Caridad es, en la primera acepción que encontramos en el diccionario de la Real Academia, “una actitud solidaria con el sufrimiento ajeno” que se manifiesta mediante “el auxilio que se presta a quien lo necesita” en un determinado momento.
Caridad es sinónimo de: solidaridad, altruismo, desprendimiento, generosidad, compasión, socorro, protección, ayuda, auxilio, etc. Muestra de todos estos sinónimos la estamos recibiendo diariamente a través de medios convencionales y redes sociales cuando hablan de las víctimas de las inundaciones en Valencia y de quienes ayudan.
Ustedes se preguntarán porqué les estoy soltando esta perorata. Todo tiene su explicación, porque caridad también son donativos y sobre ello va la reflexión semanal de esta humilde servidora.
Por ponerles en contexto. Sala de espera de la consulta del médico, Una sala de espera es ese sitio en el que antaño estábamos callados como en misa y se podía leer concentrado absolutamente en lo que se leía. Hoy día es un lugar al que se va a charlar en un tono 2+ o a hablar por teléfono respondiendo a urgencias tales como: cómo se bañaba a los niños antaño; qué voy a llevar a la cena de Maripuripaqui o cómo preparar lentejas estofadas solo con verduras, que el chorizo engorda.
¿Caridad o limpieza de fondo de armario?
Uy, uy, uy que se me va la pinza y empiezo a divagar. Como les decía hallábame en la sala de espera intentando concentrarme en una partida de Toon Blast, porque leer era imposible con tal guirigay, cuando escuché -accidentalmente por supuesto- la conversación entre dos señoras -más jóvenes que yo, he de decir- en la que se referían a la ayuda material que iban a enviar a los damnificados por las inundaciones.
“Ya le he dicho a mi hijo, haz limpieza en el armario y todo lo que sobre lo enviamos a Valencia”. Esta frase produjo en mí tres reacciones. La primera, un respingo, que debió ser sonoro, ya que quien había hecho el comentario se corrigió a sí misma puntualizando “No quiero decir ropa vieja, si no cosas que estén bien y que ya no use”. Caridad mal entendida.
La segunda reacción fue una asociación mental. En mi mente se creó una imagen en forma de partitura y empecé a tararear por lo bajinis “Dar solamente aquello que te sobra, nunca fue compartir sino dar limosna”. Es la única frase que me se de la canción de Alejandro Sanz, cantante que tiene muy claro que caridad es compartir.
Y la tercera fue acudir a un recuerdo reciente: los textos que leí durante los días y las horas que dediqué a revisar periódicos de 1879-1880 buscando noticias de las inundaciones de Murcia y Almería, la famosa Riada de Santa Teresa. Vuelvo otra vez con el tema, pero aprendí mucho y además de lo que está publicado en el artículo de la Revista de Estudios Institucionales, encontré muchos detalles que iré compartiendo en las próximas semanas.
Los periódicos y la Gaceta recolectando donativos
Los periódicos de la época y la Gaceta de Madrid se convirtieron en receptores de donaciones materiales y económicas. Los periódicos fueron los que centralizaron las donaciones en ropa, muebles y enseres y la Gaceta las económicas que iban a la suscripción pública abierta por el Gobierno. Aunque nos parezca mentira por aquel entonces no se facilitaban números de cuenta, ni había posibilidad de hacer Bizum (esto es ironía). Los donativos en especie eran trasladados a Murcia y Almería por tren, ya que llegó a un acuerdo con los ferrocarriles desde el primer momento para que así se hiciera (en el siglo XXI esto ha ido más lento). Una vez en destino los donativos en especie se distribuían a las juntas provinciales y municipales de socorros para que los hicieran llegar a quienes lo necesitaban. En la imagen destacada vemos cómo se recibían esas donaciones en el periódico El Imparcial.
Los donativos tanto en dinero como en especie se publicaban, con el nombre y apellidos del donante y la cantidad o material que donaba. Aquellos listados ocupaban gran parte de las páginas de los periódicos cuya paginación media era de 4 páginas. Por curiosidad leí a veces aquellos listados para ver qué se donaba. Sábanas, mantas, ropa de abrigo, ropa interior, tela para hacer vestidos o ropa de cama, ropa de niños, etc. etc. etc. Entre todas aquellas cosas que la gente donaba, vi algo curioso: “un par de chaqués”. Recuerdo que entonces pensé ¿Por qué alguien dona un chaqué? Todo aquello iba destinado a huertanos ya de por sí pobres, que habían perdido su huerto, su casa, las gallinas, el burrito, etc. ¿para qué iba a necesitar un traje de ceremonia? Ahora me doy cuenta de que debería haberme preguntado mejor el porqué de ese donativo, y llegaría a la conclusión de que había alguien que había deshecho de lo que no le valía, es decir que daba lo que le sobraba. Caridad mal entendida.
Caridad o Solidaridad
Vale, caridad puede ser una palabra que no nos guste porque tiene connotaciones religiosas. Además, a los que ya tenemos cierta edad, puede que nos recuerde a las huchas del Domund -que hoy serían políticamente incorrectas- en las que recogíamos dinero para enviar a los niños pobres de países del tercer mundo; nunca a los nuestros (aunque por aquel entonces España era también el tercer mundo). Si tal es el caso, usemos un sinónimo más políticamente correcto, solidaridad. Practiquemos acciones generosas, hechas con buena intención, para socorrer a alguien que lo necesita, pero no incluyamos ahí todo lo que sale del Spring Cleaning del fondo de armario. Esa es la caridad mal entendida, el dar lo que sobra que como decía la canción, no es compartir es humillar.
A modo de conclusión
Somos un país generoso, pero no aprovechemos las catástrofes para hacer limpieza con una caridad mal entendida. Donemos cosas útiles y necesarias y si quien está sobre el terreno recomienda que aportemos dinero en efectivo, hagámoslo, así se destinará a lo que realmente se necesita. Seamos empáticos, pongámonos en el lugar de aquellos que necesitan ayuda y compartamos.
¡Menuda perorata! Pero es que necesitaba compartir esta reflexión, y con quién mejor que con las protocoleras/-os.
¡Buena semana!
Fuente de la imagen destacada: «Exterior de las oficinas de El Imparcial con motivo de las expediciones de donativos en efectos» publicado en la página 12 de La Ilustración Española y Americana de 8 de noviembre de 1879. Disponible en la Hemeroteca Digital.