Sevilla de Feria en abril de 1881 y Sevilla de Feria estos días, no es coincidencia, por tanto, este post. La Ilustración Española y Americana de 15 de abril de 1881 recogía la crónica de aquella feria relatada de forma maravillosa por Benito Mas y Prat e incluía un magnífico grabado de Riudavets sobre fotos de Antonio Rodríguez. Calificar de magnífica a la panorámica a cuádruple página que incluye el semanario no es exagerado. Tengan en cuenta que una página de la Ilustración tiene unas dimensiones de 25 x 32 cm.. Un grabado a cuádruple página tendría 1 metro de largo por 32 de ancho (la imagen destacada que se incluye en el post es una pequeña porción de una de esas páginas). La panorámica pueden verla en detalle en la copia digitalizada que se encuentra en la Hemeroteca Digital y ampliarla todo lo que deseen, que no solo no pierde calidad, si no que permite apreciar todos y cada uno de los pequeños detalles que escapan a simple vista).
Feria multitudinaria
De la feria sevillana decía Benito Más y Prat ser una fiesta «que atrae a la ciudad del Betis una inmensa concurrencia de forasteros» lo que hacía de ella «la más importante por todos los conceptos de las que se celebran en España«, y que ya gozaba de fama internacional pues allí se daban la mano, ya a finales del XIX «el despreocupado yankee y el presuntuoso lusitano; el vendedor de dátiles y el mercader de pieles de Australia; el ruso y el germano; el moro y el judío; el blanco y el negro» (si, ya se que incluye expresiones no muy «políticamente correctas» pero no seré yo quien enmiende al autor a quien cito convenientemente entrecomillado).
La feria aún no tenía 40 años y ya había alcanzado ese carácter internacional y multitudinario. Recordemos que la reina Isabell II había otorgado a Sevilla el permiso para celebrar anualmente una feria el 18 de abril de 1847, y su primer programa de fiestas lo firmó el Conde de Montelirios.
Montar la feria en una noche
La feria entonces duraba tres días, hoy es casi el triple, y se celebraba en el Prado de San Sebastián, en el que se levantaban «las interminables líneas de casetas de madera y hierro, con techo de tijera y lados comunes» que formaban «ángulos y paralelas que se pierden en la perspectiva de los árboles«. Todo ese tinglado se montaba en una tarde-noche por la servidumbre de las grandes casas sevillanas que caía «sobre aquellas tiendas escuetas, llevando más carros que el ejército de Darío (1) y más bastamentos (2) que los servidores de Camacho (3)»
Este equipo de personas debía trabajar muy bien porque a la mañana siguiente «los toscos lienzos han desaparecido bajo colosales espejos y vistosas colgaduras; el maderámen se ha vestido de damasco y de flores; blandas alformbras cubren la movediza tierra; cómodos asientos se ofrecen a los paseantes; armoniosos pianos y guitarras aguardan temblando el instante de resonar bajo los dedos [y] mesas cubiertas de limpios manteles esperan (…) la hora solemne del banquete en familia»
Vamos de feria
El acceso a la feria se hacía a pie -los turistas- y el resto a caballo o en carruajes como eran «el landó ostentoso, el familiar inglés, la misteriosa rotonda (4) y la elegante carretela«.
El ambiente que allí se respiraba dice Benito Más y Prat que «no [podía] describirse ni pintarse [pues] hay algo en [las casillas (5)] que no puede describirse ni pintarse: el movimiento«. Aún estando unas al lado de otras y siendo iguales en apariencia exterior, en el interior cada cual las destinaba a sus aficiones favoritas, que no consistían solo en escuchar, cantar y bailar sevillanas. Era frecuente «que el final de Norma se corte por el comienzo de una petenera en la casilla siguiente, y que las seguidillas gitanas de Silverio o los juguetes de Santamaría mueran en flor por culpa de I Puritani o Rigoletto«.
Además de las casillas particulares también las había de círculos y asociaciones, y las que ofrecían productos de consumo: «buñolerías, puestos de turrones, avellanas y frutos secos (…) y fondines y tabernas» donde se ofrecía «CAZAYA, MENÚO Y CARACOLES».
Estamos en una feria de ganado
En el campo de la feria también había espacio para su actividad principal -la compraventa de ganado- y los personajes típicos y tópicos de la misma, los tratantes, «truhanes, chalanes (6) y corredores de oficio«. Es el lugar donde se hacen los tratos, allí se iba a comprar y vender. Y también el campo de operaciones del «hábil gitano que monta en el escuálido jamelgo o en la mula moribunda y valiéndose de una poca yesca encendida, que procura aplicarla en el lomo, o de un ciento de agujas finísimas que cuida de introducirlas en la oreja, llega a hacer creer al solicitante que tiene el uno más bríos que el caballo del Cid o que la otra despunta por incansable y andariega«.
Los tratos se cerraban en la feria con «cañas de manzanilla o vino de la tierra» y al autor de la crónica le resultaba curioso que se cumpliesen como auténticos acuerdos entre caballeros, la palabra era ley.
La feria cambia en la noche
Por la noche se producía un cambio, la feria pasaba de las calles a las casillas que en ese momento parecían «palpitar y tomar parte en la fiesta». El baile se convertía en el protagonista: en una casilla «graciosas jóvenes moviendo al compás del crótalo (7) su flexible cadera y levantando los brazos de tiempo en tiempo, bailan una copla de sevillanas«; en la siguiente «elegantes damas alhajadas con todas las minuciosidades de la coquetería femenil, se aprestan a organizar unos lanceros (8)». Más allá, en otra casilla «una reunión de flamencos hace circular las cañas y trinar las guitarras» y por todas partes «nacen y mueren risas y palmadas, danzas y músicas, coplas y quejas, sueños y esperanzas, vértigos, desencantos e ilusiones«.
Se acabó la feria
El desmontaje de todo ese tinglado festivo era tan rápido -en palabras de Benito Más y Prat- como el montaje. Al amanecer del día siguiente a acabar la feria «vuelven las huestes de mayordomos a preparar sus carros y sus martillos y desaparece aquel campamento oriental con la rapidez de un jirón de bruma que arrebata el viento«.
Les aconsejo leer completa la crónica de la feria que publica La Ilustración al tiempo que contemplan el grabado, es realmente una maravilla y una oportunidad única.
Sevilla está de feria en 2019, sevillanos y forasteros ¡¡disfruten de la fiesta!!
Glosario:
- (1) Hace referencia al enorme ejército con el que Darío III se enfrentó a Alejandro Magno.
- (2) Provisiones.
- (3) Las bodas de Camacho en El Quijote.
- (4) El cuerpo que está en la parte de atrás de las diligencias, cuyos asientos son menos caros que en el interior (Salvá, 1846).
- (5) Casetas.
- (6) El que trata y negocia en mulas y caballos, comprando y vendiendo para ganar ya por su inteligencia o persuasión (Diccionario de Autoridades).
- (7) Castañuela.
- (8) Baile de figuras muy parecido al rigodón (Academia, 1914).
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