La apariencia, pretender ser lo que no se es, para obtener lo que de otra manera no se podría conseguir, no pasa inadvertida al refranero, que, basado en el conocimiento y observación popular, detecta al falso de forma inmediata y le dedica muchos refranes similares: «el hábito no hace al fraile», «aunque la mona se vista de seda …». A nuestro refranero no le engañan las apariencias.
Aparentar, intentar producir la ilusión momentánea de lo que no se es, es una forma poco honesta de relacionarnos en la vida social. Es una manera de intentar destacar por lo superficial, de sentirse importante y respetado por las posesiones materiales pero sin el respaldo que da una buena educación, por ejemplo (recordemos que el refranero habla a menudo en sentido figurado). Hay que intentar ser genuino, aún a riesgo de no gustar, antes que tratar de disfrazarse aparentando lo que no se es, como el caballo del refrán, a quien el freno dorado no le eleva a ser un caballo mejor.