El lunes en el post de Palabras, palabras hablábamos del Capelo Cardenalicio. Buscando una ceremonia histórica en la que fuese protagonista, encontré la que detalla Antonio Rodríguez Villa en sus Etiquetas de la Casa de Austria “El ceremonial para recibir el estoque o capelo que los Papas solían enviar a los reyes y príncipes de España”. Ceremonia curiosa que nos recuerda esa parte de la historia en la que fuimos defensores de la fe no solo con la cruz, si no también con la espada. Capelo y estoque eran enviados por el Papa y antes de su entrega requerían una ceremonia para la bendición de ambos objetos que se celebraba en Roma.
Ceremonia de bendición de estoque y capelo, protocolo en Roma
Estoque y capelo eran bendecidos por el Papa en una ceremonia que se celebraba la noche de Navidad, antes de celebrar la primera misa en San Pedro, en Roma.
El Papa bendecía con agua bendita tanto el estoque como el capelo, pidiendo a Dios que el estoque “sirviera de verdadera defensa contra los enemigos de la fe” y el capelo cubriese “contra las asechanzas de los luteranos”, de tal forma que quien se ciñese uno y se cubriese con el otro “fuera vencedor de sus enemigos”. Tras esta bendición en la que el Papa estaba acompañado de los cardenales revestidos y dos asistentes mayores, estoque y capelo se guardaban en la cámara del Papa, hasta el momento de ser enviados con un legado “al rey o príncipe que debía ser caudillo de la iglesia”. Habitualmente ese legado pontificio era el Nuncio.
Ceremonia de recepción de estoque y capelo, protocolo en El Escorial
Rodríguez Vila describe una ceremonia de recepción que tuvo lugar en agosto de 1591 en El Escorial por el entonces príncipe Felipe y futuro rey Felipe III (no olvidemos que su padre, Felipe II gozaba de la condición de defensor permanente del catolicismo reconocida por tres Papas: Sixto V, Gregorio XIII y Clemente VIII), aunque las ilustraciones que acompañan a este post son las de su hijo, el Cardenal Infante Fernando de Austria -hijo de Felipe III y Margarita de Austria- que llegó a ser Arzobispo de Toledo a la tierna edad de 10 años.
El detalle de la ceremonia que recoge el autor mencionado es el siguiente:
El Nuncio llegó de víspera a El Escorial en cuya hospedería se alojó. A primera hora de la mañana salió de la hospedería para dirigirse al Monasterio, en cuya iglesia tendría lugar la ceremonia. Le acompañaban los mayordomos del príncipe y gentileshombres de cámara de Su Majestad y del propio príncipe, además de otros caballeros que asistirían a la ceremonia.
El acceso a la Iglesia lo hizo precedido de un capellán “maestro de ceremonias de Su Santidad” (que llevaba el estoque levantado con el capelo en la punta); en este desfile flanqueaban al Nuncio el Conde de Orgaz y el Marqués de Villanueva (mayordomos del príncipe).
La comitiva atravesó la nave hasta llegar a las gradas del altar mayor al pie del cual oraron mientras el maestro de ceremonias depositaba estoque y capelo en el lado de la Epístola.
El Nuncio ofició misa y antes de la bendición final se procedió a la entrega de estoque y capelo al príncipe. Para ello se instaló una alfombra, un sitial, una silla -que ocupó el Nuncio- y una almohada. Acto seguido se leyó el breve de Su Santidad en el que se decía que el Nuncio era enviado pontificio “para que llevase y diese a S.A. –estoque y capelo- de quien esperaba había de defender la fe y religión católica como sus antepasados”.
Tras la lectura del documento, hizo su aparición el príncipe con su comitiva: precedido de “dos mayordomos con bastones” y rodeado de cuatro Grandes. Al llegar a la altura de la silla en la que estaba el Nuncio este se levantó, arrodillándose el príncipe sobre la almohada.
El maestro de ceremonias le acercó el estoque y el capelo al Nuncio, quien pronunció unas oraciones, para a continuación ceñirle el estoque al príncipe, tras lo cual lo desenvainó y se lo puso sobre las manos mientras decía unas oraciones. Acto seguido le colocó el capelo sobre la cabeza, que fue retirado enseguida por dos de los Grandes que le acompañaban.
Tras esta ceremonia el Nuncio procedió a dar la bendición, finalizando la misa, y se retiró a la Sacristía.
El príncipe salió de la Iglesia por la puerta principal en comitiva: precedido por Don Cristóbal Mora (comendador mayor de Alcántara) que llevaba el estoque y el capelo de la misma forma que habían entrado en la iglesia: estoque levantado y capelo en punta, y acompañado de los Grandes y caballeros que habían asistido a la ceremonia.
Como podemos comprobar era una ceremonia celebrada con gran pompa y boato que escenificaba la unión de dos poderes: religioso y político, identificando a la monarquía como defensora de la fe. Protocolo y comunicación muy bien manejados.
Fuente de las imágenes, captura de pantalla de:
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