Eso fué lo que pensé cuando cayó en mis manos este libro Urbanidad en Verso (1894) del Rd. P. Codina (a la sazón Capellán párroco castrense, profesor de Instrucción Pública y Árcade Romano[i]), que señala en su portada ser “para uso de las niñas”. Me váis a permitir que reproduzca y comente alguna de sus estrofas.
Los versos están escritos en octavilla italiana (formada por ocho versos de arte menor de rima consonante, rimando el 2º con el 3º, el 6º con el 7º y el 4º con el 8º, quedando sueltos el 1º y el 5º).
Para este autor la urbanidad es “el termómetro para apreciar el grado de educación a que se elevara una persona”, así lo manifiesta en el prólogo del libro, en el que además señala que no ha adoptado la forma de un libro didáctico porque quiere “hermanar la utilidad con el deleite (…) (y) la ventaja de una lectura seguida”.
Pero vayamos al contenido. En su décima octavilla encontramos estos versos que nos sonarán familiares:
Utiliza esta estrofa palabras habituales para los de protocolo: calidad (estado de una persona, naturaleza, edad y demás circunstancias y condiciones que se requieren para un cargo o dignidad), rango (categoría de una persona con respecto a su situación profesional o social/ situación social elevada), categoría (condición social de unas personas respecto de las demás) y dignidad (cargo o empleo honorífico y de autoridad). Palabras todas ellas relacionadas con la diferencia entre unas personas y otras, y que nosotros aún utilizamos –en el siglo XXI- para mostrar esa variedad.
La estrofa señala, además, criterios (de ordenación) habituales para quien lee el texto con ojos de protocolo, como son la edad y el rango.
En igualdad de condiciones se prefiere (precede) la mayor edad; y si la edad es la misma o mayor, pero el rango distinto, el de mayor rango es preferido al de mayor edad.
Otra octavilla (la número 64) nos señala normas básicas de protocolo social que aún practicamos hoy:
Pedir disculpas si por necesidad tenemos que pasar entre dos personas o debemos irnos antes de tiempo de una reunión.
Sobre la puntualidad cuando se es invitado tiene también una estrofa:
A los actos a los que somos invitados hay que llegar a la hora que nos ha pedido el anfitrión, ni antes ni después y siempre excusar la presencia si sabemos que no nos va a ser posible acudir a la reunión.
A lo largo de 106 estrofas se hace un recorrido por normas de todo tipo, desde aseo personal a modales en la mesa o reglas básicas de cortesía. Todos ellos, según su autor: «preceptos de la cortesía y del decoro peculiares al bello sexo» que contienen «muchas fórmulas que el buen gusto ha sugerido y la culta sociedad ha sancionado para tratar a nuestros semejantes con el agrado, delicadeza y consideración que cada uno se merece por su estado y calidad».
Os animo a su lectura, algunos versos nos harán reflexionar y otros, cuando menos, lograrán arrancarnos una sonrisa.
[i] Árcade Romano: Individuo de la academia de poesía y buenas letras, llamada de los árcades establecida en Roma (RAE)
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¡Qué bueno, María! Es de esos libros que todo protocolista debería tener en su biblioteca. me ha encantado. Gracias por compartirlo!
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