En mi familia y en las de amigos y conocidos, era costumbre dar un tirón de orejas el día del cumpleaños. Lo recuerdo desde muy pequeña. No era un tirón fuerte, simplemente un tironcillo simbólico y las reglas variaban, como en el parchís: o bien te tiraban de las dos orejas al tiempo o primero de una y luego de otra, eso sí el número de tirones correspondía al número de años que cumplías. A día de hoy, y van seis décadas largas, la tradición la seguimos manteniendo, al menos de palabra. En mi casa lo de soplar las velas vino más tarde (y realmente solo se hace en cumpleaños muy especiales: un cambio de década, un lustro especial …). Lo de las velas siempre me ha dado un poco de repelús, por un lado está la cuestión higiénica, en la que no me voy a detener; por otro el tema de que algo de la vela puede caer en la tarta y nos envenenamos, además plantar las velas estropea el aspecto de la tarta. Si, ya sé que son: ¡manías!
Esta introducción viene a colación porque he encontrado una mención al cumpleaños de Isabel II -la nuestra, no la mundial- en el que no hubo tirón de orejas, si no besamanos. ¡Ser reina es lo que tiene! El 10 de octubre de 1849 la reina celebraba su cumpleaños. Para ello se organizó un besamanos del cual daba cuenta “La Ilustración” de 13 de ese mismo mes. Incluía el mencionado semanario un breve párrafo en el que decía “Con motivo del cumpleaños de S.M. la reina, hubo el miércoles besamanos, que a pesar de lo lluvioso del día, estuvo muy concurrido; en la plazuela del regio alcázar se veía la mayor parte de los trenes que en el último besamanos llamaron por su lujo la atención general”. Gráficamente lo ilustraba con un par de imágenes de la Plaza de la Armería (a la que denominaba plazuela) abarrotada de gente y los coches de gala (a los que se refería como «trenes») que llevaron a quienes asistieron al mismo.
¿Cómo era un besamanos a mediados del siglo XIX en la Corte?
Indagando un poco más, porque la noticia me parecía escueta y quedaría una entrada sucinta, buceé un poco en la Gaceta de Madrid y he encontrado algo más de detalle del acto en cuestión.
El acto, dice la Gaceta, comenzó a las 15:30 horas y asistieron unas 1.300 personas (sus 1.300 mejores amigos y entonces no había Facebook) entre las que se encontraban:
- Real servidumbre.
- Grandes dignatarios del Estado.
- Generales.
- Autoridades.
- La Universidad de Madrid, representada por los decanos de las cinco facultades.
- Demás personas “que por su categoría, tienen derecho de participar de tan señalado honor”.
También se comentaba el aspecto de la monarca que “apareció radiante de salud y hermosura, mostrando su rostro la dignidad de la reina de un gran pueblo en grata y apacible armonía con los atractivos de la juventud y la inocencia”.
Durante la ceremonia tocaron “las músicas y tambores de la guarnición” y pronunció unas palabras de felicitación a la reina el decano de la facultad de teología, que ella escuchó “con su acostumbrada benevolencia” (nada dice la Gaceta sobre si la reina dio las gracias). Supongo que estaría pensando en celebrar su cumple rodeada de amigos y tirones de orejas.
¿Y qué hacían fuera de la Corte?
Pues celebrar el cumpleaños pero sin reina. En concreto, en Barcelona -lo publica la Gaceta- el capitán general de la plaza organizó lo que se denominaba “recibir en corte” (el besamanos fuera de la corte). Con puntualidad británica (se menciona el horario) fue recibiendo a las autoridades más importantes de la ciudad:
11:00 al Excmo. e Ilmo. Sr. Obispo.
11:15 a la Audiencia Territorial.
11:30 al jefe superior político, consejo y Diputación Provincial.
11:45 al Ayuntamiento.
12:00 al Cuerpo Consular.
12:15 a todas las demás autoridades civiles.
12:30 a los Señores generales, jefes y oficiales de todos los cuerpos e institutos presentes en la plaza. Menciona la Gaceta un criterio de ordenación importante en protocolo respecto a estos últimos: “que se presentarán reunidos por antigüedad de cuerpos”.
La celebración del cumpleaños en Barcelona continuó con una gran parada -a las 14:00 h.- en la que participaron “las tropas de todas las armas de la guarnición” que iban vestidas de gala. Tras pasar revista a las tropas que componían la formación (colocadas por orden de antigüedad, dice la Gaceta) el capitán general dirigió unas palabras a los asistentes y finalizaron los actos.
¿Se imaginan a 1300 personas tirándole de las orejas?
Fuentes: las enlazadas en el texto.