Estos días estoy en Lima, para participar junto a María de la Serna en el I Congreso Internacional de Comunicación y Protocolo. En la ciudad de Lima, un 26 de junio de 1891, tuvo lugar la ceremonia de traslado de los restos de Francisco Pizarro desde la bóveda a una capilla de la catedral. Esta ceremonia requirió, como cualquier acto, una preparación, una ejecución y la aplicación del protocolo en la ordenación de autoridades y los discursos que se pronunciaron.
De esa ceremonia daba cuenta La Ilustración Española y Americana de 22 de agosto e 1892 y tuvo los siguientes hitos:
Paso previo a la ceremonia de traslado
Solicitud del Ayuntamiento de Lima al Ilustrísimo y Reverendísimo Sr. Arzobispo de licencia para colocar los restos de Pizarro en una de las capillas de la Catedral y para construir una urna que contuviese los mencionados restos.
El Arzobispo concedió la licencia que solicitaba el Ayuntamiento y designó la Capilla de los Reyes como lugar de emplazamiento de la urna conteniendo los restos de Pizarro.
Los restos de Pizarro -previo reconocimiento facultativo de cuyo procedimiento da cuenta el semanario con gran detalle- fuero colocados «en un ataúd forrado de paño negro, con placas plateadas, siendo la parte superior de cristal, para que así pudiera verse el cadáver«.
Acto solemne de traslado de los restos
Autoridades asistentes:
- Presidente de la República.
- Cabildo Catedral.
- Ayuntamiento.
- Jefes y Oficiales del Ejército.
- Corporaciones científicas y literarias
- Ministro Plenipotenciario de España.
Secuencia del acto
Depósito del ataúd en una urna de cristal, en cuya base figuraba la siguiente inscripción:
«Capitán General Don Francisco Pizarro, fundador de Lima, en 18 de enero de 1535. Muerto en 26 de junio de 1541. Fueron depositados sus restos en esta urna el 26 de junio de 1891 por acuerdo del Honorable Concejo Provincial de Lima y por iniciativa del Sr. Alcalde D. Juan Revoredo»
Discursos
En el acto pronunciaron discursos:
- Alcalde
- Deán de la Catedral.
- Ministro plenipotenciario de España.
- Presidente de la Comisión organizadora de la Ceremonia.
Una ceremonia aparentemente sencilla que requirió solicitud de licencia a la iglesia, reconocimiento de los restos enterrados en una caja sencilla de madera en la bóveda de la Iglesia Catedral, para certificar que los mismos eran de quien decían ser, construcción de la urna en la que se depositarían definitivamente y traslado de los restos a la misma. Solo el traslado requirió necesitó la protocolización del espacio y el establecimiento de un orden para los discursos. Recordemos que aunque no intervino, estaba presente el Presidente de la República, la máxima autoridad de la nación.
Ilustración: Francisco Pizarro, Biblioteca Digital Hispánica
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