La Gaceta de Madrid de 22 de mayo de 1845 publica un decreto con los detalles del ceremonial que se debía seguir para proceder al solemne acto de cerrar las Cortes al día siguiente. Se trata de un decreto del Ministerio de Gobernación de la Península en el cual se recoge hasta el mínimo detalle de una ceremonia que tenía como protagonista a una niña de 14 años, que había sido declarada mayor de edad en 1843 tras las regencias de su madre y del general Espartero; estamos hablando de Isabel II, supongo que ya lo han adivinado. Solo un mes antes de este acto se había aprobado la Constitución de 1845, un texto elaborado por el gobierno moderado que presidía el general Narváez.
Con el decreto mencionado y un inserto que publica la Gaceta del día 24 de mayo, podemos comentar en detalle los aspectos de protocolo y ceremonial en la organización de este acto oficial.
El cortejo ceremonial y los avisos
El cortejo ceremonial que acompañaba a la reina de palacio a palacio estaba compuesto por la reina madre, su hermana y su tío, el Infante Francisco de Paula Antonio, los jefes de Palacio, la servidumbre y las tropas que le daban escolta (arts. 1, 2 y 3 del decreto). Se distribuyeron en cinco coches que precedían al de «SS.MM y A. que venía tirado por ocho caballos blancos ricamente enjaezados y con penachos azules» cerrando la marcha «el gobernador de la plaza con varios escuadrones de caballería«.
La salida de la reina del Palacio Real se anunciaba con una salva de 21 cañonazos, los mismos que sonaban cuando llegaba al Palacio del Congreso y los mismos que sonarían cuando regresase a Palacio. La batería que haría las descargas estaba situada en la montaña del Príncipe Pío.
Para significar que era un día especial el art. 15 indicaba lo siguiente: “Durante el día ondeará el pabellón nacional, así en el Real Palacio como en los del Senado y Congreso, y en todos los establecimientos públicos, según está dispuesto”.
Un recorrido de ida y vuelta para una distancia mínima
El cortejo tenía previsto salir del Palacio Real a las 14:00, pero por la publicación del día 24 sabemos que lo hizo a las 14:30 y recorrió las calles de Madrid haciendo larga una distancia mínima para el resto de los mortales. Salieron los carruajes desde la plaza de la Armería, llegaron a la calle de la Almudena y desde allí la comitiva pasó por: Platerías, Mayor, Puerta del Sol, Arenal y Plaza de Isabel II. Nooo, no me he equivocado. Las Cortes estaban entonces en el Palacio del Senado, ya que el edificio del Congreso de los Diputados estaba en obras (no se inauguró hasta octubre de 1850). ¡¡La vuelta que dieron para cubrir una distancia de aproximadamente dos kilómetros!!
El regreso no fue menos aparatoso, había que lucirse por las calles y recibir el calor del pueblo. Así que: Plaza de Isabel II, calle de la Biblioteca, de la Encarnación, plaza de los Ministerios, calle Bailén, plaza de Oriente y puerta principal del Real Palacio.
El recorrido en ambos sentidos estaba protegido por las tropas, que se habían situado en sus puestos a las 13:00 horas. Y su composición aparece descrita en la Gaceta del día 24:
- La artillería del quinto departamento y los regimientos del Infante y San Fernando, abriendo filas desde el arco de Palacio hasta la Villa.
- Los regimientos de Galicia y Navarra cubrían desde la Villa hasta la casa del Conde de Oñate.
- Los batallones de la Reina Gobernadora estaban situados en la calle del Arenal hasta San Martín.
- El batallón de Ciudad Real y la Guardia Civil de Infantería desde San Martín hasta el Palacio.
El pavimento se había cubierto de arena y las casas de las calles por las que discurría el cortejo estaban convenientemente adornadas, no en vano una orden del Ministerio de la Gobernación había “animado” a los vecinos a hacerlo, además de “solicitarles” que se observasen “las reglas de buen orden acostumbradas en tales casos”. Los madrileños siguieron las indicaciones al pie de la letra ya que «las lujosas colgaduras de la carrera [dieron] mayor realce y lucimiento al animado cuadro que ofrecía el pueblo de Madrid«.
