«Año nuevo, vida nueva«, una expresión que oímos cada fin de año ¿qué significa realmente? ¿se acaba una página de nuestra vida y abrimos otra completamente en blanco?… Va a ser que no. Lo que ocurre es que ante nosotros se abre un nuevo año que imaginamos lleno de oportunidades, de posibilidades de hacer todo aquello que no hemos hecho los 365 días anteriores; nos hacemos promesas y formulamos propósitos que incumplimos con la misma facilidad que otros años … ¡somos humanos! y la ilusión y los propósitos son connaturales al ser humano.
El año nuevo de 1878 ponía ante los ojos de los españoles doce meses de alegría y esperanza, una vida nueva. Alegría porque el rey -Alfonso XII- se iba a casar y su probable descendencia era una esperanza para el futuro.
La Ilustración Española y Americana de 8 de enero de 1878 le dedicaba al año nuevo un grabado de las cuatro estaciones que se abrían a la esperanza de los madrileños y que encabeza este post, además incluía el texto que reproduzco a continuación, bajo el título «Entrada del nuevo año: las cuatro estaciones»:
«Es proverbial la frase «Año Nuevo, Vida Nueva«, pero aunque muchos la tienen en los labios y no son pocos los que se comprometen mentalmente a realizar los propósitos de enmienda que señala, son más, son casi todos, los que se olvidan bien pronto de tal frase y sus propios buenos propósitos.
Trabajemos con afán, no sólo porque el trabajo honesto ennoblece al hombre, sino porque es garantía segura de honradez y manantial fecundo de prosperidad y bienandanza; este es el mejor propósito que debemos formarnos al comenzar un año nuevo«.
Como pueden ver, propósitos y promesas de cara al año nuevo no son originarios de la era de los gimnasios y el fitness, hace 140 años nuestros ta-ta-ta-tarabuelos ya los hacían -tal vez no relacionados con el perder «los kilitos que he cogido estos días«, pero seguro que sobre algo cotidiano que les preocupaba- y los incumplían. El mundo no se paraba ni se para por incumplir esos propósitos. Tal vez deberíamos reflexionar sobre la última frase, en la que habla de que deberíamos proponernos cumplir con nuestro trabajo y hacerlo honestamente, ese sí es un buen propósito.
¡Feliz Año Nuevo!
Fuente de texto e imágenes La Ilustración Española y Americana de 8 de enero de 1878