Tengo en el Anaquel un libro de 1960 –“Etiqueta y urbanidad”- de Karlheinz Graudenz y Erica Pappritz, que me viene que ni pintado para ilustrar al hombre bien vestido, porque sabemos por el refranero, que por la indumentaria nos harán honra.
El libro tiene un capítulo dedicado al “Armario Ropero” que incluye un epígrafe dedicado a la forma correcta de vestir un caballero cuyo título: “Adán, siempre correcto”, ya parece abogar por la indumentaria clásica para los hombres.
El hombre, la moda y el buen gusto
Aconsejan los autores que el hombre vista de modo correcto en todo momento, incluso aunque no goce de una posición acomodada. Para ello nada mejor que huir de los cambios pasajeros de la moda pues “una nueva tendencia en la moda no ha de representar, necesariamente, un cambio fundamental y duradero”, además de resultar carísima. No seguir los dictados de la moda puede traer como consecuencia ser tildados de “anticuados” pero en ningún caso ser culpados de ir mal vestidos.
Señalan los autores que el fondo de armario de un hombre está ligado a “la influencia de la posición profesional, así como también de la social” y ponen como ejemplo a autoridades, presidentes de grandes empresas, directores de hoteles de gran lujo o actores. Personajes todos ellos que siempre se encuentran “bajo el foco de la opinión pública” a los que aconseja ir “vestidos de un modo impecable, mostrar una gran variedad y llevar lo correcto para cada ocasión”.
Para el resto, aquellos que no pueden permitirse el lujo de contar con un armario lleno de trajes, les recomienda vestir “trajes de calidad y de buen gusto”. Y el buen gusto pasa por “no abandonarse en casa, ni en el aspecto general, ni tampoco en lo tocante a la indumentaria” (los autores no han vivido una pandemia).
Consejos para elegir un traje
Dan los autores una serie de consejos para elegir un traje, que pueden ser perfectamente aplicables hoy en día ya que, incluso para quienes no gustan de vestir a la forma clásica, hay momentos en los que no hay más remedio que “ir de traje”:
- Para quienes cuentan con pocos medios económicos: “cuanto menos llamativo sea un traje, tanto menos cuenta se darán los que nos rodean de que lo llevamos con harta frecuencia”.
- Vestir caro y extravagante es más peligroso que llevar un traje sencillo pero correcto. Lo primero revela poder económico, lo segundo da cuenta de nuestro buen gusto.
- Colores recomendados: azul oscuro, gris “en todas sus variantes” y marrón.
- La tela del traje: que sea de buen paño.
- Es mejor renunciar a los colores de moda, a los que describen como “arma de doble filo”.
- Traje gris oscuro: la mejor opción ya que con “una acertada elección de la camisa, corbata y calzado, se adaptan al fin que deseemos” y se puede usar por la mañana o por la tarde. Un traje marrón “no deberíamos usarlo por la tarde”.
- La altura y el volumen importan:
- Hombres altos y delgados: colores lisos.
- Los bajos: colores lisos o con espiguilla, que les hará parece más altos.
- Los que tienen exceso de volumen: “evitar todo aquello que subraye su obesidad” como pueden ser los cuadros, los colores llamativos, etc.
- El color de la piel y del pelo pueden condicionar la elección del color del traje. Pieles pálidas y cabellos rojizos ligan fatal con las tonalidades pardas.
- Respecto a la camisa y la corbata mencionan los autores una “ley suprema” (ampliamente ignorada) según la cual:
- “Traje a muestras (1) camisa y corbata de un solo color”.
- “Traje de un solo color: camisa de un solo color y corbata con muestras o camisa con muestras y corbata de un solo color”.
- Calidad del paño: lo más caro es a la larga lo más barato, siempre va a durar más.
- Trajes a medida, más aconsejables ya que permiten “compensar ciertas irregularidades anatómicas”.
- Trajes de confección: ideales para aquellos a los que “la naturaleza ha dotado de un cuerpo” que les permite adaptarse a modelos estandarizados.
- Traje sencillo: ideal para la oficina y los viajes. Altamente recomendado para caballeros de baja estatura y sobrepeso.
- Traje cruzado: recomendado para caballeros altos y delgados. Es un traje de calle, un poco incómodo para ir a la oficina.
A modo de cierre
Hoy en día se puede ir correctamente vestido sin ir de traje, por supuesto, pero hay ocasiones en las que el traje es etiqueta requerida y así nos lo recuerda el anfitrión al hacernos la invitación. Aquellos que no están acostumbrados a llevarlo tienden a ponerse cualquier cosa y el resultado es lo más parecido a un disfraz. Lo vemos con frecuencia: hombros que no cuadran, largos que sobrepasan el tamaño de quien los viste, patas de pitillo que recuerdan a las de los pantalones vaqueros, colores estridentes, etc. … ejemplos de personajes que están “bajo el foco de la opinión pública” tenemos bastantes para regocijo de los protocoleros, que así tenemos a quien criticar.
En mi modesta opinión, los 14 consejos para elegir un traje que se han detallado ut supra están totalmente vigentes aunque hayan pasado 60 años.
(1) Muestras: líneas, cuadros, espiguilla, ojo de perdiz, Príncipe de Gales, etc.
Fuentes: las mencionadas en el texto.
Imagen destacada: Revista Elegancias nº 30 de junio de 1925, disponible en la Hemeroteca Digital.