Dentro de unos días empieza la Semana Santa y algo muy nuestro, las procesiones. Tradiciones, costumbres, historia y en algunos casos fe y devoción, salen a la calle en todas las regiones de España. Los creyentes y no creyentes asistimos a un espectáculo (“cosa que se ofrece a la vista o a la contemplación intelectual y es capaz de atraer la atención y mover el ánimo infundiéndole deleite, asombro, dolor u otros efectos”), a una demostración religiosa de gran arraigo con características y rasgos diferentes según la zona en la que nos encontremos: silencio, pasos, antorchas, velas, tronos, palios, tinieblas, cofradías, hermandades, estandartes, tambores, turbas, penitentes, etc.
Las procesiones se llevan celebrando desde hace tanto tiempo que las podemos calificar como “costumbre inveterada”, y en ellas juegan un importante papel no solo el ceremonial, sino también el protocolo y la etiqueta. Ya hemos hablado de estos aspectos de las procesiones en otras ocasiones, esta vez no. En esta ocasión nos centraremos en la tradición, la costumbre, las obras de arte y la historia que cuentan en los pasos que desfilan en las procesiones. Porque, aunque no lo crean, lo del storytelling ya hace mucho tiempo que se inventó y las procesiones son un claro exponente de su eficacia.
Pero retomemos la historia, entre las procesiones más famosas de nuestro país están las de Sevilla. Esa fama también es tradicional, por si alguno/-a piensa que se debe al auge del turismo en los años 60 del siglo pasado, más bien al contrario, los visitantes extranjeros iban a propósito a Sevilla en época de procesiones, a asistir a esos actos religiosos solemnes y dar cuenta de ello en sus lugares de origen.
Domingo de Ramos, empiezan las procesiones
Rescato para esta entrada, una publicación de 1870, de La Ilustración Española y Americana, en la que describen la procesión de Domingo de Ramos en Sevilla, un “drama sacro que todos los años se representa en la hermosa capital de Andalucía”. Y de la que “en España y en el extranjero, plumas y lápices entusiastas” daban cuenta por su grandiosidad y solemnidad.
La Ilustración Española y Americana recoge en un grabado a toda página un momento de esa procesión del Domingo de Ramos, que describe con estas palabras: “El dibujo que representa el grabado, que ofrecemos a nuestros lectores, es un fiel traslado de la más antigua de las cofradías que hacen estación en la Semana Santa, la cual verifica su salida el Domingo de Ramos y se titula: Santo Cristo del Silencio, desprecio de Herodes y Nuestra Señora de la Amargura, de la parroquia de San Juan Bautista (vulgo de la Palma)”.
Continúa La Ilustración hablando de los pasos que representa el grabado: “el primer paso que aparece a la vista del espectador, representa el tribunal de Herodes en el acto de mandar que Jesús sea conducido con vestidura blanca a la presencia de Pilatos. La escultura del Señor fue ejecutada por Pedro Roldán y los Ángeles arrodillados que llevan faroles en los ángulos delanteros, se le atribuyen a su hija llamada la Roldana. Dos de los soldados del primer término los hizo Pedro Duque Cornejo, constructor de la célebre sillería de la catedral de Córdoba, los otros dos, y Herodes, los talló Benito Hilla del Castillo”.
“En el segundo paso aparece la Santísima Virgen bajo palio, manto de terciopelo negro, con corona, candelabros y varas del palio, algunas de estas piezas de oro y las demás de plata. Acompaña a la Virgen un precioso San Juan, obra del mismo Hita del Castillo”.
Una etiqueta simbólica
Dedica La Ilustración una breve mención a la etiqueta de los penitentes y nazarenos que acompañan a los pasos que describe y que vemos en el grabado: “Las túnicas de los nazarenos que preceden al primer paso son blancas, y negras las de los que preceden al segundo”. Una sencilla frase nos recuerda la importancia simbólica de la indumentaria. El atuendo de los nazarenos -en primer plano blanco y en segundo negro- es, junto a la historia que cuentan los pasos, la representación gráfica del título de la cofradía.
Ese título hace referencia a la entrada triunfal de Jesucristo en Jerusalén que significaba su reconocimiento como rey y Mesías; el paso por la corte de Herodes Antipas para ser conducido ante Poncio Pilato, están representados por el color blanco. Una vez ve a Pilato, responsable último de su crucifixión y muerte, la simbología cambia, y así la vemos en el luto de los nazarenos y la aflicción de la Virgen de la Amargura.
A modo de conclusión
Las procesiones de Semana Santa son, para quien escribe esta entrada, un storytelling de Historia Sagrada. Esta afirmación no es baladí. La definición de storytelling que leo en el blog de HubSpot me reafirma en mi opinión. El blog mencionado dice que el storytelling es “el arte de contar historias. Este proceso es una narrativa estructurada que se utiliza para comunicar un mensaje a través de sucesos (…) Apela al uso de emociones y valores para enmarcar dicho mensaje y crear sintonía con las personas” y sobre su significado añade: “La narrativa es una forma de arte tan antigua como la humanidad. Ha estado presente en cada cultura y sociedad. ¿Por qué? Básicamente porque las historias son un lenguaje universal que todos pueden entender, independientemente del idioma, lugar de origen o herencia. Las historias estimulan la imaginación y la pasión; crean un sentido de comunidad entre quienes escuchan y los que cuentan”. Las procesiones son una herramienta de storytelling muy eficaz; su narrativa está muy bien estructurada, apela al uso de emociones, crea sintonía con los que a ella asisten y su lenguaje es universal.
Fuentes:
La Ilustración Española y Americana, 25 de abril de 1870. Disponible en la Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de España.
¿Qué es storytelling? Significado, tipos y estructura. Blog HubSpot