El dos de abril de 1883 se casaban en Palacio Real de Madrid la Infanta doña María de la Paz Juana Amelia Adalberta Francisca de Paula Juana Bautista Isabel Francisca de Asís, entre nosotros la Infanta doña Paz, con su primo carnal Luis Fernando de Baviera (hijo de la Infanta Amalia de Borbón, hermana de Francisco de Asís de Borbón, marido de Isabel II). Fue una boda entre primos de la que los reyes don Alfonso XII y doña María Cristina fueron padrinos.
El novio, además de príncipe de Baviera, era médico, cirujano y ginecólogo, carrera que estudió y ejerció en Heidelberg y Múnich. En España fue general del cuerpo médico del Real Ejército Español y cirujano honorario de la Real Academia Nacional de Medicina.
De la boda y tornaboda, daba cuenta La Ilustración Española y Americana de 15 de abril y en ese medio, como no podía ser menos, encontramos muchos detalles de protocolo y ceremonial.
Cortejos ceremoniales para acceder a la Real Capilla
Los novios salieron de sus respectivas habitaciones acompañados cada uno de ellos por un cortejo ceremonial que los acompañó hasta su ubicación en el altar de la Real Capilla.
La comitiva que del novio estaba presidida por S.M. el Rey (padrino), a cuya derecha tenía al príncipe Luis Fernando, iba precedida por “numerosos Grandes de España y siguiendo los mayordomos de semana”. La comitiva de la novia estaba presidida por ella misma y tenía a su derecha a la reina María Cristina (madrina) y a su izquierda a su madre, la reina Isabel. Iba seguida “por las señoras Damas de la corte y de servicio, los capellanes de honor y representantes de las cuatro Ordenes Militares”
Ubicación de contrayentes e invitados en la Real Capilla
En el presbiterio se encontraban “los Reyes y la Real Familia (…) el Patriarca de las Indias, asistido de capellanes de honor”.
En las tribunas laterales “los miembros del Gobierno, las damas de S.M. la Reina, comisiones del Senado y el Congreso, presidentes de los altos tribunales, individuos del Cuerpo Diplomático, diputación de la Grandeza, caballeros del Toisón de Oro y de las Ordenes civiles y militares, capitanes generales y directores de las armas, delegados de la Diputación provincial y del Ayuntamiento, Cuerpo colegiado de la Nobleza y jefes locales del Real Palacio”.
Las tribunas altas y “todos los espacios del templo que dejaba libres la numerosa comitiva oficial, estaban llenos de distinguida concurrencia, que anhelaba presenciar la solemne ceremonia”.
Ceremonia del matrimonio
La ceremonia del matrimonio comenzó con la lectura de la bula de Su Santidad el Papa León XIII mediante la que se dispensaba del parentesco de consanguinidad a los contrayentes y les otorgaba “su apostólica bendición para la felicidad del matrimonio”. Esta lectura se llevó a cabo por el “Sr. Secretario de la Protocapellanía mayor del Palacio”.
A continuación tuvo lugar la “ceremonia de las velaciones, entrega de anillos y arras nupciales”.
Finalizó la ceremonia con una misa en la que, tras la bendición, el Prelado oficiante “pronunció con voz conmovida la frase postrera que marca el ritual para tan solemne ceremonia: “Amense VV.AA. recíprocamente como marido y mujer, y permanezcan en el santo temor de Dios”.
Baile en honor de los recién casados
El día 5 de abril, a las 22:00 horas, se celebró un baile en honor de los recién casados en el Palacio Real. Allí se reunió “la distinguida sociedad madrileña (…) el cuerpo diplomático, los grandes de España, comisiones de los Cuerpos Colegisladores y de las corporaciones oficiales, dignatarios del Estado, representantes de la alta banca, de las letras, las ciencias y las artes”
Los padrinos bailaron con los contrayentes un rigodón de honor “en el cual S.M. el Rey tuvo por pareja a su augusta hermana (…) y S.M. la Reina, al príncipe D. Luis Fernando”.
Por La Ilustración sabemos que la fiesta se prolongó “con animadísima alegría, dentro de las exigencias del más profundo respeto y la etiqueta más digna; y a las 02:00, después de servida espléndida cena en las galerías del regio alcázar (…) SS.MM. y AA.RR. se retiraron a sus habitaciones, y comenzó enseguida el lento desfile de los invitados”.
A modo de conclusión
Con la perspectiva que da la historia, que para los contrayentes era el futuro desconocido, podemos afirmar que la bendición del Patriarca de Indias fue efectiva ya que el matrimonio permaneció unido sesenta y cuatro años, hasta el fallecimiento de la Infanta. También hay que indicar que cumplieron la promesa del rito nupcial, esa que dice: “Prometo serte fiel, amarte, cuidarte y respetarte, en lo bueno y en lo malo, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida”. A lo largo de sus 64 años de matrimonio fueron testigos de dos guerras mundiales, una revolución y la Alemania nazi; vivieron en un palacio y también en un piso; tuvieron que mantenerse con la asignación de la Infanta … todo eso, y más, era lo que les deparaba el destino.
Fuente de texto e imágenes, La Ilustración Española y Americana de 15 de abril de 1883, disponible en la Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional.