Seguimos comentando la Etiqueta en la Mesa que aparece en el libro El Buen Gusto, de Ermance Dufaux (1900), que empezamos la semana pasada:
El mayordomo había abierto la puerta del comedor y anunciado: “Señora, la cena está servida”, ya se podía entrar al comedor, pero había que seguir un ritual.
Si el hombre a quien correspondía el puesto de honor no estaba muy claro, los anfitriones se dirigían a él y el anfitrión le suplicaba que le ofreciese su brazo a la anfitriona; ofreciendo el anfitrión el suyo a la dama que debía ocupar su derecha.
Los demás invitados hacían lo propio, con una condición: los jóvenes dejaban escoger a los de mayor edad y si quedaban señoras solas, entraban en el comedor de dos en dos.
Por regla general entraba primero el anfitrión en el comedor, para ayudar a la ordenación de puestos accediendo la anfitriona la última, a fin de no dejar a nadie abandonado en el salón.
Los hombres entraban primero al comedor, para facilitar el paso a las damas que llevaban del brazo.
Se ofrecía el brazo izquierdo, de esa forma quedaba libre la mano derecha para apartar las sillas de la mesa y que las señoras se acomodasen.
Cada invitado debía ocuparse exclusivamente de la invitada que tenía a su derecha, con la que se intercambiaban unas palabras galantes para “romper el hielo”. A ella le ofrecía vino, le servía agua, y le alargaba todo lo que pudiese necesitar. Si la señora de la izquierda no tenía acompañante, debería ocuparse de las dos, eso si, dando preferencia a la que tenía a su derecha.
Al salir del comedor le volvía a ofrecer el brazo izquierdo a su acompañante para ir de nuevo al salón.
Continuará
Cuadros: Beraud; Jean Luis Forain, Sir Henry Cole y Louis Aston Knight
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Gracias Maria! Me parece interesantísimo que nos acerques el buen gusto en la mesa de una firma tan didáctica , os sigo con entusiasmo!
¡Qué pena que se pierdan estas entradas! Son ceremonias olvidadas: ni tiempo ni formas en las cenas de hoy, pero son tan cinematográficas.
Gracias, María! Genial, como tu!