Estamos en tiempo de Carnaval (de ello hemos hablado en Hoy en Madrid) y celebrando el III Centenario de Carlos III, vamos a darnos un paseo por la mitad del siglo XVIII para ver cómo se festejaba el Carnaval en la Corte entre 1767 y 1773, años en los que estuvo permitido. Y decimos permitida porque una norma –Orden del Gobierno– de 1767 regulaba la organización del evento de los bailes de máscaras en el Carnaval: la Instrucción para la Concurrencia de Bayles en Máscara.
Estos bailes en máscara, que llegaron a España con los Borbones, eran celebraciones muy del gusto italiano, y su introducción supuso la separación definitiva entre la corte y las clases populares en la forma de celebrar esta festividad tan tradicional en España.
La Instrucción: un manual para organizar un evento
La lectura del texto que contiene la Instrucción -32 páginas- permite, a quien lo hace con «ojos de protocolo», seguir la organización detallada de un evento, en este caso un baile de máscaras.
Lugar de celebración del evento
El «Theatro del Príncipe«, inaugurado en 1583, se reformó en 1735, fue destruido por un incendio en 1802 y en 1849 se transformó en el Teatro Español. Todo el Teatro se disponía como un gran salón, en el que todo el mundo podía deambular de un lado a otro ya que ese día «no se alquilan Aposentos, ni se permitirá que determinadas Máscaras los ocupen por si solas (…) pues siendo igual la paga de la entrada, a nadie deba causar esto sugeción, que una publicidad no es lugar para discursos reservados«. El acceso estaba limitado a la capacidad del teatro, que la Instrucción denomina «espacio del buque«.
Día y hora de celebración del evento
Los bailes se celebraban dos veces por semana en el periodo que mediaba entre Navidad y Cuaresma, en horario de 8 p.m. a 4 a.m., bien entrada la madrugada. Pese al horario, la Instrucción recuerda a la concurrencia que «No se dará entrada a criaturas de menor edad, aunque vayan con sus Padres» (ya entonces, como ahora, parece que los padres integraban con facilidad a los hijos en su vida social). Su celebración se avisaba «con Carteles desde la Víspera, o muy temprano en su mañana«.
Invitaciones para el evento: la taquilla
No había invitaciones, se compraban entradas (que por su elevado precio –un peso duro– solo podían ser adquiridas por las clases acomodadas). Además se daban instrucciones sobre dónde adquirirlas: 2/3 del aforo «se repartirán el mismo día de cada Bayle desde las diez de la mañana frente a la puerta del Theatro«, quedando el tercio restante para venderlas in situ según fuesen llegando los despistados que no las hubieren adquirido con antelación.
Etiqueta para los invitados al baile de máscaras
La Instrucción habla de la etiqueta que habían de respetar quienes acudiesen previo pago de la entrada. Aunque el portar la máscara era voluntario (y solo se podía llevar dentro del teatro), si que se intentaba evitar el lujo en los disfraces, pues era obligatorio ir disfrazado, buscando que todos se igualasen sin que la riqueza de unos sobresaliese sobre los otros: «No se podrán hacer los trages de Máscara de telas de Oro ú Plata finas, ni falsas (…) ni tampoco Encages, Blondas, Gasas, Flores, Canutillos, ni adornos de Pedrerías, o Perlas aunque sean falsas«, mejor hacerlo con telas «figuradas de Tafetán, Olandilla o género diferente«. Y también porque al haber tanta gente en el pequeño espacio del teatro, los trajes podían romperse o mancharse.
Por este mismo motivo tampoco se podían llevar joyas «ni de pedrería fina, ni falsa, ni perlas» porque si alguna se caía «sería muy sensible a la persona, que la huviese perdido, causando tal vez para buscarla disturbios que no convienen«.
Si la instrucción es precisa en el material de confección, también lo es en el motivo del disfraz, y así prohíbe expresamente los trajes de «Magistrados, Eclesiásticos, órdenes religiosos, ni de Colegios, ni de Hermitaños: tampoco capas pardas, sobreros redondos ni monteras«. Es decir no se podía atentar, mediante el traje, contra la sociedad estamental.
Prohibición expresa de vestir traje que no corresponda al sexo de quien lo viste y llevar encima armas de fuego «o blancas, aunque sean Navajas«.
Entrada y salida del lugar del evento
Al teatro se entraba por dos puertas que había en la calle del Príncipe, y se salía por la que «llaman de Mugeres» en la calle del Prado. Esto se hacía para evitar aglomeraciones facilitando el acceso al recinto. Además se advertía que «todos los Criados, desde el instante en el que entren sus Amos, se transfieran para aguardarlos a la calle del Prado y Puerta de salida; en inteligencia de que a la entrada nos se consentirán Criados detenidos, ni otros mirones«.
