Deleito y Piñuela, en su libro “…también se divierte el pueblo” califica a la fiesta de la noche de San Juan como “la más sonada festividad de la primavera” y dice que su celebración era, en España, “costumbre antiquísima” festejada no solo por cristianos, si no también por musulmanes con “luminarias, juegos de cañas y sortijas y otros esparcimientos”. El citado autor también recoge en el capítulo dedicado a esta fiesta comentarios relativos a las propiedades casamenteras de esta celebración, o mejor de este Santo, que son las que vamos a comentar a continuación. Lo que más me ha llamado la atención es que las tradiciones casamenteras estaban relacionadas con el agua, no con el fuego.
Métodos pseudo-científicos (o pseudo-milagrosos) para encontrar pareja
El libro de Deleito se centra en el Madrid de principios del siglo XVII y nos habla de San Juan, un santo cuya ayuda se invocaba para encontrar novio. En la noche de San Juan, en las casas grandes, se instalaban unos enormes altares, tras los que unos músicos amenizaban la velada, y se invitaba a amigos y conocidos a dulces, sorbetes y aguas de frutas. A las doce en punto de la noche, una vez concluida la música, las jóvenes se asomaban al balcón o reja y formulaban una pregunta: “Señor San Juan, ¿me casaré bien y presto?”, a lo que los mozos que pasaban por allí con la rondalla respondían dando largas, con frases como estas: “Aún no es tiempo” o “Mañana será otro día”, lo que parecía dar pocas esperanzas a la preguntona.
Otra de las costumbres era ponerse a medianoche en la reja “con el cabello suelto y el pie izquierdo dentro de una bacía llena de agua, para averiguar si habían de casarse o no”. Si pasaba algún joven y decía un nombre, ellas le daban una cinta de forma que le pudieran reconocer a la mañana siguiente. Si se lo encontraban: daban por hecho que sería su futuro marido.
Había jóvenes que “sacaban a medianoche a los patios de sus viviendas calderos llenos de agua, con la convicción de que en ella verían retratada la imagen de sus futuros esposos”.
Costumbre era también que las jóvenes que querían encontrar novio pusieran “un huevo fresco de gallina negra en un vaso lleno de agua; y de ciertas señales que creían ver, deducían si su destino les iba a otorgar o no amores felices y boda”.
Noche de alegría y regocijo
La noche de San Juan por todas partes había “algazara y regocijo (…) Encendíanse hogueras en las alturas, resonaban por doquier gritos de júbilo, y en ciudades, campos y aldeas la gente moza se entregaba a la expansión en grupos bulliciosos, cantando, bailando o retozando. Era la noche de libertad general, en que todo estaba permitido; noche de alegría, de amor y de aventura, por la cual suspiraba la juventud desde muchos meses antes; noche sagrada y bruja, de ilusión y de misterio”.
Eran habituales las excursiones al Manzanares y las cenas en el Prado “En uno y otro lugar hacía uso del carruaje quien podía (…) y como el uso del coche era la pasión femenina de la época, ningún galán medianamente rumboso, y que quisiera hacer méritos con su dama, podía dejar de costearle tal vehículo para aquel día”.
Noche de aventuras, idilios y pérdida de la virtud
Sigue hablando Deleito de aquel Madrid de la primera mitad del XVII incidiendo en la peligrosidad de los caminos del Manzanares en la noche de San Juan “para la virtud de las jóvenes” pues “la afluencia de los dos sexos en aquel lugar producía desde vulgares aventuras de tapadas, dispuestas a destaparse, hasta los tiernos idilios, donde el amoroso ardor de los galanes, la dulce debilidad de las damas y el misterio nocturno, hacían rendir a Cupido el culto que la santidad de la fecha reservaba para el Bautista”.
Multa y vergüenza pública
Tal era el desmadre que se organizaba en tal noche que “escándalos, pendencias, robos y homicidios” eran lo habitual y los poderes públicos se vieron en la necesidad de intervenir. Así, el 23 de junio de 1642 «se ordenó por pregón general que nadie bajase al río bajo pena de 300 ducados y vergüenza pública, para evitar las desgracias que suelen suceder en la noche de San Juan» ¿Creen ustedes que alguien corrigió su conducta o la norma amedrentó a alguien? Más bien al contrario ya que la fiesta de San Juan de 1642 “fue una de las más sonadas en las efemérides de la criminalidad madrileña”.
