«Yo estuve en #ventemajo Segovia 2018«, un evento que los jornaleros protocoleros recordaremos mucho tiempo. No es una frase hecha, es algo que digo con el orgullo del organizador y del asistente, porque fui -junto con María e Itziar- las dos cosas a la vez.
Ventemajo ¿eso qué es lo que es?
Ventemajo es el grito, lema o mote que resume la idea de la IV Jornada de Convivencia Protocolera. La palabreja se les ocurrió a las hermanas de la Serna (María e Itziar) después de semanas buscando la idea. Debía ser algo que definiese lo más popular de la ciudad y su gente, fácil de memorizar, divertido y que tuviese el menor número de letras posible, por aquello de insertarlo como hashtag en un tweet. Cuando pidieron nuestro concurso para hacer sugerencias surgieron «palabros» como: #protoducto, #acuecolo, o #protocochinillo, todas ellas a cual más descabellada como pueden ver.
Un día aparecieron con #ventemajo y enseguida asumimos la palabra como propia. Unir un verbo con un adjetivo para formar una palabra compuesta no parece muy ortodoxo, pero a nosotros nos gustó. Abrazamos la idea que engloba la palabra, porque es lo que íbamos a hacer: ir a alguna parte con gente muy agradable. Eso es lo que es el #ventemajo: vente, imperativo afirmativo de venirse, con el pronombre «te» (nos están pidiendo que vayamos a algún sitio) y además nos están piropeando, porque el adjetivo majo se refiere a alguien simpático, cariñoso y agradable en el trato (al menos eso dice el diccionario). ¿Cómo no iba a gustarnos la palabra? ¿cómo no íbamos a ir a Segovia?.
El éxito de ventemajo
En una de las felicitaciones que hemos recibido en redes sociales he leído que alguien decía que se apuntaba para el año que viene, porque a él/ella «el protocolo le interesa mucho» … ¡craso error, my friend!. El éxito de #ventemajo, o #protocoliño (lema del año pasado) y de las Jornadas que se describen con esas simples palabras, radica en que en ellas «no se habla de protocolo«, para eso hay otros foros, no este. No quiero decir que no se toque el protocolo, en las visitas siempre hay algo que lo recuerda, pero es de forma tangencial, colateral.
A estas Jornadas de Convivencia Protocolera, se viene a convivir, se disfruta de la compañía de otros, se hacen cosas juntos, distintas de las habituales, se practica la tolerancia y el respeto. Son convocatorias abiertas -se publicitan con mucha antelación en Redes Sociales- en las que todos somos iguales y pagamos a escote o a medias, según se tercie. Son un punto de encuentro de personas con algo en común: el protocolo, ya sea como estudiosos, profesionales o interesados, pero hablar de protocolo no es ni el motivo ni el objetivo de la reunión.
La filosofía de las jornadas es el encuentro, el ponerle cara a personas que solo conoces en la red y que los conoces porque te interesa el protocolo. Porque día a día interaccionamos virtualmente con personas como nosotros y en un momento dado necesitamos ponerles cara, desvirtualizarlas. Por eso se convocó la primera jornada y las tres que la han seguido. Aquí no hay charlas, ponencias o lecciones magistrales, solo las hay sobre convivir, tolerar, agasajar y compartir.
Ventemajo y Segovia
Esta IV Jornada de Convivencia Protocolaria, con el hashtag ventemajo, solo se podía celebrar en un lugar: Segovia. Una ciudad en la que las distancias son fácilmente salvables -con muchas cuestas, es verdad- todo está a 10 minutos: el Alcázar de la Catedral, la Catedral del Acueducto, el Acueducto de la Plaza Mayor, etc. -claro que si se va «pastoreando» el tema se alarga un poco- pero la corta distancia se cubre andando fácilmente, aún estando cansado, como nuestros protocoleros han hecho.
Segovia, además, tenía todo lo que necesitaba el comando organizador para agasajar a sus compañeros protocoleros: monumentos, historia viva, paisaje y gastronomía.
