Una «manifa» por la integridad de la patria hoy nos parece impensable, pero a finales del verano de 1885 los españoles se echaron a la calle precisamente por eso y todo ello por un arriado/izado de banderas -y la consiguiente ocupación del territorio- en un pedacito de suelo patrio, la isla de Yap (102 Km2 en el Océano Pacífico).
Izar bandera en tierra ajena
Izar bandera en tierra ajena requiere un paso previo: arriar la bandera del estado al cual pertenece ese territorio. Eso fue lo que pasó en Yap pero ¿Dónde está Yap? Según Google Maps en estas coordenadas. Desde 1686 estaba bajo domino español. Un lugar paradisíaco en un arrecife de coral que hoy es un estado de los Estados Federados de Micronesia. Por tanto la bandera que allí ondeaba era la española. Mediado el verano de 1885 Alemania cometió «un acto de agresión usurpadora» (La Ilustración 15/08/1885) izando su bandera en aquellas lejanas islas que eran un pedacito de nuestra tierra. Así veían nuestros compatriotas de finales del XIX la mencionada isla,
Esto de tocar el símbolo patrio por antonomasia, la bandera, para un qui-ta-te-tú-que-me-pongo-yo, no era -ni es- nada elegante. Y si el símbolo era el nuestro, mucho peor, porque: «la Bandera de España podrá caer deshecha por la pólvora y agujereada por las balas, pero nunca humillada» (La Ilustración 30/08/1885).
Estalló la crisis diplomática conocida como «La Crisis de las Carolinas» que para zanjarse meses mas tarde requirió ni más ni menos que la mediación del Papa y la cesión, por parte de España, de una estación naval a Alemania que esta conservó hasta la Primera Guerra Mundial, porque «Alemania no da un solo paso sin saber que pisa firme, y donde pone la mano no la retira, sin llevarse algo entre las uñas» (La Ilustración 15/08/1885)
Arriar la bandera por la fuerza … bruta
Los españoles -«conservadores, moderados, republicanos y carlistas«- se movilizaron al empezar a circular los rumores de ocupación de la isla de Yap (que seguro no ubicaron en el mapa tan rápido como podemos hacer nosotros, pero que les ligaba con un pasado imperial del que no querían deshacerse) y comenzaron a manifestarse de forma más o menos espontánea tanto en Madrid como en otros puntos de la Península.
Una de esas manifestaciones tuvo lugar el 4 de septiembre y acabó con un ultraje a la bandera de Alemania. El ultraje sucede cuando la fuerza bruta toma las decisiones que requieren el empleo del raciocinio, porque «la multitud no razona sutilmente» (La Ilustración 30/08/1885) . Los manifestantes llegaron ante la Embajada de Alemania y algunos jóvenes «entre el aplauso unánime de la multitud, escalaron los balcones del piso principal, y arrancando el escudo del Imperio y el asta-bandera arrojaron a la calle ambos objetos simbólicos» que fueron luego «conducidos procesionalmente hasta la Puerta del Sol«.
Una vez en Sol y frente al entonces Ministerio de la Gobernación (hoy sede de la Presidencia de la Comunidad de Madrid), los manifestantes «haciendo una hoguera con paquetes de periódico (…) arrojaron a las llamas el escudo y el asta-bandera que en breve fueron reducidos a cenizas«. (La Ilustración 15/09/1885).
Aquella noche los manifestantes mostraron su indignación atentando contra un símbolo de la soberanía nacional de un estado extranjero, lo que nunca es la mejor de las soluciones, porque probablemente al pueblo alemán le importase tres cominos dónde estaban las Islas Yap.
¿Por qué se atenta contra los símbolos nacionales?
Se atenta contra los símbolos nacionales porque hay una identificación de símbolo con gobernante, y eso es erróneo. Los símbolos nacionales representan a todos, incluso a los que atentan contra ellos, mal que les pese. Lo que pasó en 1885 fue similar, se identificó a la bandera y el escudo de Alemania con Bismarck, hombre temido y odiado. Un error.