Para agilizar la maniobra de bajada de los coches que traían a los invitados, la Instrucción señalaba lo siguiente: «Los coches apearán a sus Dueños a la entrada del Theatro por qualquiera parte que vengan, e inmediatamente saldrán de su frente, para no embarazar a otros«. Mientras que para esperar la salida se indicaba que deberían aguardar en «la calle del Prado en una sola hilera, desde la boca calle del Lobo azia el Arco de la Carrera de San Genónimo, y a la acera del mismo Theatro; y también en una hilera en la Calle del Lobo por ambos tramos de ella (…) de esta forma no se impide el paso al público, ni puede haber dificultad para que cada coche salga de su lugar en el instante que huviese de arrimar llamado por su Dueño«.
Buenos modales de los invitados y del personal a su servicio
«Será el punto menos tolerable, el insulto de unos a otros de palabras, ni de hecho, o poca compostura al tropezarse» por si se les ocurría hacer con máscara lo que no se atreverían a hacer a cara descubierta; en el hipotético caso de que esto sucediese, el agraviado podía dirigirse al personal de seguridad (Justicia, Directores o Tropa), contar lo sucedido y que se procediese «inmediatamente a la captura del que hubiese dado motivo«.
El personal al servicio de los invitados, cocheros y criados, debía ser instruido por sus amos para que mientras les esperaban: «no ocasionen disturbios (…) que cada Cochero se mantenga sin separarse de su Caja; que no canten, ni voceen» porque si no no podrían oír la voz del amo cuando quisiera salir del Teatro.
Agasajo culinario a quien asiste al evento
«Tendrase para agasajo de los Concurrentes, Aparadores con helados, licores, Chocolate, Café, Thé, Vizcochos, Dulces secos y de Almívar» y un «servicio de Cocina, a saber, Sopa, Caldo, Frito, Asado, Huevos, Pastas y Fiambres» todo ello «a precios moderados» y no en grandes cantidades porque «el sitio no da proporciones suficientes para más» y «la hora en la que se entra es adequada a la cena de cada uno en su casa antes de ir al Bayle«.
El agasajo se servía en el «último alto de Aposentos, en cuyas divisiones havrá Mesas proporcionadas a su capacidad» por personal de distintos oficios -Refresco y Cocina- que iría uniformado con traje de «olandilla encarnada» los de Refresco y de «olandilla azul» los de Cocina.
La seguridad en el evento
Presencia de seguridad en el exterior e interior del lugar de celebración. Controlando que nadie se pusiese la máscara antes de entrar ni después de salir del Teatro; controlando el comportamiento cívico de los criados en el exterior del recinto y el de los que se encontraban en el interior; evitando insultos, altercados, tumultos en los aposentos donde se servía la comida, el acceso a los baños, etc. Y cuidando del «decoro» del baile y la concurrencia (no llevar ropas prohibidas en motivo y aspecto).
Hemos venido aquí a bailar
«La principal diversión de la Máscara (está) en la mucha concurrencia, en la variedad de Trages, en la conveniente decencia de ellos, en hablar, baylar y entretenerse«. Se empezaba a «baylar por Minuetes, y después se alterna(ba) con Contradanzas«. La danza era dirigida y supervisada por Maestros de Danzar y Directores, sin que nadie pudiera contradecir sus órdenes.
El lenguaje corporal era muy importante y se podía solicitar un baile tanto de palabra como por señas (la respuesta podía ir por la misma vía).
Zonas comunes: el cuarto de baño
Todo estaba previsto, la Instrucción no se olvida de nada: «Para las urgencias corporales havrá dos Retretes destinados, uno para cada sexo, con su letrero encima, que explique de hombres, o mugeres, y Centinela en lo exterior de cada uno; y también dos mugeres y dos hombres, que atiendan al servicio de las Máscaras según sus clases«.
Como hemos podido ver el texto de la norma que se analiza regula la organización de un evento, teniendo en cuenta hasta el mínimo detalle: invitación, invitados, espacios, seguridad, accesos, etiqueta, reglas de urbanidad, etc. Todo ello es revisado detalladamente dando instrucciones muy precisas, lo mismo que haríamos hoy con el programa de un evento.
Fuente del texto: Instrucción para la concurrencia de bayles en mascara en el carnaval del año 1767
Fuente imágenes: Cuadros de Luis Paret en la web de El Museo del Prado y Wikiart, y Tiepolo.
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