Pero, aún siendo la fiesta más popular del siglo de oro y teniendo carácter de “fiesta real”, los toros no se libraron de la crítica e incluso la prohibición.
A mediados del siglo XVI, una bula de Pío V – en 1563- condenó los toros durante las fiestas patronales, bajo penas de excomunión para organizadores, diestros y espectadores (a dicha bula Felipe II le negó el pase regio o Regium exequátur).
La polémica sobre la licitud de este tipo de festejos, era espoleada por los pareceres de eclesiásticos y moralistas, cuyos argumentos los podría clasificar en tres grupos. En el primer grupo entrarían los que esgrimían razones económicas, por la importancia del toro y del buey en la agricultura En otro grupo estarían los que daban razones de pura sensibilidad, basados en los escándalos y ruidos que se producían con las fiestas. Por otro lado estarían los que daban razones de orden religioso por la ofensa a Dios implícita en el riesgo de muerte de quién voluntariamente se enfrentaba a un toro y el pecado ocasionado por el espectáculo.
Felipe II consiguió del Papa Gregorio XIII una nueva bula anulando las excomuniones dictadas contra laicos y soldados en las fiestas taurinas, admitiendo el planteamiento de que esta clase de espectáculos eran provechosos para conservar la naturaleza de los españoles (bravura).
Frente a ese argumento regio, el padre Juan de Mariana, hablaba de los toros como “espectáculo cruel, indigno de las costumbres cristianas”, y frente a los que los defienden como ejercicio de entrenamiento de la nobleza para la guerra arguye que: “sería mucho más a propósito se ejercitasen en correr caballo, en tirar al blanco y en hacer justas y torneos, como se hace en otras naciones, donde sin correr toros salen muy buenos soldados” (Suárez, 1003).
Pero ni los detractores se libraban de ellas, uno de los autores más citados por aquellos será el arzobispo de Valencia, Santo Tomás de Villanueva, canonizado en 1659, en las fiestas de su canonización no faltaron las corridas de toros, es de suponer que se revolvería en su tumba.
Dejamos esta función y pasamos a otra, la semana que viene nos vamos al teatro.
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