El primer vástago real en España recibía un regalo muy especial de Su Santidad, las denominadas «fajas benditas«. El Sumo Pontífice solo las enviaba al primogénito, independientemente de que fuera o no el heredero al trono. La imposición de las fajas benditas era un acto de gran importancia y requería todo un despliegue de ceremonial que aparecía publicado en la Gaceta de Madrid.
¿Qué eran las fajas benditas? obviamente no estamos hablando de ningún tipo de corsé, sino unas tiras de tela muy fina destinadas a ser lucidas alrededor de la cintura (de ahí la denominación de faja), como en el detalle que aparece a continuación.
Las fajas que llegaban a España de la mano de un Nuncio extraordinario, habían sido bendecidas por Su Santidad en una ceremonia en la que estaban presentes el Secretario de Estado Vaticano, los cardenales palatinos y los embajadores de la Casa Real a la que estaban destinadas.
Alessandro Atti, en Della Munificenza di Sua Santitá Pio IX (1864), habla de la generosidad espléndida de este pontífice en las que envió a la primogénita de la reina Isabel II, María Isabel Francisca de Asís Cristina Francisca de Paula Dominga de Borbón y Borbón (conocida como La Chata), en 1852, de cuya celebración daremos cumplida cuenta en los párrafos siguientes. En palabras de Atti:
Como podemos apreciar incluso describe la caja de ébano, incrustada de ámbar, en la que venían las fajas junto a otras piezas de ropa muy delicadas, que componían el regalo de Su Santidad a la recién nacida.
El 3 de marzo de 1852 se celebró la solemne ceremonia que aparece publicada en la Gaceta de Madrid del día siguiente. Dicha ceremonia comenzó a la una del mediodía, cuando una compañía de granaderos con bandera y música y un piquete de 20 caballos con un oficial al frente, aguardaban para dar escolta a la comitiva que desde la Nunciatura se dirigiría a Palacio atravesando Puerta Cerrada, la Calle Imperial, Atocha, Carretas, Puerta del Sol y Calle Mayor.
Esta comitiva accedió a la Plaza de la Armería, pero solo el carruaje del Nuncio pasó entre las filas de la guardia exterior de Palacio hasta llegar a la escalera principal, donde el enviado de Su Santidad bajó del coche acompañado del Introductor de Embajadores y se dirigió al salón del Trono, donde la Reina Isabel II y su esposo aguardaban.
En el salón del trono, los distintos personajes que asistían a la ceremonia ocupaban el espacio distribuidos de la siguiente manera:
El Nuncio accedió al Salón del Trono una vez el Introductor de Embajadores le anunció e hizo tres reverencias: una en la cortina de acceso, otra a medio camino a su puesto y otra frente a los reyes.
Una vez el Nuncio ocupaba su puesto, comenzaba el acto en sí que tenía las siguientes intervenciones:
Finalizadas estas cortesías, los reyes bajaron del trono y se formó una comitiva que se dirigió a las habitaciones de la recién nacida, donde se encontraba esta con su aya y servidumbre. Encabezaban la comitiva los Reyes yendo el Nuncio a su derecha. Una vez en la habitación de la Princesa de Asturias el Nuncio colocó la faja sobre la niña y pronunció unas oraciones. Luego se dirigió al aya, la Marquesa de Povar, a la que instó a educar a la princesa «con el mayor desvelo … inspirándole sentimientos de santidad y justicia, para que pueda ser colmado gozo de sus augustos Padres, gloria y esplendor de la Monarquía, honor y al mismo tiempo dulce consuelo«. A dichas palabras el aya respondió: «Con ayuda de Dios espero poder cumplir con los encargos de Su Santidad y corresponder a la confianza que me han dispensado mis Soberanos«.
El acto finalizó en esta estancia, donde estaban expuestos los objetos que acompañaron a las fajas y que eran regalo de Su Santidad. Antes de dejar Palacio el Nuncio visitó a la Reina Madre, acompañado del Introductor de Embajadores y los Mayordomos de Semana, y le entregó una carta del Santo Padre. Tras esta ceremonia privada volvió a la Nunciatura acompañado de la misma comitiva que le trajo.
En 1880 se celebró un acto similar para la primogénita de Alfonso XII y en mayo de 1907 tuvo lugar la última imposición de fajas al primogénito de Alfonso XIII.
Fuentes: Gaceta de Madrid, diario ABC y Google Books
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