Una fiesta premamá envidia de amistades (I)
Fiesta premamá en la que la futura madre presenta la canastilla, la habitación del bebé y recibe regalos ¿les suena?. Una fiesta destinada a que las amistades vean todo lo que se ha preparado para la llegada del niño/a, y, como no, para suscitar un poco de envidia entre las amigas. Ahora les llamamos “baby shower” que parece que queda más chic.
¿Creen que esto es un invento del siglo XXI? pues va a ser que no y ¡cómo siento llevarles la contraria!. A principios del siglo XX había futuras mamás en España que ya celebraban este tipo de eventos, mostrando a sus amigas y conocidas el ajuar del nasciturus, y si no lo creen, sigan leyendo este post.
Para preparar una fiesta de este estilo –que no dejaba de ser un recibir visitas en casa– primero había que elegir los objetos para el bebé adecuadamente, para que fueran lo más exquisito y digno de mostrar. En ayuda de esa madre primeriza había revistas como “La mujer en su casa” (si, hoy el título nos parece horrible, pero estamos hablando de 1903 y no podemos mirarlo con los ojos de 2018), encargadas de traer mensualmente a casa las últimas novedades, aquellas con las que dejar boquiabiertas a las amigas.
Veamos que señalaba la revista ser imprescindible en el cuarto del bebé, si se quería estar a la última y ser la envidia del círculo de amistades. En primer lugar: tener una habitación “destinada exclusivamente al niño” en la que se puedan instalar “los objetos necesarios para la toilette de [los] chiquitines”, no en vano el niño “es el que necesita más sitio [por] los cuidados incesantes, para los que no se puede prescindir de bastante espacio”. Un lugar, en fin, donde tener siempre a mano “los objetos destinados a su uso personal”.
Y en segundo lugar: «todos estos monísimos mueblecitos» que vemos en el grabado:
- “Silla de madera blanca pintada de esmalte, guarnecida de almohadones (…) de algodón crudo con aplicaciones de bordado”.
- “Funda para tapar y ocultar el baño (…) que tiene la misma forma que el baño (…)” y una cinta de lado a lado que permitía destapar el baño cuando se necesitase. De este mueble dice que es una invención “tan ingeniosa como práctica”.
- Moisés de mimbre con “capota que sube y baja” guarnecido de muselina. Como vemos en el grabado, convenientemente adornado de lazos, cocas y volantes.
- Cestita para ropa limpia: cubierta de tela guateada para que cuando se ponga en ella la ropa del bebé “se conserve templada”.
- Bolsa para la ropa sucia. “Saco redondo (…) armado sobre dos círculos de alambre” adornado de encaje y cerrado por un cordón. Su destino –contener ropa sucia- no le esta exquisitez en tela y bordado.
- Complemento para la mesa de toilette. Realizado en tela impermeable y forrado de tela lavable; destinado “a las esponjas de la toilette”.
- Mesa tocador. “Con forma de bandeja –doble- para poderla levantar cuando se quiera sacudir y cepillar”. Convenientemente adornada de cintas, volantes y lazos, y rodeada de bolsillos, su fin era recoger todos los utensilios necesarios para “acicalar” y cambiar la bebé: cepillos, peines, alfileres, etc.
- “Sachet en tela de seda”. Estuche destinado a los zapatos y calcetines del recién nacido.
- Cuna de hierro, barnizada en blanco. Con el consabido despliegue de: volantes, muselinas, entredoses y lazos.
- Estantería portátil. Mueble muy útil para guardar todos los juguetes del niño. De madera blanca y con cortinas de cretona cruda. Su destino era dar alojamiento a todos los juguetes y evitar que, al estar esparcidos por el suelo “den a la habitación un aspecto de desorden”.
Como pueden ver, no faltaba detalle (bueno, si, faltan algunas cosas, pero las dejamos para el próximo post). Todo ello muy bien dispuesto en un cuarto especial para el bebé, sería la envidia de las amistades de una fiesta premamá de 1903, y no es muy diferente al kit básico de una baby shower actual (salvo los cambios que impone la moda).
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