En la entrada del día 30 de mayo hablábamos de las insignias presentes en la coronación del Zar Alejandro III, hoy revisaremos la ceremonia de su coronación que se celebró el 27 de mayo de 1883 y en la que se observó “el ceremonial establecido por la emperatriz Catalina II (…) en su manifiesto de 7 de julio de 1762”, a petición del Zar. De dicha ceremonia dio cuenta en varios números La Ilustración Española y Americana. Si impresionantes eran las joyas de las que les hablaba en la entrada anterior, ya pueden imaginar que la ceremonia de la coronación fue espléndida y su ritual similar al que hemos visto hace apenas un mes en el Reino Unido.
Llegada a Moscú: actividades previas a la coronación
Unos días antes del previsto para la ceremonia, el Zar llegó a Moscú acompañado de “la corte, el Consejo del Imperio, el Sínodo supremo y las tropas de la Guardia (…) y cumplirá con los deberes religiosos que aquel ceremonial impone a los Zares, bien en el palacio de Petrovsky (…) o bien en alguno de los palacios del Kremlim; porque no es el Kremlim (…) un palacio del de Rusia, sino un vasto recinto amurallado y fortificado (…) que encierra varios palacios, catedrales, iglesias, monasterios, numerosas y magníficas construcciones que pertenecen al patrimonio de los es reinantes”.

Los deberes religiosos pre-coronación consistieron en la visita a la capilla de nuestra Señora de Iverski, el día de la entrada en Moscú, y a la Iglesia del Redentor del Mundo, la víspera de la coronación, donde fueron recibidos por el primer vicario de Moscú, detalle que vemos en la imagen.
El lugar de la coronación
La coronación tuvo lugar en la catedral de la Asunción, un templo construido en el siglo XIV en el que se guardaban, como no, gran cantidad de joyas “un candelabro de plata maciza de 48 brazos, que pesa 3.000 libras; un modelo del monte Sinaí, de oro fino, de valía incomparable; una Biblia de gran tamaño, cuyas tapas son también de oro, guarnecidas de piedras preciosas, y cuyas hojas están adornadas con miniaturas bellísimas, del siglo XV; el trono de madera de Vladimiro el Grande, colocado sobre un pedestal de plata y oro, y el cual es objeto de veneración para los monárquicos rusos”.

La ceremonia de coronación
El 27 de mayo a las 10:00 de la mañana comenzó la ceremonia de coronación con la entrada de los Zares en el templo en el que ya les aguardaban todos los invitados.
Gracias a La Ilustración Española y Americana entramos, como un invitado más, en la Iglesia de la Asunción en la que se había levantado una tarima o estrado “revestido de ricos pabellones y colgaduras de terciopelo rojo, con bordados, franjas y borlas de oro, y guarecido bajo magnífico dosel, con escudos imperiales y remates de finas plumas”. Frente al estrado se situaban dos mesas de mármol y ébano, destinadas a las insignias de la coronación, que se habían dispuesto sobre dos cojines de terciopelo rojo. Alrededor del estrado se levantaron “tres tribunas para los príncipes extranjeros y los individuos del Cuerpo diplomático, para los personajes de la familia imperial y para los altos funcionarios de la corte y del Estado”.

Una vez dentro de la iglesia, podemos seguir la secuencia del ceremonial, que pasó por estos hitos:
- A la entrada del templo los Zares fueron recibidos por los metropolitanos de Moscú, Nóvgorod y Kiev.
- A continuación subieron al estrado, tomaron asiento en los tronos y comenzó la ceremonia.
- El metropolitano de Nóvgorod subió al estrado y tras una reverencia al le pidió al que hiciera profesión de fe ortodoxa de viva voz.
- El Zar leyó el Credo en el libro que sostenía el prelado y pronunció después las palabras rituales.
- El metropolitano de Nóvgorod acompañado del de Kiev, presentó al el manto imperial, el Zar tomó el manto y se lo puso. Una vez con el manto puesto se inclinó y recibió la bendición arzobispal.
- Dos funcionarios de la corte subieron al estrado con los cojines que tenían encima las insignias imperiales.
- El Zar tomó la corona y se la puso en la cabeza, tomó el cetro en la mano derecha y el globo del imperio en la izquierda, se volvió a sentar en el trono, mientras los presentes se inclinaban ante él.
- A continuación tuvo lugar la coronación de la Emperatriz, quien se situó de rodillas ante el Emperador; éste tocó la cabeza de su esposa con su propia corona (“para indicar que la hacía partícipe de su grandeza y poderío”) y después le puso la corona más pequeña.
- La Emperatriz accedió al trono imperial.
- A continuación el clero entonó el motete Domine, salvum fac, tras el cual las campanas de la catedral comenzaron a sonar seguidas de las de todas las iglesias de Moscú, indicando que “Alejandro III estaba ya revestido del sagrado carácter de sus antecesores, siguiendo las prácticas tradicionales”.
- Inmediatamente tuvo lugar la ceremonia de la consagración en el interior de la capilla de las sagradas imágenes:
- Los Emperadores bajaron del estrado y se dirigieron a la puerta de la capilla.
- Entró el Zar seguido de los metropolitanos y el alto clero.
- La Zarina permaneció en el dintel, porque las mujeres no podían pisar el interior de la capilla.
- El metropolitano de Nóvgorod «ungió con el óleo bendito, según el ritual, la frente, los párpados, la nariz, los labios las orejas, el pecho y las manos del Zar, y solo la frente de la Zarina, y administró en seguida la comunión a los augustos consagrados”.
Procesión ceremonial
Tras la ceremonia en la Iglesia de la Asunción, se formó una procesión que llevó a los zares a visitar la catedral de San Miguel y la iglesia de la Anunciación, para venerar -según el ritual- las sagradas imágenes de las mismas.

La procesión ceremonial tenía esta composición: “rompían la marcha los heraldos imperiales y el clero metropolitano; seguían los es, bajo riquísimo palio, con las insignias imperiales y manto de púrpura y armiño, bordado de oro” (detalle que vemos en la imagen). Les seguían los grandes duques Vladimiro y Sergio Alejandrovitch hermanos del Zar, y tras ellos “otros grandes duques, el alto clero, los generales del Imperio y funcionarios de la corte”.
Y Moscú fue una fiesta

Las fiestas de la coronación tuvieron un festejo grandioso -como lo denomina La Ilustración– la iluminación general de la ciudad de Moscú. De la noche del 27 de mayo dice : “La vieja corte de los Zares de Rusia aquel bosque de torres y campanarios, de cúpulas doradas, de aéreas flechas y pirámides, ofrecía sorprendente, magnífico golpe de vista en la noche del 27: vasos de luces de colores, hachas de cera, antorchas de viento, mecheros de gas, lámparas eléctricas (…) todos los sistemas de iluminación, desde el más primitivo hasta el recientemente inventado, contribuían a señalar, con esplendorosa luz las líneas y los contornos caprichosos de los monumentos arquitectónicos, así como las severas fachadas de las casas más humildes (…) todo Moscú aparecía con los fantásticos reflejos de millares de luces; y un colosal globo que estaba colocado en la parte superior del más alto edificio del Kremlim, guardando una lámpara eléctrica de arco voltaico, de gran intensidad, envolvía a toda la población en oleadas de luz argentina y deslumbradora”.
Fuentes de texto e imágenes digitalizadas por la Hemeroteca Digital:
- La Ilustración Española y Americana de 15 de mayo de 1883.
- La Ilustración Española y Americana de 15 de junio de 1883.
- La Ilustración Española y Americana de 22 de junio de 1883.