Lo del «día del rey» me ha recordado a la celebración del «día del nombre» en Juego de Tronos, y de hecho ese día del rey no es otro día que el día del nombre ya que era 19 de marzo, festividad de San José, y el rey que celebraba no era otro que José Bonaparte, el rey intruso, a quien en este blog hemos dedicado un post hace algún tiempo. Menos ínfulas Bonaparte que el día ya estaba cogido por un Santo.
Ayer 6 de Junio la Biblioteca Nacional nos recordaba en un tweet que 209 años atrás José Napoleón Bonaparte era proclamado rey de España y, buscando entre los documentos que hay colgados en la Biblioteca Digital Hispánica, he encontrado uno muy curioso, un «Programa para celebrar la festividad de los días del rey nuestro señor, Don Josef Napoleón I«.
Celebrando el día del rey: programa de eventos con «prima»
José Bonaparte llevaba cuatro años rigiendo los destinos de los españoles de principios del XIX y le queda poco más de año y medio entre nosotros, así que no es de extrañar que los eventos planificados para celebrar «el día de su nombre» -que dirían en Juego de Tronos- necesitasen de una gratificación para asegurar la asistencia.
En marzo de 1812 Sevilla preparó un programa con una serie de actividades coordinadas por el Conde de Montarco, que buscaba fuesen «del modo más análogo a los benéficos sentimientos de su real corazón» y en ese sentido se sustituían «banquetes, bayles y demás regocijos de esta clase» por actos de beneficencia. Veamos en detalle los favores y mercedes planificados:
Primera muestra de generosidad dirigida a las tropas española y francesa: «aumento de las raciones de vino que tenga a bien señalarles el Excmo. Sr. General Gobernador«. Esta gratificación en vino seguro que obró milagros en pro de la fama del rey como bebedor (fama parece ser inmerecida, pero la tenía); conociendo el gracejo hispano, seguro que esto se hizo con segundas, o bien no se había instalado entre ellos esa máxima de «no beber en horas de servicio». Bromas aparte los años 1811-12 fueron años de malas cosechas, lo que unido a la guerra, produjo un incremento importante de la mortandad.
Segunda muestra de prodigalidad: «en cada una de las 30 parroquias de Sevilla se repartirán raciones de pan, carne, legumbres y sopa económica» a los pobres (para lo cual tenían que inscribirse previamente en una lista y además presentarse en la parroquia). No parecía obligado oír misa, solo hacer acto de presencia.
Tercera y última prueba de desprendimiento: la asistencia al teatro, el que ese día «se aumentaría la orquesta (…) y se darían piezas de buen gusto« estaba «bonificada» ya que el público pagaba solo la mitad de la entrada. Lo que no aclara es quien abonaría la otra mitad de la entrada; si corría por cuenta del empresario estamos ante el nacimiento de lo que ahora llamamos «día del espectador».
Otras demostraciones de largueza que no requerían desembolso económico efectivo pero que daban prueba de la magnanimidad de aquel a quien se dedicaba el festejo fueron estas:
# Misa y Te Deum a la que asistían las autoridades y corporaciones (que previamente se habían reunido en la casa del Conde de Montarco).
# Indulto para los presos por delitos menores.
# Conciertos de música militar en el Paseo del Arenal (a las 4 y a las 6).
# Repiques de campanas y salvas de artillería.
# Iluminación general de la ciudad, destacando los siguientes edificios:
- Teatro.
- Casas Capitulares.
- Ayuntamiento.
- Torre de la Catedral.
- Casas de Autoridades Militares.
- Casas de Autoridades Civiles.
# Libre uso «prudente» por los particulares «de los regocijos públicos acostumbrados», convenientemente vigilados por las fuerzas de orden público, para evitar desmanes, se supone.
No fue un rey muy querido, ni siquiera por su generosidad, y si no, escuchen al propio rey, en las palabras que pone en su boca el autor anónimo de «El sueño del tío José, que quiso ser primero y quedó cola«, que también pueden encontrar en la Biblioteca Digital Hispánica:
1 comentario
Pingback: Celebrando “el día del rey” intruso @MariaPSC - Protocol Bloggers Point