La elección del cuadro de cabecera, el banquete en el bosque de Nastagio degli Onesti no es algo casual. El banquete campestre es una de las tres tablas que se conservan en el Museo del Prado y que fueron pintadas hacia 1483 por Botticelli y sus colaboradores. Las tres tablas (más una cuarta que se conserva en una colección particular) narran un suceso de la vida de Nastagio degli Onesti, cuyo relato aparece recogido en el Decameron (Giovanni Boccaccio, 1351). Como decía, la elección no es casual y es que no voy a hablar de la historia que recogen las distintas tablas, ni de la calidad artística de la pintura, sino de la mesa que aparece en el cuadro, y es que esta mesa –como otras que iremos comentando y que aparecen en distintas obras de arte- hay que verla con ojos de protocolo.
En este banquete campestre vemos dos mesas formando una ele, la mesa grande, frente al espectador, la ocupan los hombres y la pequeña, a la derecha de los hombres, está ocupada por las mujeres. Como podemos apreciar solo se ocupaba uno de los lados de la mesa, ya que el lado descubierto se destinaba al servicio.
Ambas mesas están vestidas por un mantel impecablemente blanco y vemos que los utensilios en la mesa son más bien escasos. No se ven servilletas, ya que los comensales se limpiaban con los bordes del mantel; no había platos individuales, el pan hacía las veces de plato.
La vajilla consistía en platos y bandejas para presentar alimentos, las más apreciadas eran de plata, ya que no incorporaban el sabor a las viandas que contenían.
Observamos en el cuadro platos en forma de cuenco, son escudillas en las que se servían los alimentos que llevaban líquido, también aparece algún plato llano, pero es para presentar comida. Vemos también cuencos, con forma de copa, de los que se han derramado viandas.
Las botellas eran de cristal soplado de Venecia, vemos una en el centro de la mesa grande. Las copas llevaban tapa, por dos razones, por un lado para que los criados no echasen el aliento al líquido y por otro para evitar envenenamientos, motivos ambos por los que era frecuente que cada invitado llevase su copa.
Respecto a los cubiertos, hay una cuchara entre el bastón y el instrumento musical en la mesa grande. No se usaban cubiertos, la comida llegaba troceada sobre el pan –que hacía las veces de plato- y, si había que coger algo, se utilizaba el cuchillo. Eso si, se trata de una mesa distinguida, lo vemos en los trajes de quienes se sientan a ella y en la decoración que hay sobre la mesa formada por frutas y plantas.
Por el tipo de alimentos que hay en los cuencos –frutas- podemos presumir que tal vez están en el tercer servicio (el primer servicio se componía de cocinados, el segundo de asados y el tercero de platos dulces y frutas).
Estos son unos cuantos detalles de protocolo social escondidos en un cuadro y aunque están a la vista de todos, suelen pasar desapercibidos, porque la obra de arte está contando otra historia.