor a la fiesta. En Madrid no puede haber fiesta sin vino. Si en San Isidro no hubiera vino, se echarían a llorar muchos devotos con tal desconsuelo como si se les hubiera muerto alguien de la familia«. Si sustituimos vino por cerveza, ya lo tenemos actualizado.
«El vino en San Isidro hace perder la cabeza a quien la tiene más segura«
«Por esto, es de rigor que todos los años haya, en medio de la alegría general, algunas riñas, en las que habla el acero de las de Albacete o silba el plomo de los cachorrillos o de los revólveres, ocasionando algunas heridas graves, algunas leves y alguna que otra muerte violenta de quien no tenía seguramente en su programa de la fiesta anotada esta triste eventualidad«
No hay romería sin baile ¡a mover el esqueleto!
«El baile es un gran elemento de la fiesta. Allí hay baile nacional, baile de ese que consiste en saltar con los brazos abiertos y tocando las castañuelas, al que son por extremo aficionados los soldados de todas armas, baile gallego para el lucimiento de los airosos aguadores y mozos de cuerda, y por último baile serio, es decir wals, redowa, polka (…) y habaneras, habaneras sobre todos. Murgas, ciegos con guitarra o violín, franceses con organillos, saboyanos con arpas tocan a un tiempo para solaz de los diversos grupos de bailadores, y no hay para qué decir si será fácil seguir el compás en medio de aquel desconcierto, lo bueno que tiene es que en San Isidro se baila sin compás; al poco tiempo de haber bebido un porrón o dos de tinto y de estar dando saltos y zapatetas ¿Quién es capaz de llevar el compás?«
Networking amoroso
Las relaciones sociales -eso que ahora llamamos Networking– eran muy importantes en la romería y algún que otro noviazgo surgía en la Pradera, «Las señoritas cursis y los señoritos de la misma categoría, abundan en San Isidro. Las mamás, en busca de una posición social para sus hijas y una chuleta a la milanesa para ellas, recorren la Pradera con su prole, llevando unas ya desde Madrid el correspondiente séquito de novios de las niñas, y encontrando otras allí amigos finos y galantes que no las dejan volver sin haber admitido el obsequio correspondiente, aunque resistiéndose ellas mucho, porque vamos, no les gustan esas cosas, y ya habían almorzado antes de salir de casa, y si al fin aceptan, es porque con el paseo se les ha abierto el apetito y no les hará daño un segundo almuerzo, y sobre todo porque tiene un no se qué el campo, que en el campo todo sabe bien y todo aprovecha«.
A recogerse, que va cayendo la tarde
«A la caída de la tarde es cuando es completa la exposición de borrachos. Hay borrachos de todas clases, a uno le da por la política, y desde la ermita hasta la cuesta de la Vega viene echando un discurso bastante incorrecto, acerca de su liberalismo, discurso que interrumpe cuando se cae definitivamente como un tronco. Otro borracho, que tiene el vino triste, viene muy afligido llorando y diciendo a todo el mundo que su mujer le pega, y si es verdad, hay que confesar que su mujer le trata como merece. Otro da en la manía de desafiar a todo el mundo y, poniéndose en medio del camino cita y provoca a romperse el alma con él a cuantos pasan, haciendo al mismo tiempo el molinete con un palo. Otros tres borrachos, convencidos de que la unión constituye la fuerza van agarrados del brazo, cantando alguna barbaridad o discutiendo sobre sí Rivero es más hombre que Prim, o sobre otro asunto de igual interés, terminando la discusión con los correspondientes palos, que son hoy por cierto las razones más en boga, lo mismo habiendo que no habiendo vino de por medio«.
Cerrando la romería de 1870
«Día de expansión popular, la fiesta de San Isidro es la alegría del pueblo, y el medio de que muchas pequeñas industrias ganen algún provecho. Los vendedores de campanillas y santos de barro, de garbanzos tostados, de rosquillas, de buñuelos, de escabeche, de naranjas, de leche de las Navas, de vinos y licores, de silbatos, de botijos, etc, etc., recogen en la romería dinero bastante acaso para mantenerse el resto del año, y bajo este punto de vista a todos nos deben servir de satisfacción que haya gran entusiasmo por San Isidro, puesto que esta alegría popular redunda en beneficio de infinidad de pobres familias«
«Este año la fiesta ha tenido un aliciente más. Un almuerzo de personajes políticos progresistas. Mandando estos señores, ya se sabe, no se pierde ninguna ocasión de tener un almuerzo«
«Que les haya hecho buen provecho y que de hoy en un año … pero de aquí a un año ¿Cuántas cosas habrán sucedido? … Suceda lo que quiera, lo que no faltará será la romería de San Isidro«.
Fuente del texto disponible en la Hemeroteca Digital Española.
Imagen destacada: elaboración propia sobre grabado publicado en La Ilustración Española y Americana de 25 de mayo de 1870