La verdad es que no sabía cómo titular esta entrada en la que voy a hablar del protocolo y ceremonial que rodeó el nacimiento y defunción del segundo hijo de Isabel II, Fernando Francisco, que fue príncipe de Asturias durante breves minutos, de ahí el título de la entrada. El hecho de esa supervivencia, aunque efímera, hizo que durante esos aproximadamente 5 minutos el recién nacido fuese primogénito, heredero de la corona de España y príncipe de Asturias.
El hijo/-a de una reina no venía al mundo de cualquier manera, puede que no se supiese el día exacto pero todo estaba previsto para que su llegada no pasase inadvertida. Desde meses antes se comenzaba a preparar el ceremonial para que, en el momento en el que la reina diese a luz, todo el mundo estuviera en el lugar que por su rango le correspondía, asistiendo a la ceremonia de presentación del príncipe/princesa recién nacido, una ceremonia tradicional en la corte española. Hace tiempo publiqué en este blog un acto similar, el de la presentación de Alfonso XIII, pero en esta entrada no les voy a relatar una ceremonia de presentación gozosa, si no su adaptación a otra más triste.
Vayamos a la historia tal y como la cuenta la Gaceta de Madrid.
Un príncipe (o princesa) va a nacer, preparativos
El nacimiento de un bebé real se producía en medio de un despliegue ceremonial y protocolario que era necesario para dar fe pública del hecho a nivel nacional e internacional. En dicho acto ceremonial se presentaba al recién nacido y había no solo autoridades españolas, también las había internacionales, todos los embajadores estaban convocados, para que dieran fe de lo que allí había sucedido y enviasen cumplida información a sus respectivos gobiernos.
Con casi un mes y medio de antelación al nacimiento del que había de ser el segundo hijo de Isabel II, el primero, Luis Fernando, había nacido muerto el año anterior, aparece publicado en la Gaceta de Madrid un Real Decreto destinado a informar del procedimiento a seguir para el acto de presentación. El objeto aparece perfectamente descrito en el primer párrafo «Para que las ceremonias que deben tener lugar con motivo del próximo nacimiento del inmediato sucesor a la Corona, si la divina Providencia permite que se realice tan fausto suceso, se verifiquen en el modo y forma que ha sido costumbre en tiempo de mis Augustos Progenitores, salvas las modificaciones consiguientes a la alteración que ha sufrido el régimen político y administrativo de la nación«.
Lista de invitados
El artículo 1º del Real Decreto de 1 de junio de 1850 indica quienes deben asistir al mencionado acto:
- Los Ministros.
- Los Jefes de Palacio.
- Una Diputación por cada uno de los Cuerpos colegisladores (presidente + vicepresidente + 2 secretarios).
- Una comisión de dos individuos nombrados por la Diputación de la Grandeza.
- Los Capitanes generales del ejército y de la Armada.
- Los caballeros de la insigne orden del Toisón de Oro.
- Los Presidentes de los Tribunales supremos y el Vicepresidente del Consejo Real.
- Los individuos del extinguido Consejo de Estado.
- El Arzobispo de Toledo.
- El Patriarca de las Indicas.
- El Comisario General de la Cruzada.
- Los que hayan sido Embajadores.
- El Capitán general de Castilla la Nueva.
- El Jefe político de Madrid.
- El Gobernador militar de Madrid.
- El Alcalde-Corregidor de Madrid.
- Una comisión de dos Concejales de Madrid designados por el Ayuntamiento.
- Los Directores e Inspectores de todas las armas y el Director general de la Armada.
- Los Comisionados de Asturias.
- El Cuerpo diplomático extranjero, con el cual concurrirá el Introductor de Embajadores.
Etiqueta
En el artículo 3º del RD mencionado indicaba que los mencionados en el listado anterior «se presentarán de uniforme en Palacio en el momento que se les avise«. Ceremonia importante, rigurosa etiqueta.
Publicidad y puntualidad
El artículo 4º comisionaba al Consejo de Ministros, a todos los Ministerios y al Mayordomo mayor de Palacio para que adoptasen «las disposiciones oportunas a fin de que tenga efecto la puntual asistencia de todas las personas designadas«. Aquí primaba la rapidez de la comunicación y la inmediata disponibilidad de los mencionados en la lista anterior. En el momento en el que la reina se pusiera de parto había que salir disparados a informar (espero que no hubiese muchas «falsas alarmas»).
Aviso a los no invitados
Para informar al pueblo de Madrid de tan feliz acontecimiento, una Real Orden de la misma fecha que el Real Decreto, indicaba el procedimiento a seguir:
Si el recién nacido era Príncipe, se enarbolaría la bandera española en la Punta de Diamante del Palacio Real y se haría una salva de 25 cañonazos en la montaña del Príncipe Pío, en Atocha y en los Pozos. Si era por la noche junto a la bandera se colocarían dos luces.
Si la recién nacida fuese Princesa, la bandera que se enarbolaría en la Punta de Diamante sería blanca y la salva de 25 cañonazos solo se haría en la montaña del Príncipe Pío. Si fuera de noche, se colocaría una luz al lado de la bandera.
La reina se pone de parto y esto no es una falsa alarma
El 11 de julio a las 7 de la tarde la reina se puso de parto y el procedimiento preparado con antelación se puso en marcha convocando a los del listado. El primero en ser notificado fue el Ministro de Gracia y Justicia, Notario Mayor del Reino, cuya labor era certificar el nacimiento del príncipe/-esa que estaba a punto de nacer.
