El 7 de febrero de 1878 fallecía en Roma el Papa Pío IX –Pío Nono– protagonista del papado más largo de la Historia -32 años- y que dio nombre a un tradicional dulce de Santa Fe en Granada. ¿No ha probado usted el pionono? Pues no sabe lo que se pierde.
El ceremonial de sus exequias fue seguido por los españoles de la época a través de los medios ilustrados, como La Ilustración Española y Americana, que le dedicó varios de sus números durante los meses de febrero y marzo. Dichas publicaciones enriquecieron el texto con numerosas ilustraciones, algunas de las cuales incluimos en esta entrada, lo que sirvió a los lectores para visualizar esos aspectos de ceremonial que les detallo a continuación.
Hay que señalar que, cuando se produjo el fallecimiento del Papa, España seguía con las jubilosas celebraciones del matrimonio del rey Alfonso XII y María de las Mercedes.
Semblanza de un Papa perfecto, con un defecto
La Ilustración Española y Americana de 15 de febrero describe a Pío IX con estas palabras: “Sabida es la sencillez de su vida, la frugalidad de su mesa y la bondad de su trato; sus adversarios quieren hacer de su vehemencia generosa un comportamiento colérico; de su prudencia, indecisión y de su excelente corazón, debilidad. Cuantos le vieron y trataron reconocen su dulzura y la magnanimidad de aquel espíritu. Fue Pío IX de mediana estatura y algo grueso; su mirada era a la vez profunda y bondadosa; su acento, agradable y persuasivo. Llevaba con majestad y sencillez la sotana blanca de Pontífice, y tenía frases oportunas y discretas para todas las personas que a él se dirigían. Pocos Papas han sido tan accesibles a todos los que deseaban visitarle, y eso que las importunidades de muchos curiosos o industriales determinaron establecer para las audiencias ciertas reglas. Una vez un viajero francés, después de haberle pedido la bendición, sacó un muestrario recomendándole su casa de comercio: el Papa sonrió y tuvo que comprarle una partida de cortaplumas y de lápices”.
Todo bondad y dulzura, en su momento, pero para ver la realidad hay que mirar la figura desde la perspectiva histórica que nos dan estos 144 años, pero eso no lo vamos a hacer aquí. La Ilustración Española y Americana solo le veía un defecto “el uso constante del rapé” que a punto estuvo de costarle un disgusto porque “la noche del 24 de diciembre su fuga de Roma (1) estuvo a punto de imposibilitarse porque, ya disfrazado el Papa y puesto en marcha, volvió a su cuarto para tomar la caja de tabaco que se había dejado en una mesa”.
10 momentos clave en el ceremonial de exequias de Pío IX
La Ilustración Española y Americana en sus publicaciones de 22 y 28 de febrero de 1878 recoge una serie de detalles de ceremonial, que fueron sucediendo en secuencia en varios días desde el fallecimiento hasta el depósito del cadáver en el sarcófago provisional. El relato de estas ceremonias se acompañaba con ilustraciones que facilitaron, sin duda, la comprensión de lo que sucedía en Roma:
Clave 1.- Firma del acta de defunción por el médico de la Cámara de Su Santidad.
Clave 2.- Inventario de sus bienes, incluyendo todos los objetos que pertenecían al difunto y que realizaron los cardenales Camarlengo y Vicario.
Clave 3– Embalsamamiento del cadáver.
Clave 4.– Depósito del corazón y entrañas del Pontífice en el Panteón de la Basílica de San Pedro.
Clave 5.- Traslado del cuerpo a la antecámara (espacio que separa la Sala del Trono de los aposentos particulares).
Clave 6.– Exposición del cadáver en la antecámara “sobre un lecho revestido de colgaduras blancas”.
Clave 7.- Capilla ardiente. Conducción del cadáver a la Basílica de San Pedro para su exposición pública. El cadáver aparecía depositado “sobre un sencillo lecho de damasco rojo y estaba colocado de manera que los pies calzados de las sandalias episcopales salían fuera de la gran verja de bronce”.
Clave 8.- Indumentaria. El cadáver “vestía ornamentos pontificales, casulla encarnada, finísima alba blanca con ricos encajes, mitra de oro en la cabeza, guantes bordados en las manos y el anillo episcopal en el dedo anular de al derecha; en el pecho ostentaba un precioso crucifijo de ébano y marfil”.
Clave 9.– Sepulcro provisional. Cierre de la exposición pública y traslado del féretro al sarcófago del sepulcro provisional “donde deben descansar hasta el fallecimiento del inmediato sucesor del Papa (…) este sepulcro se halla en la parte exterior de la gran verja del coro de la Basílica (…) encima de una puerta que sirve de entrada a la escalera de las tribunas de los cantores religiosos”. Un dato curioso que apunta la publicación es que el sarcófago provisional en que se introdujeron los restos de Pío IX no contenían los de su antecesor -Gregorio XVI- aunque sí tenía grabado su nombre en letras de oro.
Clave 10.- Ataúdes. En la capilla del coro y antes de ser introducido en el sepulcro se procedió a colocar los restos “en un ataúd de madera de ciprés, encerrado en otros dos de plomo y madera de castaño, sellados con 6 sellos cada uno de ellos” este ceremonial se realizó en presencia del Camarlengo quien, una vez concluido, entregó “los restos al decano del Capítulo de San Pedro”, quien “dio las instrucciones oportunas para depositar el féretro en el sepulcro provisional”.
A modo de cierre
Protocolo y ceremonial para celebrar las exequias de un Papa (que no está enterrado en el Vaticano, si no en la Basílica de San Lorenzo, según sus instrucciones testamentarias) y de los que los españoles de la época tuvieron cumplida cuenta en los medios ilustrados, lo cual había sido hasta entonces imposible.
Este Papa le dio nombre a un famoso dulce de Santa Fe (Granada) los piononos, dulce que hay que probar alguna vez en la vida y cuya receta -si se atreven a hacerla- pueden encontrar aquí.
(1) Referencia a la Fuga a Gaeta (1848) durante la revolución. El papa huyó de Roma y se puso bajo la protección de los ejércitos franceses, napolitanos y españoles, en Gaeta
Fuentes: las mencionadas en el texto disponibles en la Hemeroteca Digital Hispánica.
Fuente de las imágenes: elaboración propia con ilustraciones de las fuentes mencionadas en el texto.