Entramos en la semana de Navidad, es momento de pedir deseos, así lo hacemos en nuestras felicitaciones navideñas a amigos y familiares o incluso a perfectos desconocidos. Confiamos en las buenas vibras -que dicen los modernos- que nos trae el Espíritu de la Navidad, ese que entrará mañana día 21 con el solsticio de invierno según la tradición celta.
Es el momento de recordar, agradecer, compartir y ¿por qué no? también pedir. Además de los deseos universales -que entre las amigas siempre hemos denominado «deseos de Miss»- de paz, amor, salud, prosperidad, etc. para quienes nos rodean y para quienes más lo necesitan, este año yo tengo uno especial: respeto, además no se lo voy a pedir a un espíritu superior, se lo voy a pedir a nuestros políticos.
Recordando un post que hace ya tiempo publicó el blog Protocolo a la Vista pediría a nuestros políticos: un poco de respeto al respetable. Como ciudadana y votante soy «el respetable» y necesito que me respeten. Estoy cansada del espectáculo lamentable que vemos en los plenos de Congreso y Senado, donde cualquier día -a no mucho tardar- van a llegar a las manos; donde la mala educación y el insulto son la forma habitual de comunicación entre los diputados y diputadas. Da igual a que lado del hemiciclo se mire, los insultos llueven por todas partes. Si estás a la derecha eres: fascista, golpista, corrupto, ladrón, y tú más, etc. Y si estás a la izquierda: comunista, golpista, corrupto, ladrón, y tú más, etc. Olvidan nuestros políticos que allí deberían ir a intercambiar ideas, pareceres, a argumentar con criterios sólidos, etc. no a insultarse; porque están allí representándonos a todos y a nuestros problemas, que son bastantes, y solo por eso merecemos su respeto.
Por decirlo clara y llanamente: yo no les pago para oír como se insultan, que ya me han demostrado de largo que lo hacen muy bien, les pago para que trabajen por el bien común, por sacar a este país de la crisis ¿les tengo que recordar que hay 13.000.000 de ciudadanos –el 27,5% de la población– en riesgo de pobreza?
Desde mi punto de vista, afortunadamente el hemiciclo ahora mismo no es una representación de la sociedad. Yo no he visto que los ciudadanos nos insultemos en la pescadería, ni en la sala de espera del médico o tomando una caña en un bar. Somos un poco más cabales. Me gustaría que por un día ellos siguieran su actuación en una gran pantalla, o mejor, que les persiguieran las imágenes por donde quiera que fuesen, y que sintieran la vergüenza infinita que siente una simple ciudadana como yo al verlos.
Por eso mi deseo para esta Navidad es RESPETO, porque mientras sigan con esa actitud, ninguno de los 350 diputados del Congreso me representa y eso que a una lista voté en su momento. Decían allá por 1978, cuando algunos votamos por primera vez, que si no votabas no tenías derecho a quejarte, yo estoy ejerciendo mi derecho.
Siento haber soltado este rollo en vísperas de unas fechas tan entrañables, pero necesitaba desahogarme ¿y con quién mejor que ustedes?
¡¡Feliz Navidad, protocoleros!!
Imagen destacada: Montaje propio sobre Alegoría (1890), Alejandro Ferrant Fishchermans. Disponible en la Biblioteca Digital Hispánica.