«El origen y definición de la necedad» (Quevedo, 1598) es una sátira mediante la que el autor intenta reformar la conducta de sus coetáneos, enfrentándolos a sus vicios con la idea de corregirlos y sin dejar por ello de divertir a quien tiene la suerte de leer sus párrafos casi cuatro siglos más tarde. Vaya por delante lo que Quevedo califica como necedad «todo aquello que se hace o dice repugnando las costumbres de cortesía«
Ni que decir tiene que su lectura es de lo más recomendable, ya que las necedades que apunta Quevedo, y de las que el hombre debe huir están muy relacionadas con urbanidad, comportamiento social, vida en sociedad, etc. Me he permitido el lujo de extraer del texto un decálogo de buenos modales por los que, a mi entender, no ha pasado el tiempo:
I «Ocupar uno el lugar de donde le pueden decir que se quite«. La reserva de puesto para personas importantes siempre ha sido habitual, y el que se «salta» el turno, es un maleducado.
II «Preguntar una persona a otra, viéndole con muestras de salud entera, que cómo está, superfluidad parece (…) siendo más propio decir: «Huélgome de veros con salud«. Para romper el hielo, es mejor hablar del tiempo que del estado físico de nuestro interlocutor.
III «Sacar el lienzo (pañuelo) y sonarse las narices habiendo comenzado algún discurso o plática, necedad azafranada; y si alguna vez se divirtiera en la conversación de recogerle haciendo alarde y mirando la superfluidad del cerebro que quedó en él, porquería y asquerosa resolución«. Lo de sonarse y mirar el producto en el pañuelo era una porquería entonces y lo es ahora.
IV «Deshollinarse y escombrarse uno con los dedos las narices estando en conversación (…); y si se hiciere hormigos o fideos de lo verde y seco del remanente, declárese justamente porquería de lomo». La higiene es fundamental en el trato con los demás, por eso nos dicen desde pequeñitos aquello de «no te metas el dedo en la nariz», y de mayores «si te tocas la nariz lávate la mano antes de saludar a otra persona».
V «Declárase por necio (…) el que, siendo hombre de razonable hábito, va por la calle hablando con voz desentonada, descompuesta y alta, argumentando lleno de incapacidad y de toda compostura interior de que los exteriores dan verdadero y claro testimonio«. De total aplicación a los que hablan a voces y no digamos a los que van hablando por el móvil en el transporte público … ¡qué tostón y qué mala educación!.
VI «Declárase por necio frisado al que se llega a la persona que está leyendo o escribiendo algún papel (…) si a esto añadiere el mirar cuyo o para quién». Lo del secreto de la correspondencia y la ley de protección de datos, vemos que no es nada nuevo tampoco.
VII «Declárase por necio de la ijada al que se ríe del que pregunta y aprende, procurando la especulación de las cosas y su fín (…) por la poca estimación que hace de su poco conocimiento«. Al reirnos de la ignorancia de quien pregunta para saber, en realidad nos reimos de nuestra propia ignorancia ¡ya hay que ser tonto para hacerlo! (además de maleducado).
VIII «Declárase por necio bruñido y grosero en jerga al que en conversación, y más de damas, empaña las manos en el costado de las calzas, juega del uso de sus maneras y ocultos escondrijos, haciendo del ferreruelo antiparra de su grosería, de dónde no se espera suceso rigor que rascadura, fomentación y diligencia ilícita, provocativa y escandalosa«. ¡Esas manitas!
IX «Se declara por necio y grosero enfadoso encalabriado al que en conversación se corta las uñas. Y si a esto añade alguna ventosidad mal lograda, expelida por la boca, echada con solemnidad y mondándose los dientes paseándose, dásele ejecutoria de necio y majadero sin apelación«. Sin comentarios, cortarse las uñas en público, eructar y usar un palillo para limpiarse los dientes … Lo mismo entonces que ahora.
X «Se declara por necio colchado al que, a primera oferta y comedimiento, toma el lugar, asiento, entrada de puerta o paso estrecho, sin respuesta ni cumplimiento alguno, no siéndole debido sin él«. Olvidarse de dar las gracias cuando alguien tiene una deferencia hacia nosotros, era tan feo en el siglo de oro como en el XXI.
Hay más, invito al lector a buscarlos y construir su propio decálogo.
Puedes encontrar el texto completo en este enlace: Origen y definición de la necedad
2 comentarios
Genial, has despertado mi curiosidad, voy a leerlo entero, gracias por compartirlo.
Me alegro mucho. Un saludo