Cuando estoy investigando en la Gazeta Histórica (con “Z” utilizando la nomenclatura del BOE) suelo toparme -hacer un hallazgo casual- con cosas curiosas como la que comparto a continuación. Una noticia sobre la dispensa de la abstención de comer carne en Cuaresma que el Arzobispo de Milán decretó para la ciudad y su diócesis el 1º de marzo de 1783 y que recoge la Gaceta de Madrid en ese mismo mes.
La prohibición de comer carne en Semana Santa -para los cristianos- tiene su origen en tradiciones y costumbres como la creencia de los antiguos cristianos de la relación de la ingesta de carne roja con la lujuria y la ostentación; asimismo por la representación del cuerpo de Cristo en la crucifixión. Por estos motivos, entre otros, comer carne en Cuaresma y Semana Santa es considerado no solo una falta de respeto sino también un pecado.
En nuestros días el Código de Derecho Canónico establece la obligación de abstenerse de comer carne el Miércoles de Ceniza, todos los viernes de Cuaresma y el Viernes Santo.
Por eso ha despertado mi interés la dispensa general que hacía el Arzobispo de Milán hace 240 años a sus feligreses, aunque lo que realmente llama la atención es la justificación para la misma. Les transcribo la noticia que publicaba la Gaceta de Madrid en marzo de 1783:
“El Cardenal Pozzobonelli Arzobispo de esta Ciudad, atendiendo a lo que le han representado los Magistrados que corren con la provisión de abastos, y a la respetable insinuación del Gobierno, sobre el excesivo precio y mala calidad de los comestibles quadragesimales, por lo cual sería demasiado incómoda la entera observancia de la próxima Cuaresma: movido de estas causas, y uniformándose a la suavidad del materno espíritu de la Iglesia, ha dispensado a los fieles de esta Ciudad y Diócesis del precepto de la abstinencia de carnes, exceptuando solamente el primer miércoles, todos los Viernes y Sábados, la vigilia de la Anunciación y los cuatro últimos días de Quaresma; pudiéndose en todos los demás días comer de carne, guardando la forma del ayuno”.
Como lo que había para comer en sustitución de la carne, para guardar el precepto, era malo y caro, mejor que se comiera carne (el que pudiera), eso sí para contrarrestar, se incluía un listado de días en los que era mejor ayunar.
Fuente: la mencionada en el texto.
Fuente de la imagen destacada: «Bodegón de cocina» Mateo Cerezo, 1664. Museo Nacional del Prado
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