«Chincha rabiña que mi madrina es Sisí y la tuya no» sería una frase infantil que imagino en boca de la Infanta María Teresa (hija de Alfonso XII y María Cristina de Habsburgo) soltándosela a su hermana María de las Mercedes o a sus amiguitas, cuando se enfadaba. Y era verdad, porque María Teresa era ahijada de S.A.I. y R. la Emperatriz de Austria, ni más ni menos. ¿Quién podía decir lo mismo en España?, nadie.
Encontramos mención a la madrina en el relato de la ceremonia del bautismo que hizo La Ilustración en su número XLIV de 30 de noviembre de 1882. Esta crónica fue realizada por el periodista Martínez de Velasco y se complementaba con un grabado a doble página.
En la descripción de la comitiva que acompañó a la Infanta desde las habitaciones hasta la Real Capilla es donde encontramos la alusión a la madrina:
Dos maceros; gentileshombres de Casa y Boca; mayordomos de semana; dos maceros; dos Reyes de Armas; Grandes de España cubiertos; otros dos Reyes de Armas; siete Grandes de España [que portaban las insignias del bautismo]; la infanta recién nacida en brazos de su aya; S.A.I. y R. la Archiduquesa de Austria Doña Isabel [madrina en representación de S.M.I. y R. la Emperatriz de Austria]; el Patriarca de Indias (…); el barón Teodoro Scholoisnigg y la Sra. Condesa de Daen, de la alta servidumbre de la Sra. Archiduquesa; el Conde Carlos Condenhove, gentil hombre de S.M.I. y R. A. el Emperador de Austria (…) el jefe superior de Palacio (…) el comandante general de los Reales Alabarderos (…) y la plana mayor y música de dicho cuerpo.
Sisí no vino a España, en concreto a Madrid, a llevar a su ahijada hasta la pila bautismal, fue una madrina por poderes, pero madrina al fin y al cabo, situación que seguro dio pié a que su ahijada fardase de vez en cuando con el tema.