La Gaceta de Madrid de 19 de febrero de 1900 incluye una Real Orden mediante la cual se permitía el uso de la máquina de escribir en las oficinas del Estado. Para alguien como quien escribe estas líneas lo de aprender a escribir a máquina fue el resultado de los largos veranos de los dos últimos años de Instituto a finales de los 70. Demasiado tiempo libre y no era cuestión de estar todo el día con la bici o en la piscina, así que aprender a escribir a máquina (a taquigrafía me negué, y hubiera sido una magnífica idea para tomar apuntes, por cierto) fue el método que pareció más indicado para aprovechar los largos días veraniegos. En dos veranos completé todos los cursos y obtuve el título de mecanógrafa. Para obtener el mencionado título había que pasar un examen en la calle del Codo, en Madrid en la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País, que era quien lo expedía. Por cierto, siguen dando esos títulos pero ahora son de mecanografía por ordenador.
Aprender a escribir a máquina fue una buena idea que reportó beneficios inmediatos no solo a quien se confiesa en esta entrada, sino también a terceros, ya que me pedían los apuntes durante la carrera porque estaban perfectamente mecanografiados y además estaban ampliados con resúmenes de los temas. Incluso llegué a encuadernarlos, no miento, comprueben que monos me quedaban.

También me reportó beneficios a futuro, escribir a gran velocidad, sin mirar el teclado, me abrió las puertas de mi primer trabajo y de los que vinieron después. Y ahora ¿qué sería de mí si no pudiese escribir a gran velocidad todas estas ideas que se me ocurren?
En fin, me ha hecho gracia la Real Orden y la transcribo dedicándosela a la gente de mi generación, aquellos que aprendieron a escribir en aquellas máquinas Olivetti, Olympia, Remington, etc., de baquelita, que hacían un ruido infernal y en las que no cabía cometer errores. ¡Va por ustedes! (me he permitido, como habitualmente, hacer unos comentarios)
Mecanografiado vs manuscrito, las ventajas de la tecnología
Excmo. Sr.: Vista la petición formulada por D. Antonio Comyn en instancia de fecha 1º del corriente solicitando que en todas las oficinas del estado, de las provincias y de los Municipios se admitan las instancias y demás documentos hechos con máquinas de escribir, en los mismos términos y con los mismos efectos de los escritos o copiados a mano.
¡Mamma mía! Solo de pensar en la cantidad de escritos que he enviado a distintos ayuntamientos y otras administraciones, si hubiera tenido que escribirlos a mano … me hubiera jorobado el túnel carpiano el primer mes. Aunque lo de enviar documentos manuscritos no es una rara avis, hace unos años, creo que fue en 2018 una compañía de seguros me pidió, para dar de baja una póliza, una carta manuscrita renunciando a la misma. ¡¡En pleno siglo XXI!!. Por supuesto, lo hice, en mi magnífica letra que en tamaño está tres puntos por encima de la escritura media más grande. Para una carta de renuncia necesité tres folios, jajajaja. Creo que lo que la tenaz empleada de la compañía de seguros quería decir era que el documento de renuncia había que firmarlo con firma manuscrita, pero yo me atuve a la literalidad de sus indicaciones “carta manuscrita”. Pues ¡toma manuscrito!
He de confesar que muchas veces cuando los alumnos presentan un trabajo que dista mucho de ser original, debería solicitarlo manuscrito, así se pensarían un poco más lo del copy-pega.
Mecanografiado se lee más fácil pero ¿se entiende mejor?
Considerando que no existe ninguna razón administrativa ni de otra índole que aconseje no admitir en las oficinas anteriormente citadas las instancias y demás documentos que en ellas se presenten hechos con máquinas de escribir, siendo más clara y fácil su lectura que muchos de los escritos a mano, y cuya legalidad consiste en la autenticidad de la firma que los suscribe y no en que estén hechos precisamente con letra manuscrita.
¿Cómo ha cambiado la vida, verdad? Hoy en día lo de presentar escritos manuscritos no es aconsejable. Todo hay que resolverlo online, adjuntar los documentos escaneados online y firmar de forma digital, hemos perdido la costumbre de escribir, y los funcionarios la habilidad de interpretar distintos tipos de letra.
Por otro lado la claridad en la letra no trae como consecuencia la claridad del texto que se escribe. Les pongo un ejemplo con un texto que tengo por aquí: “Al comprender las fortalezas, se pueden potenciar y aprovechar las características positivas para lograr un acto de inauguración exitoso. De esa forma, al identificar las debilidades, se pueden implementar medidas correctivas y evitar posibles desafíos durante la planificación y ejecución del evento” ¿De qué estamos hablando? ¿de fortalezas o de debilidades? En la primera frase se habla de comprender las fortalezas, hasta ahí está más o menos claro (doy por hecho que hay mucha palabra de relleno). Pero al usar el conector “De esta forma, al identificar las debilidades …” ¿A qué forma se está refiriendo? ¿no estaba hablando de fortalezas? Todo ello escrito perfectamente, sin errores ortotipográficos, pero claridad en la explicación, va a ser que no.
Si lo dispone S.M., sea
S.M. el Rey (Q.D.G.) y en su nombre la Reina Regente del Reino, ha tenido a bien disponer que en todas las oficinas del Estado, provinciales y municipales se admitan cuantas instancias y documentos se presenten hechos con máquinas de escribir, en los mismos términos y con iguales efectos que los escritos o copiados a mano.
De Real orden lo digo a V.S. para su conocimiento y efectos consiguientes. Dios guarde a V.S. muchos años. Madrid 12 de Febrero de 1900
FRANCISCO SILVELA
La cosa hubiera mejorado mucho si se hubiera dispuesto que se dispusiera de máquina de escribir en todas las oficinas del Estado, pero para eso supongo que hubo que esperar un poco más.
Por otro lado hay que decir que mola poner en contexto el nombre de una calle de Madrid. Cuando reviso normativa histórica me gusta reconocer los nombres de las calles por las que paso habitualmente, en este caso Francisco Silvela, que fue presidente del Gobierno entre el 4 de marzo de 1899 y el 23 de octubre de 1900 (y lo volvería a ser unos meses entre 1902 y 1903). También fue ministro en varias ocasiones, pero me ha salido la vena protocolera y lo cito por el mayor rango del puesto que ocupó.
A modo de conclusión
Seguro que piensan que lo de escribir a máquina no tiene mucha relación con el protocolo, pues quienes lo piensen están muy equivocados. ¿Cómo se escriben todos los documentos de protocolo? Pues eso, se mecanografían en el ordenador y antes se mecanografiaban con máquinas de teclado y carro. Nos parece tan evidente que no le damos la importancia que merece a estos adelantos que nos facilitan la vida. De vez en cuando no viene mal echar la vista atrás y saber cuándo se empezaron a usar ciertas tecnologías, lo que nos puede parecer gracioso es que se necesitase una Real Orden para permitir su uso.
Fuentes
La Real Orden mencionada en el texto está disponible en la Gazeta Histórica del Boletín Oficial del Estado.
La imagen destacada es un montaje propio con fotografías gratuitas de PIXABAY.