Cae en mis manos un libro de 1928 – El novísimo consultor de los enamorados. (Cartas de amor y guía de los amantes). Del modo de escribir. Diferentes modelos de cartas. Variadísimas cartas galantes para todos los casos. Publicado por Editorial B. Bauzá. Todo un manual de escritura elegante para caballeros galantes, porque, como nos recordaba el refranero el viernes pasado: lo escrito, escrito queda y hay que intentar que esté bien escrito si queremos que tenga efecto y perdure.
Por si no quedase claro en el título, la contraportada hace un resumen del contenido bajo el título: Como debe escribir sus cartas a una mujer. Allí se dice que el libro que el lector –masculino, por supuesto- tiene en sus manos “es un libro de gusto depuradísimo, escrito en un estilo cautivador” cuyas epístolas, agrupadas convenientemente, forman “una pequeña novela sentimental que hace agradabilísima su lectura”.
La correspondencia: una red social que duró siglos
A mis ahijados quinceañeros les parece “un gasto inútil de papel, un cansancio enorme escribir tanto con un bolígrafo y un todo-eso-a-mí-no-me-sale-de-la-cabeza” cuando les he enseñado y leído alguna de las cartas (me ha costado que me prestaran atención y explicarles los significados de algunas palabras). Cuando les digo que antes nos escribíamos cartas y nos contábamos la vida en ellas ¡¡ponen los ojos en blanco!! No sé si he logrado transmitirles que la correspondencia era nuestra red social, que además evolucionó a la par que el ser humano y tuvo un gran desarrollo el siglo pasado cuando se abarató la forma de envío. Para ellos el correo es lo que llega al buzón: facturas y publicidad, pero nada de cartas ni postales de amigos “para eso está el móvil”.
Un modo de escribir elegante para un caballero galante de antaño
El libro tiene una pequeña introducción en la que el autor destaca la necesidad de ser elegante en el modo de escribir, tanto en la forma como en el estilo. Respecto la forma aconseja que las letras sean proporcionadas, que se encabece y se firme, además de dejar márgenes también proporcionados. Respecto al estilo sus consejos son: huir de la afectación y las frases rebuscadas, y no olvidar que siempre hay que ser muy respetuoso.
Advierte el autoral lector y futuro usuario de las indicaciones y modelos de cartas que aparecen en el libro, no deben utilizarse directamente –vamos, que no hay que copiarlas– si no que “deberán ser reformadas por quien las haya de menester, pues de ningún modo sería prudente exponerse a la ridiculez a la que se haría acreedor quien se valiera de una copia servil”. Menos mal que lo indica en la introducción porque ya estaba yo dándole vueltas a la cabeza con qué sucedería si distintos galanes se enamoraban de la misma joven y, siendo parcos en palabras, decidían comprar o consultar el libro y escribirle a la susodicha una de estas cartas tal y como aparece en sus páginas ¡uf!.
Una declaración de amor con chantaje emocional incluido
Veamos una carta, en la que el autor declara su amor a una joven a la que previamente habría conocido en alguna reunión social. El chantaje emocional está en el cierre, antes de la despedida respetuosísima en la que se pone a los pies del objeto de su amor.
“Adorable señorita: Impulsado por esa necesidad del corazón que domina y subyuga el alma humana, y que no había sentido hasta que tuve la dice de conocer a usted, he de atreverme a declararla por medio del lenguaje escrito, lo que mis labios nunca osarán decirla verbalmente. Yo la amo. Cien veces he tenido esta frase en mis labios, con la firme resolución de deslizarla a su oído, en las diferentes ocasiones que, atraído por sus encantos, heme acercado a usted para saturarme con el aroma de sus hechizos; pero siempre me ha faltado el valor, temeroso de que mi amor fuese por usted rechazado. Este temor, y la cruel incertidumbre que atormenta mi espíritu, me impulsan y deciden a recurrir a la pluma para declararla mi amorosa pasión, que indudablemente habrá leído usted en mis ojos, y que justifican y excusan a la vez mi atrevimiento.
Nada más cruel, para un corazón enamorado, que la duda; este temor o recelo del espíritu que abate el ánimo y le condena a las torturas de la indecisión, coartando su voluntad y poniendo en lucha abierta los impulsos del corazón con las instigaciones del deseo.
Para desvanecer aquella y por término a una lucha que se me ha hecho ya insostenible, yo me atrevo a esperar su amabilidad y benevolencia una pronta respuesta a esta sencilla pregunta: ¿Acepta usted mi amor?
De su contestación franca y categórica depende la dicha o la infelicidad de sus más entusiasta admirador y respetuosos apasionado, q. l. b. l. p.”
Correspondencia elegante para caballeros galantes de hogaño
El joven que escribiese esa carta emplearía ni más ni menos 254 palabras, distribuidas en 5 párrafos y estructuradas en 11 frases, simplemente para decirle a una señorita que le gusta y que espera ser correspondido. Pero los tiempos cambian y en esto de la correspondencia han cambiado mucho más
Cuando se lo cuento a mis sobrinos la cantidad de palabras que cabían en una carta me miran como si me acabase de bajar de una nave espacial. Reconocen que les cuesta escribir un resumen de ese tamaño para clase, pero sobre todo me preguntan por el número de caracteres: 1.454. Uno de ellos me dice que si tiene que teclear 1.454 caracteres seguidos en su teléfono, se les rompen los dedos.
Entonces pregunto cómo lo hacen ellos ahora, casi un siglo más tarde. Y me hablan de Instagram y los mensajes privados entre quienes previamente se conocen ya sea en el colegio o el instituto, o porque son amigos de amigos. Los mensajes pueden ser con o sin palabras.
Un mensaje sin palabras: la chica pone una foto y le das a tope a la barrita de “me gusta”.
En los mensajes con palabras hay tres tipos de remitentes: los golosos, los secos y los normales. Los golosos son los que denominaríamos empalagosos: “Quiero ser la parte favorita de tu vida”, “Eres mi princesa y te quiero”, “Eres mi vida”, etc.
Los secos no dicen nada, solo mandan emoticonos, corazones y cosas así.
Los normales: “Vas a salir este finde por aquí? Nos vemos un rato” “Qué guapa eres”, etc.
No podemos poner en duda que normales y secos siguen alguno de los consejos que daba el autor del libro: huyen de la afectación y sus frases no son nada rebuscadas.
A modo de conclusión
Entre los 1.454 caracteres de la carta galante y los 39 del mensaje más largo de Instagram que he recogido hay un abismo. Entre el lenguaje rebuscado y el más directo de Instagram, otro. Hay que adaptarse a los tiempos, pero me da que los golosos también copian sus frases de algún sitio.
Libro lo pueden encontrar digitalizado en la Biblioteca Digital Hispánica.
Fuente de la imagen: The Love Letter (Geskel Saloman, 1889)