Entreteniendo a los «majos»
Se buscaron visitas para entretener a los «majos» a los que habíamos dicho «vente«, en las que hubiera algo de protocolo, no en vano es lo que nos une, pero sin saturar. El viernes por la tarde visitamos el Palacio Provincial, sede de la Diputación, que, aún con sus dependencias en obras de restauración nos recibió con los brazos abiertos (de hecho recoge nuestra visita en su web). Allí nos saludó el anfitrión -el presidente de la Diputación- quien, recordemos, es una autoridad que aparece en el RD 2099/83, y a quien agradecemos su deferencia.
El sábado nos esperaban otros tres espacios con un papel importante en la historia y en el protocolo: el Alcázar, la Catedral y la Casa de la Moneda (de cuyos aspectos protocolarios fueron dando cuenta los jornaleros protocoleros en sus tweets y fotografías, a los que recomiendo acudan, porque cada uno encuentra algo distinto cuando se habla de lo mismo).
El agasajo gastronómico tuvo lugar en dos conocidos restaurantes de Segovia: la cena del viernes en Casares y la comida del sábado en Maribel.
Jornada breve, recuerdo perdurable
Ese es el objetivo que han tenido todas las jornadas hasta la fecha: ser un breve encuentro en el que no de tiempo a un roce, una mala cara o un enfado. Aquí solo hay tiempo para sonreír y disfrutar de la compañía, y ese es el recuerdo que perdura en la mente del jornalero: lo bien que lo pasó. Si la jornada durase más, seguro que habría algún desencuentro, cosa que es imposible con el planteamiento actual.
Comunidad jornalera: de diez
La comunidad jornalera protocolera es lo mejor, de diez. Son los más majos/as del mundo mundial. Una joya para el organizador. Disciplinados y obedientes. Cualquier cosa que se les pide: la hacen sin rechistar. Que hay que hacerse una foto unos días antes desde donde estén en ese momento, se hace. Que necesitamos una foto saliendo de casa con el #ventemajo visible, aquí la tienes. Que tienes que pararte en el cartel de Segovia Ciudad Monumental a 30 Km. de Segovia, me paro … así funciona esto, con mucha cooperación y muchas ganas de divertirse. Estoy segura de que si hubiéramos insistido un poco más en que se presentaran con refajo, se lo habrían puesto. Así son los protocoleros, personas especiales de verdad ¡grandes!.
Se merecen un diez porque todo les parece maravilloso y genial, aunque sea tomar cerveza templada, caminar bajo la lluvia o el sol abrasador … ¡son lo mejor!. Doy fe. Incluso los protocoleros que no pudieron venir se sumaron a la idea de pintar el ventemajo, son de lo que no hay, se lo digo yo.
Son todos los que están y no están todos los que son
Esta frase la pronunció una de las asistentes al encuentro para referirse a los ausentes, a aquellas personas que hubieran querido acompañarnos pero que, por circunstancias que no vienen al caso, no pudieron hacerlo. Les echamos de menos. Seguro que el año que viene podrán hacerlo e incluso podrán acercarse algunos a los que aún no conocemos, incorporándose así a esta comunidad tan variopinta.
Adiós Segovia 2018, bienvenida Granada 2019
El año que viene en junio, esta tropa creciente, volverá a juntarse en Granada. Diana Rubio será nuestra anfitriona y, conociéndola, seguro que ya le está dando vueltas a un lema pegadizo, unas actividades entretenidas y una gastronomía que nos dejará con ganas de más, pero ya saben, esto es así, bueno y breve. De todo ello se irá dando cuenta en la red, habrá que estar atento para no perderse nada.
La despedida me trae a la memoria esta estrofa de We’ll be thgether again de Carl Fischer / Frankie Laine
No tears, no fears,
Remember there’s always tomorrow
So what if we have to part,
We’ll be together again.
¡¡¡Nos vemos en Granada!!! (y antes si fuese menester)
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