El título de esta entrada comienza con las cuatro palabras del himno de los zares –Dios salve al Zar-el himno más corto de la historia, pues solo tenía una estrofa. Himno que debió sonar en la coronación de Alejandro III, que es de lo que voy a hablar en esta entrada y en la siguiente.
En mayo de 1883, en Moscú, fue coronado Su Majestad Imperial el Emperador y Autócrata de todas las Rusias, el Zar Alejandro III, el penúltimo. La coronación fue un ejemplo de lujo, pompa y boato (nada que envidiar a las actuales) y sus festejos duraron una semana larga. Un gran evento que fue seguido por la prensa de la época, en nuestro país, La Ilustración Española y Americana que le dedicó varios números a lo largo de los meses de mayo y junio. A través de este medio los españoles de la época conocieron la historia de los zares y sus riquezas; visitaron Moscú, sus palacios e iglesias, el Kremlim, la plaza Roja (que ya se llamaba así antes de los comunistas, porque roja y hermosa son la misma palabra) y también San Petersburgo … sin moverse del salón de casa o de la butaca del Ateneo. Butaca desde la cual siguieron la coronación, algo digno de verse, doy fe.
¿Quién era Alejandro III?
No les voy a contar aquí la vida y milagros de Alejandro III, solo algunos detalles que me han parecido curiosos.
Alejandro (1845-1894) era el segundo hijo de Alejandro II y la emperatriz María de Hesse-Darmstadt. No nació Zarévich, no era el primogénito del Zar, se tuvo que conformar con el título de Gran príncipe durante unos años. En su su caso lo de “gran” era literal, ya que medía más de 1,90. A los 20 años se convirtió en Zarévich, al fallecer su hermano Nicolás (1843-1865).
Se casó con la prometida de su hermano, María Sofía Federica Dagmar de Dinamarca, otra segunda hija, en su caso del rey Cristian IX de Dinamarca. Curioso lo de esta mujer, que iba para zarina si o si.
Alejandro sucedió a su padre que falleció asesinado en un atentado terrorista en San Petersburgo el 13 de marzo de 1881 y no fue coronado hasta el 27 de mayo de 1883.
Era caballero de la Orden del Toisón de Oro, he leído que desde 1864. Les aseguro que he buscado la real orden de su nombramiento pero no la he encontrado. Si he encontrado la de su hermano difunto y la ceremonia en la que le fue impuesto, pero el de él … soy incapaz y he revisado la Gazeta Histórica varias veces. Si alguien lo encuentra, le agradecería la referencia.
Su hijo, Nicolás II, fue el último Zar de Rusia.
Las insignias imperiales
Para hablar de la coronación del Zar, es necesario un paso previo, hablar de las insignias imperiales y el trono. Objetos rituales presentes en la coronación y que hablan de poder, justicia, misericordia, etc. Tenemos reciente la coronación de un rey y se ha hablado mucho de todos los objetos rituales que son necesarios en la misma. En la del Zar Alejandro III también los hubo, y si las Joyas de la Corona Inglesa nos dejan con los ojos de par en par, las de los zares, solo con la descripción, nos dejan boquiabiertos.
Coronas
Corona del emperador: encargada por Catalina II al joyero suizo Jeremías Panzié. Catalina era una mujer a la que -según los historiadores- el brilli brilli caro y ostentoso le gustaba en demasía, por ello y para tener “una corona imperial que sobrepujase en magnificencia y belleza a todas las de las testas coronadas de Europa” hizo el encargo al famoso diamantista suizo y el resultado fue una corona de oro macizo, con 58 brillantes grandes, cerca de 5.000 más pequeños, 54 perlas orientales y un rubí de gran tamaño que era la base de la cruz que remataba la corona. El primer emperador que lució esa corona fue Pablo I, el hijo de Catalina.
Corona de la emperatriz: de aspecto similar, aunque más pequeña, de oro fino y brillantes.
Estandarte
“Riquísimo estandarte de tisú de oro, que ostenta el escudo de armas del Imperio, primorosamente bordado y guarnecido de piedras preciosas”
Espada
Del siglo XVI, “es una hoja de acero que tiene algo más de un metro de longitud; está damasquinada de oro con dibujos alegóricos, representando en un lado el águila imperial de dos cabezas, que sujeta con sus garras un dragón enfurecido, y en el otro, un grifo, que empuña la espada de la Justicia; la guarnición, de oro macizo y grandes piedras preciosas, remata en dos cabezas de águila”. La funda en la que iba la espada estaba bordada de hijo de oro con diamantes.
Rodela
La Ilustración dice que medía casi un metro de diámetro y databa de la coronación de Catalina II, estaba compuesta de “42 planchas de jaspe, con incrustaciones de oro, esmeraldas, rubíes y turquesas”.
Otras insignias
Agrupa La Ilustración las otras insignias del emperador: “el globo, el cetro, los tres sellos imperiales, las cadenas de la orden de San Andrés y todas las demás … son magníficas e históricas joyas que no tienen rival en el mundo”.
El cetro era el cetro de Pablo, I, el mismo que se empleó en la coronación de su padre, abuelo y bisabuelo. Enriquecido con el famoso “diamante Orlov, regalado por el Conde Alexis Orlov a la emperatriz Catalina II, y el cual pesa 194 ¾ quilates”.
El trono
La casa imperial tenía varios tronos: la silla del Zar, de marfil; el trono persa, de oro macizo y piedras preciosas; el de Boris Godunow, forrado de planchas de oro y brillantes; el del Zar Alejo Mikalailovitch, de oro y brillantes; el trono doble de los Zares, de plata. Y el trono imperial de San Andrés, que fue el utilizado en la coronación de Alejandro III.
El trono de San Andrés lo describe La Ilustración con estas palabras “consta de dos sillones de oro, bajo palio y dosel artísticos, que tienen por remate la corona del Imperio; en el respaldo del palio, y en la parte superior del doselete, figuran las armas del Estado, con los escudos de los reinos (…) y de los principados y condados principales de los vastos dominios del Zar”.
Este trono estaba situado en la Sala de San Andrés, “la más grandiosa de todas las del palacio del Kremlim” lugar destinado a recepciones y banquetes de Estado.
No se a ustedes pero a mí, tanto oro macizo, brillante, diamante, etc. me parece un poco de nuevo rico. Es como un «y yo más». Las joyas eran de un valor incalculable, no se conservan todas en su estado original, muchos de sus brillantes están desperdigados y forman parte de otras joyas. Pero esa es otra historia.
En la siguiente entrada hablaremos de la ceremonia de la coronación. Mientras tanto, les dejo la estrofa única del himno de los zares
¡Dios salve al Zar!
¡Fuerte, Soberano,
Gobierna para la gloria, para nuestra gloria!
¡Gobierna para terror de los enemigos,
Zar Ortodoxo!
¡Dios salve al Zar!
Fuentes de texto e imágenes, disponibles en la Hemeroteca Digital:
- La Ilustración Española y Americana de 15 de mayo de 1883.
- La Ilustración Española y Americana de 30 de mayo de 1883.
- La Ilustración Española y Americana de 15 de junio de 1883.
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