Las “riñas, golpes y tumultos” eran habituales y la intervención de corchetes y ministriles, también, lo que hacía que muchos que iban a divertirse, acabasen en la cárcel.
A la mañana siguiente
La mañana del 24, ya el día de San Juan, al amanecer, una muchedumbre acudía “a las orillas del río, extendiéndose por el espacio comprendido entre el puente de Segovia y el de Toledo”. Era costumbre lucir las mejores galas. Ellas lucían “sombreros y mantelinas con plumas, joyeles y puntillas, sayas de ricas telas y chapines con virillas de plata”. Y ellos no les iban a la zaga pues vestían “su ropa de más fino paño, sombreros de fieltro, sujetos con rosas de diamantes o, al menos con plumas de colores, y cadenas de oro”. Las más jóvenes “tejíanse coronas de rosas y claveles, que ponían en sus cabezas”.
A las alamedas del río se iba en coche, al menos las damas más elegantes cuyos “galanes iban en los estribos del carruaje”.
Tanta animación atraía también a innumerables “daifas y busconas, y otras mujeres no profesionales, pero de frágil condición”.
Al son de las guitarras bailaban y cantaban y también se degustaban los productos de la tierra regados con vinos de “Coca, Yepes y Alaejos, el Fondón gallego y los blancos de Toro y San Martín de Valdeiglesias”. Todo ello contribuía a la fama de San Juan como la gran fiesta de la primavera, no solo en Madrid, si no en toda España.
Tradiciones de San Juan en la actualidad
He acudido a mi amigo Fernando Ares para saber algo de esta fiesta en la actualidad.
Por un lado las hogueras (cacharelas en Galicia). Al preparar la hoguera para la noche de San Juan (a las 00:00 horas tiene que estar ya en su punto) no hay que olvidar arrojar a las llamas un papel con tres cosas malas que te hayan pasado y que no quieras que se vuelvan a repetir. Sobre la hoguera se salta diciendo «San Xoan, San Xoan, que non me trabe cobra nin can» (San Juan, San Juan, que no me muerda serpiente ni perro) .
Como quería saber algo más sobre el tema del agua, Fernando me ha contado esto: a media noche hay que poner un barreño con agua y en él las 7 hierbas y flores de San Juan: hipérico, helecho, hinojo, malva, hierba luisa, romero, piorno y saúco (si no se tienen a mano esas plantas, se pueden utilizar flores de distintos colores: blancas para la alegría, rojas para el amor, amarillas para el dinero, rosas para la amistad, malvas, para honrar a los muertos, etc.) Se deja el barreño al raso toda la noche, a la mañana siguiente, al alba, hay que lavarse la cara con ese agua (para que no salgan manchas durante el año) y las hierbas y flores hay que arrojarlas a una corriente de agua (que cada cual interprete esto según el lugar de la Península en el que se encuentre). Una vez retiradas las flores, el resto del agua se puede emplear para mojar el resto del cuerpo previo a la ducha, así las propiedades del agua de San Juan se extienden al cuerpo.
No olvidemos que otra tradición de San Juan es comer sardinas y de ahí el dicho: «Polo San Xoan a sardiña molla o pan«.
A modo de conclusión
Desconocía la tradición casamentera de la noche de San Juan y su relación con ritos en los que el agua era ingrediente fundamental. Fiar el futuro a meter el pié en una jofaina con agua, meter un huevo en un vaso de agua o ver el reflejo del futuro marido en un cubo lleno de agua nos pueden parecer cosas infantiles, incluso arrancarnos una sonrisa, pero en el siglo de Oro eran costumbres del pasado y creían en ellas.
Respecto a las costumbres actuales, darse un remojón en agua fría con hierbas medicinales no parece mala idea y la voy a probar; lo que no haré será lo de saltar por encima del fuego … miedito.
Fuente del texto: Deleito y Piñuela, J. (1988): “… también se divierte el pueblo”, Madrid, Alianza Editorial
Fuente de la imagen: La noche de San Juan, partitura vocal. Música de los maestros Valverde, padre e hijo Digitalizada por la Biblioteca Digital Hispánica