El libro “Solo Madrid es Corte” de Alonso Núñez de Castro (1675) contiene una serie de recomendaciones dirigidas a quienes tenían como meta probar fortuna en la Corte. No es la primera vez que uso este libro en el blog, hace poco lo cité en una entrada relativa al oficio de aposentador de palacio. De hecho estaba pensando escribir la segunda parte de aquella entrada, pero he encontrado estos consejos sobre imagen personal e indumentaria y he decidido compartirlos.
Son unos consejos que aparecen recogidos en el Libro Tercero, Dogma 9 del mencionado libro bajo el título: “Que traje ha de usar el cortesano cuerdo, y de los demás aliños para la decencia de su cuerpo”. Núñez de Castro tenía dos refranes muy claros: “Por el traje se conoce al personaje” y “El hábito no hace al monje”, no los menciona textualmente en el libro, pero de la lectura de sus consejos inferimos que los conocía perfectamente.
Por el traje se conoce al personaje
“Suele ser el vestido muda definición de su dueño, y si de pies a cabeza le cubre el cuerpo, de pies a cabeza le manifiesta todos los afectos del alma, y tanto cuanto en lo exterior le viste, en lo interior le desnuda”. Toda una lección de comunicación no verbal. La indumentaria dice de quien la porta mucho más que sus propias palabras.
“Alabo en el cortesano, y en su familia, el lucimiento decente a su calidad y proporcionado a sus rentas; porque importa mucho para la estimación de los demás, el que él haga estimación de sí, y no hay dogma en lo político más constante, que le tratan a un hombre como él se trata, e importa poco que en sus arcas no sepa lo que tiene, si en su porte no ven los indicios, para que consiga estimaciones a su persona”. Si la indumentaria habla de nosotros quien nos vea nos tratará de acuerdo a la misma, porque lo que indica la vestimenta es cómo nos tratamos a nosotros mismos.
Aunque no hay que pasarse y vestir por encima de nuestras posibilidades: “(…) es necio sin disculpa, vestir de suerte que parece un rey en el traje y necesitar después pedir pan como un mendigo”.
El hábito no hace al monje
“Algunos saben lucir de suerte lo poco que en la perspectiva hombrean1, como los que pueden mucho; y otros en la suma abundancia, siempre viven como mendigos […] No importa tener más para ser más estimado, el saberlo lucir importa” Ir bien vestido y saber lucir lo que se viste no es cuestión de dinero. En palabras de Honoré de Balzac: “La elegancia no consiste tanto en el traje como en el modo de llevarlo”.
Para Núñez de Castro el vanidoso, el que quiere sobresalir por la indumentaria y el ornato que porta, aunque la renta no le alcance, se granjea el desprecio de los que le rodean: “Pensará él que va vestido a los ojos de todos [pero] las lenguas de todos le desnudan” murmurando cosas como “que debe y no paga […] quién es, cómo y de qué vive”.
Concluye el autor este dogma sobre la indumentaria con estas palabras: “Y así concluyo, que siga siempre, en materia de los trajes, la mayor parte, guardando solo lo singular para las prendas, que no tienen fácil imitación; el ser en estas único, le granjeará aplausos; y el serlo en el gusto de las galas, a bien librar, opinión de ocioso”.
Toda una lección sobre imagen personal, elegancia y comunicación no verbal del siglo XVII que podemos agrupar bajo dos refranes. Ideas que manejamos hoy en día y para las que recurrimos a citas de grandes diseñadores – “La elegancia y el estilo no tienen nada que ver con el dinero” o “La elegancia no es solo belleza, es también la forma de pensar, la forma de moverte” (Carolina Herrera)- ya se utilizaban -salvando las distancias- hace más de 500 años. Como siempre decimos en este blog: no hay nada nuevo bajo el sol.
1.- Hombrear “Intentar igualarse con otro u otros en conocimiento, calidad o valía” (Diccionario RAE)
Fuente de la imagen destacada: montaje propio con cuadros de Velázquez “Enano con un perro” y “El bufón llamado don Juan de Austria”, disponibles en www.museodelprado.es.