También se adornó la entrada a las Cortes con «infinidad de macetas llenas de fragantes y vistosas flores, colocadas con agradable simetría en el pórtico y la escalera del palacio (…) convertían aquel recinto en un ameno vergel«
Llegada de los invitados
Veíamos en el epígrafe anterior que la reina saldría de Palacio a las 14:00 horas -aunque sabemos que salió a las 14:30- ¿a qué hora tenían que estar en las Cortes los invitados? En estos actos tan solemnes siempre hay quien llega con mucha antelación, para no perderse nada. Todo estaba previsto y un aviso en la Gaceta de Madrid del mismo día del acto indicaba a quienes hubiesen de concurrir a las tribunas, que éstas “no se abrirán hasta la una”, tiempo suficiente para acomodarse.
Recibimiento y ordenación
El recibimiento se produjo en el pórtico del Palacio de las Cortes y la primera línea estaba compuesta por los Ministros; la segunda línea la componía la diputación de las Cortes -compuesta por un número similar de diputados y senadores- que iba precedida de cuatro maceros.
Una vez producido el saludo la reina madre y la infanta fueron acompañadas a su puesto en la tribuna que se les había asignado por una diputación especial de las Cortes. A su vez la reina hacía su entrada en el salón de Oriente donde estaba situado el trono; lo hizo acompañada de los ministros y los jefes de palacio que iban precedidos por 4 maceros. Una vez los maceros accedían al salón diputados, senadores e invitados se tenían que poner en pie (art. 8).
La reina se sentaba en el trono que había sido instalado al efecto y a uno y otro lado del mismo se situaban los ministros; detrás del trono ocupaban su puesto los jefes de palacio, las damas de honor y la servidumbre que acompañaba a la reina. Solo la reina se sentaba, el resto de los mencionados debía permanecer en pie (art. 10).
El presidente de las Cortes, senadores y diputados y el resto de los invitados tomaban asiento en sus respectivos puestos y daba comienzo el acto.
Secuencia del acto ceremonial
La secuencia del acto aparece detallada en los artículos 10 a 13 y tiene los siguientes hitos:
- El presidente del Consejo de Ministros se acercó al trono, besó la mano de la reina y le entregó el discurso con el que se cerraban las cortes. Una vez realizado este ritual, volvió a su sitio.
- La reina leyó el discurso «con voz clara y sonora» y, una vez finalizada la lectura, entregó el documento al Ministro de Gracia y Justicia quien debía emitir copias autorizadas para “ambos cuerpos colegisladores” y también realizar las gestiones necesarias para su publicación en la Gaceta de Madrid.
- El presidente del Consejo de Ministros se volvió a acercar a la reina de quien recibió la orden para pronunciar las siguientes palabras: “S.M. ordena declarar que se hallan legalmente cerradas las cortes de 1844 con arreglo a la Constitución de la Monarquía” (art. 12).
- Una vez pronunciadas estas palabras, los asistentes se pusieron en pie, la reina bajó de trono y, precedida de quienes la acompañaron en la entrada, salió del edificio donde fue despedida por la diputación de las Cortes.
A modo de conclusión
Recibimiento, ordenación, ejecución, despedida y cierre. Todos los actos tienen el mismo esqueleto; la solemnidad de la ceremonia requiere un grado de producción especial que la adecúe a ese requerimiento, pero la estructura básica no ha cambiado a lo largo de los siglos.
¡Buena semana protocoleras/-os!
Fuentes: la normativa mencionada en el texto se puede encontrar en la legislación histórica digitalizada en el Boletín Oficial del Estado.
Retrato de Isabel II, material gráfico digitalizado por la Biblioteca Digital Hispánica.

 
									 
					