Para que se hagan una idea del número aproximado de personas que se reunieron en la Real Cámara para asistir al nacimiento y ceremonia de presentación, estaríamos hablando de unas 82 (cuyo tratamiento, nombre, cargo y rango aparece publicado en un listado completo en la Gaceta de Madrid de 22 de julio).
A esos 82 habría que añadir los que se encontraban en la cámara de la reina, que entre médicos y familiares serían unas 10 personas.
Todos ellos permanecieron en Palacio durante la noche esperando el feliz acontecimiento que no se produjo hasta las 4 de la tarde del día 12 de julio.
El Mayordomo Mayor anuncia el nacimiento
A las 4 de la tarde del 12 de julio el Mayordomo Mayor entra en la Sala en la que están reunidos los invitados y anuncia que «S. M. acaba de dar a luz un Príncipe» noticia que se recibe por la concurrencia «con muestras inequívocas de emoción y júbilo» y tras el anuncio todos ellos fueron conducidos al salón en el que se iba a verificar la presentación.
Al mismo tiempo el Ministro de Gracia y Justicia empieza a desempeñar su tarea de Notario Mayor del Reino y es conducido al aposento contiguo a la Real Cámara. Allí es testigo de la «agitación y el dolor más profundo» del rey consorte, quien le hace partícipe de que «el nuevo Príncipe no daba esperanzas de vida» y por si mismo presencia las maniobras de reanimación que desgraciadamente no tienen resultados.
Acto de presentación del real cadáver
El recién nacido es declarado fallecido por los facultativos que atendían el parto y se acuerda presentar el Real Cadáver, autorizando el rey para ese acto al presidente del Consejo de Ministros, el Excmo. Sr. D. Ramón Narváez. Hay, por tanto un acto de presentación, que sigue el mismo procedimiento que si hubiera que presentar un niño con vida.
El cadáver del Príncipe se colocó sobre la bandeja de oro y el cojín de seda que estaba preparado para la presentación y se le cubrió con un paño blanco. Una comitiva acompañó el cadáver hasta el Salón en el que estaban reunidos los invitados. Allí el Notario Mayor del Reino retiró el paño que cubría el cadáver para que todos pudieran ver «y vieron el cuerpo de un niño de perfectas y robustas formas, del todo desnudo, y con evidentes señales de acabar de ser desprendido del seno materno«. El presidente del Consejo de Ministros pronunció unas palabras:
«Señores, S. M. el Rey, no pudiendo verificarlo en persona por su acerbo dolor, me encarga el triste deber de presentar a esta distinguida concurrencia, el cadáver del Principe de Asturias, que la Reina, su Augusta Esposa, acaba de dar a luz, y que a pocos momentos, recibida el agua del bautismo, ha fallecido, no alcanzando a salvar su preciosa vida todos los auxilios del arte«.
Gaceta de Madrid, 22 de julio de 1850, Acta de Nacimiento y Defunción del Príncipe de Asturias.
Los allí convocados se fueron acercando a reconocer el cadáver a petición del presidente del Consejo de Ministros que hizo el siguiente llamamiento «Ruego a los circunstantes, si alguno no hubiese podido verificarlo, que se acerquen y reconozcan el cadáver del Príncipe«. Hay un detalle de protocolo que menciona la Gaceta y es el referido al Cuerpo Diplomático que pasó a reconocer el cadáver «empezando por el M.R. Nuncio de Su Santidad y siguiendo los demás por el orden de su precedencia«.
Una vez los invitados hubieron reconocido el cadáver, el Sr. Narváez hizo un llamamiento a los médicos de cámara para que declarasen «si el cadáver que se haya presente es el del Príncipe de Asturias dado a luz por S. M. y si está muerto«.
A este llamamiento responde el primer Médico de Cámara con estas palabras: «El cadáver que se haya presente es el del Príncipe de Asturias, dado a luz momentos hace por S. M. la Reina. Habiéndose anunciado el parto con insidiosa lentitud, el feto se presentó en una posición viciosa, que ha sido la causa de su muerte, después de haber recibido agua de socorro, y sin que hayan alcanzado a conservarle la vida todos los auxilios del arte: el Príncipe de Asturias pues está muerto«.
Tras las palabras del Médico de Cámara, el Sr. Narváez dio por terminada la ceremonia y el cadáver del Príncipe volvió a los reales aposentos con la misma comitiva ceremonial que le había acompañado.
De todo ello dio fe el Ministro de Gracia y Justicia, Notario Mayor del Reino, en el Acta de Nacimiento y Defunción que publica la Gaceta de Madrid el lunes 22 de julio de 1850.
A modo de conclusión
Habrá quien lea esta entrada con los ojos del siglo XXI y le parezca que he detallado una ceremonia macabra. Nada más lejos de mi intención ya que no se trata de eso. Para quien escribe estas entradas encontrar detalles de ceremonial y protocolo en publicaciones antiguas me hace ser consciente de su importancia . En el caso que he comentado vemos que todo estaba previsto -por protocolo– tanto si se presentaba al heredero como el cadáver del heredero. El ceremonial era idéntico, los invitados tenían que dar fe de lo que había pasado en el acto al que habían asistido. No solo contaba la fe pública del Notario Mayor del Reino, también la que ellos, con su presencia como testigos, refrendaban.
Fuentes
Fuentes del texto: los Reales Decretos mencionados, publicados en la Gaceta de Madrid y digitalizados en el Boletín Oficial del Estado.
Fuente de la imagen destacada: «Retrato del malogrado Príncipe de Asturias» Pintado por F. Madrazo; litografiado por Julien Bernard Romain. Disponible en la Biblioteca Digital Hispánica.