El Real Cadáver llegó al Escorial a la una de la tarde, donde fue recibido con los debidos honores por el Clero parroquial del Escorial de Abajo y por los Guardas, Sobreguardas, Administrador y demás dependientes del Real Sitio. Se bajó el coche estufa de la plataforma sobre la que había viajado desde Madrid y se le engancharon los caballos. Se rezó un solemne responso y la comitiva, en el mismo orden que le acompañó desde el Palacio Real a la Estación del Norte, se puso en marcha, dirigiéndose al Monasterio por el Jardín del Príncipe, donde se encontraban esperando al Real Cadáver el Clero parroquial, las Autoridades y funcionarios públicos del Real Sitio que se agregaron a la comitiva.
En la puerta principal del Monasterio, los Monteros de Espinosa bajaron el féretro del coche estufa y entregado a los Gentileshombres de Casa y Boca, quienes lo llevaron hasta el umbral, donde lo recogieron los Grandes de España y Mayordomos y lo llevaron al zaguán, debajo de la Biblioteca, donde fue situado sobre un bufete cubierto con un paño de brocado.
Allí fue recibido por la Comunidad de la Orden de los Agustinos Calzados, presidida por el Arzobispo de Madrid-Alcalá vestido de Pontifical. A continuación el Mayordomo Mayor entregó al Rector del Monasterio la Orden de S.M. la Reina Regente, para encargarse del Real Cadáver, a la que se dio lectura en voz alta y que decía:
“Venerables y devotos Padre Rector y Religiosos del Real Monasterio de San Lorenzo: Habiéndose Dios servido de llevarse para Sí al Rey Mi Señor (Q.E.G.E.) el miércoles 25 del corriente, a las ocho y tres cuartos de la mañana, he mandado que el Marqués de Alcañices, Su Mayordomo Mayor y Jefe Superior de Palacio, vaya acompañando Su Real Cuerpo y se lo entregue. Y así os encargo y ordeno le recibáis y le coloquéis en el lugar que le corresponda; y de la entrega se hará por escrito el acta que en semejantes casos se acostumbra.
Palacio de Madrid 28 de Noviembre de 1885=YO LA REINA=Al Reverendo Padre Rector del Real Monasterio de San Lorenzo del Escorial, Fray Eugenio Alvarez de Novoa”.
Se leyó también la Real Cédula del Rey Felipe IV de 8 de Noviembre de 1680, dictada para dirimir las controversias acerca del sitio que habían de ocupar las cruces de la Real Capilla y la del Monasterio.
Concluidas las lecturas continuó la ceremonia, el Mayordomo Mayor (Marqués de Alcañices) abrió la caja y el Ministro de Gracia y Justicia interrogó a los Monteros de Cámara: “¿Juráis que el cuerpo que contiene la presenta caja es el de S.S. el Rey D. Alfonso XII de Borbón y Borbón, el mismo que os fue entregado para su custodia en el Real Palacio en la tarde del día 27 último?”, a lo que –según consta en el acta levantada por el Ministro- los Monteros respondieron: “Si lo es y lo juramos”. Tras lo cual se volvió a cerrar la caja y se cantó un responso. El Cardenal Arzobispo de Toledo (Capellán Mayor de S.M.) entonó una oración y los Cantores de la Comunidad y Capellanes de altar entonaron el Miserere. El féretro volvió a ser conducido procesionalmente al interior de la iglesia dónde fue situado sobre el catafalco regio, y custodiado por los Monteros de Espinosa y Guardias Alabarderos.
Dentro de la Iglesia el Obispo de Madrid-Alcalá, asistido por el Maestro de Ceremonias de la Real Capilla, celebró una misa rezada, durante la cual la música de la Real Capilla ejecutó el invitatorio y la segunda lección del primer nocturno de difuntos.
Terminada la misa el oficiante cantó la tercera lección e hizo el oficio de sepultura. Mientras se cantaba el Benedictus el féretro fue llevado hasta el Panteón por los Grandes de España y Gentileshombres de Cámara. Acompañándolo hasta la puerta toda la Comunidad y bajando a la cripta: el Obispo de Madrid, el Padre Comisario General de los Agustinos Calzados, El Padre Rector del Real Monasterio y los agustinos que se designaron al efecto, los Cardenales Arzobispos de Toledo y Zaragoza, el Jefe Superior de Palacio, Conde del Serrallo, Marqués de Peña Plata y el Ministro de Gracia y Justicia.
El féretro se situó sobre un bufete cubierto de brocado que estaba situado en el centro del Panteón , se repitió la antífona y se cantó la oración correspondiente, entonando el coro el último Requiescant in pace.
Terminada la ceremonia religiosa se volvió a abrir la caja exterior y el Ministro de Gracia y Justicia se dirigió a los Padres de la Comunidad allí presentes con estas palabras: “Reverendo Padre Rector y Padres aquí presentes reconozcan vuestras paternidades el cuerpo de S.M. el Rey D. Alfonso XII de Borbón y Borbón, que conforme al estilo y la Orden de S.M. la Reina (Q.D.G.) Regente del Reino, que os ha sido dada, os voy a entregar para que lo tengáis en vuestra guarda y custodia”, a lo que los nombrados respondieron: “Le reconocemos”.
Se volvió a cerrar la caja y el Jefe Superior de Palacio entregó la llave al Padre Rector. El Ministro de Gracia y Justicia entregó la licencia de sepultura y la Comunidad quedó encargada del Real Cadáver, por delante del cual desfilaron los Grandes de España, Mayordomos y Gentileshombres, terminando la ceremonia a las cuatro de la tarde.
El acta concluye con las siguientes palabras:
El cadáver del Rey Alfonso XII permaneció 13 años en el pudridero (1885-1898). Después pasó a la cripta, al sarcófago 21.
Ilustraciones de Alcázar y Comba, publicadas en la Ilustración Española y Americana de 8 de diciembre de 1889.
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